Domingo, 13 de septiembre de 2009 | Hoy
RADAR LIBROS #5
Un conjunto de breves relatos acerca del poder de las palabras, a cargo de Barbara Cassin, la autora de Googléame.
Por Nina Jäger
Con el más pequeño y el más imperceptible de los cuerpos
Barbara Cassin
La bestia equilátera
107 páginas
Si hay –o hubo– doctrinas, teorías filosóficas o pensamientos que consideran al lenguaje como creador del mundo, Barbara Cassin, autora de Googléame (libro que analiza el producto Google desde su supuesta democratización del conocimiento), debería ser su principal accionista. Con el más pequeño y el más imperceptible de los cuerpos es un libro sobre la capacidad de hacer “cosas” que tienen las palabras. No es casualidad que el título esté tomado de Elogio de Helena, de Gorgias (que también le sirve de epígrafe) ni que Barbara Cassin sea una filósofa y filóloga que se dedica a investigar, las relaciones entre filosofía, retórica, sofística y literatura. Con el más pequeño y el más imperceptible de los cuerpos se ubica justamente en la encrucijada que forman esas cuatro disciplinas, en el espacio que a un mismo tiempo las une y las separa.
La sofística es “un discurso de performance, un discurso que procura hacer algo real”. Y lo mismo se puede decir de Con el más pequeño... En los trece relatos breves que lo componen, la autora construye un mundo –familiar, político, geográfico, mágico, y sobre todo literario– y fabrica el ser de ese mundo.
Tanto los personajes como la escritura misma de Barbara Cassin se meten en lo oscuro, en una “extensión de siglos de mierda”, con una fuerza violenta y sencilla que se vuelve el espacio perfecto para hacer cosas con el lenguaje. En “Las palabras de todos los días y la orquídea de la noche”, la única fuerza que se mantiene igual ante la muerte y el paso del tiempo son aquellas palabras que se piden de forma casi bíblica: “Danos hoy nuestras palabras de cada día”. En “¿Como un piloto en su navío?”, un relato eminentemente de amor, el lenguaje es lo que permite o impide el goce del cuerpo porque es lo que media entre el cuerpo y las impresiones. Cassin construye una gramática del erotismo y del amor, con excelentes frases repletas de una belleza muy lúcida. En los relatos de Cassin hay voces capaces de hazañas, construcciones de silencios y personajes y mundos que se dicen recompuestos por las palabras.
Como si fuera necesario poner el cuerpo –y obviamente también el lenguaje– en un accidente geográfico para que efectivamente se vuelva existente, “Yamac” narra un largo y extraño recorrido por América, en especial por el Amazonas. Es un relato de un viaje que deja marcas en el cuerpo porque está dominado por el deseo de “vivir la geografía”.
En estos relatos nada existe de antemano, todo se define y redefine a partir de las palabras que se usan para darles un nombre a las cosas. En realidad, como explicó Cassin al referirse a su Diccionario de los intraducibles, cada idioma construye su mundo. Y parece que con estos cuentos Cassin fabrica el suyo propio. Tal vez es por eso que los trece relatos parecen estar conectados como si fueran distintas letras de una misma palabra: porque nada es definitivo y siempre queda un espacio, por más pequeño que sea, para que todo se revierta y los bellos juegos de palabras vuelvan a empezar en la página siguiente.
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