Domingo, 7 de junio de 2009 | Hoy
VALE DECIR
Una obra traducida nunca es igual a la obra original, por mucho que trate; es otra obra. De ahí esa frase repetida hasta el hartazgo: “Traduttore, traditore”. La editorial Ehapa, en Alemania, tomó la frase al pie de la letra: cuando le encargó a Erika Fuchs, doctora en historia del arte, la traducción de las historietas del Pato Donald, la consigna fue que hiciera al cómic “más erudito”.
El Pato Donald llegó a Alemania en 1951 de la mano de la editorial Ehapa, cuya idea principal era la de llevar cómics norteamericanos a los niños alemanes. La influencia norteamericana en la República Federal Alemana, en la posguerra, era fuerte, pero las historietas todavía encontraban resistencia. Se propuso una ley para prohibirlas (que no prosperó) y hubo quema de historietas en algunas escuelas, en donde los directores estaban preocupados por que los niños perdieran su capacidad de expresión leyendo cómics.
La traducción de Erika Fuchs despejó todos esos problemas. Ave de artes y letras, muchos pequeños alemanes entraron al mundo de los clásicos gracias al pato malhumorado. En una de las historias, por ejemplo, los sobrinitos citan líneas de la obra Guillermo Tell, de Schiller. En otro número, Donald juega con el poema clásico La campana, también de Schiller. De la misma forma, Fuchs incluyó frases de Goethe, Hölderlin e inclusive Wagner. Estos grandes autores luego sonaban como viejos amigos cuando los lectores del cómic se los encontraban más tarde en sus vidas, según relata Susan Bernofsky en su artículo en The Wall Street Journal.
Erika Fuchs resultó tener un talento insospechado para convertir a Donald en el pato culto con el que soñaban los profesores. Siguió haciendo las traducciones hasta que murió, con 98 años, en el 2005. Ehapa sigue publicando a Donald y la compañía Disney dice que “no aprobamos cada página de la traducción”. Mejor así, entonces: mientras en el resto del mundo Donald ejercita un lenguaje pedestre, en Alemania la traducción lo eleva más de lo que Disney jamás hubiera podido.
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