Con la coordinación de Memoria Abierta, por cuarta vez en los últimos cinco años se reúnen en Buenos Aires directores de museos, asociaciones y memoriales de toda América latina centrados en los derechos humanos. Con un foro público que pondrá sobre la mesa experiencias en Rosario, Santiago (Chile), Guatemala, Perú y El Salvador, el lanzamiento de un portal común y la participación de veinticinco entidades del continente, este Seminario Regional se propone, como plantea Patricia Tappatá de Valdez, directora de Memoria Abierta, ir más allá de los militantes y llegar “a los que no saben, a los que no creen, a los que a duras penas pueden decir en voz alta que su país atravesó una dictadura”.
› Por Angel Berlanga
Terrorismo de Estado, delitos de lesa humanidad, masacres, matanzas a cargo de paramilitares: ¿qué país de Latinoamérica no padeció, en las últimas tres o cuatro décadas, alguna o varias de estas gestas criminales? ¿Y cómo dar cuenta de lo ocurrido, de esas decenas de miles de asesinatos, de las organizaciones y responsables homicidas que los promovieron, de las víctimas secuestradas, torturadas, desaparecidas? En sintonía con el resurgimiento con fuerza de la noción de lo continental en lo que va de este milenio (un fenómeno muy palpable desde lo político, económico y simbólico en entidades como Mercosur o Unasur), las organizaciones dedicadas a los derechos humanos en la región, que trabajan enfrentando a la impunidad y al olvido que abona más impunidad, estrechan sus vínculos, intercambian experiencias y encaran actividades conjuntas con la idea de robustecer lo continental, también, desde lo cultural y lo social. En ese sentido, una prueba incontrastable será el IV Seminario Regional de la Red Latinoamericana de Sitios de Conciencia, que se pondrá en marcha mañana, aquí, en Buenos Aires, con la coordinación de Memoria Abierta y la participación de representantes de 25 entidades (museos, archivos, asociaciones, memoriales) pertenecientes a once países.
Como para ir presentando alguna de las vertientes y la diversidad del encuentro –que durará tres jornadas y se desarrollará en varias sedes– será útil anotar la actividad a la que el público tendrá acceso: Museos de memoria en América Latina. Cinco experiencias en diálogo. Los que participan:
- El director del Museo de la Palabra y la Imagen de El Salvador, Carlos Henriquez Consalvi, mucho más conocido en su país como Santiago, periodista, escritor y fundador y voz de Radio Venceremos, de la insurgencia salvadoreña. El Museo, fundado por él, funciona como archivo, genera publicaciones de libros y revistas, y trabaja con comunidades indígenas.
- Germán Vargas, director de la Asociación Paz y Esperanza, una ONG peruana que trabaja sobre todo con sectores en extrema pobreza y sin acceso a la justicia, y que ha impulsado el establecimiento de dos sitios históricos en Ayacucho (Totos y Puttaca), epicentro del conflicto armado interno que duró dos décadas, con el ejército y Sendero Luminoso como protagonistas.
- Marcelino Hernández Gómez, dirigente del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas en Chiapas, un organismo civil que prioriza los derechos de pueblos indígenas, en especial en lo que hace a territorio, justicia, lucha contra la represión, búsqueda de desarme. Pertenece a la etnia tzeltal.
- Romy Schmidt Crnosija, directora del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago, Chile, autora del primer catastro de centros de detención y tortura del país y responsable de la recuperación para el Estado de varios ex centros de tortura, fue nombrada por Michelle Bachelet a comienzos de este año. La misión del Museo es dar a conocer los crímenes durante el pinochetismo, 1973-1990.
- Rubén Chababo, director del Museo de la Memoria de Rosario (que desde el próximo 10 de diciembre pasará a funcionar en el edificio de lo que fue el Segundo Cuerpo de Ejército durante la dictadura). Chababo (que escribe en estas páginas sobre el debate planteado de cara a la sociedad sobre la construcción del Museo) es uno de los primeros de América latina en trabajar sobre causas y consecuencias del accionar del Estado terrorista.
Laten la complejidad y la diversidad: entidades gubernamentales, ong, iniciativas de grupos; problemáticas actuales y/o ocurridas hace ya tiempo; países con juicios en marcha más allá de los años transcurridos (Argentina, por caso) y otros en los que se propicia impunidad: el viernes pasado, por citar un documento muy reciente, 26 entidades latinoamericanas repudiaron al gobierno peruano por decretar límites a la persecución penal de fuerzas armadas y policiales implicadas en graves violaciones a los derechos humanos. Las diferencias históricas y de contexto, sin embargo, no empañan el núcleo de la búsqueda: cómo dar cuenta de los crímenes sistemáticos. Hombres y mujeres machacados por grupos de poder. Así que cada uno cuenta cómo es su problemática y cómo la afronta. ¿Cómo se construyen esos relatos, a quiénes están dirigidos, qué sentidos se ponen en juego para entender y pensar al respecto? Las experiencias que responden a esas preguntas, planteadas para el foro, están sobre la mesa para ser compartidas. A partir de mañana estarán, además, sistematizadas: es que el encuentro servirá, también, para inaugurar el portal Sitios de Memoria en América latina, desde donde podrán intercambiar herramientas de trabajo, materiales e información sobre las tareas y recursos instrumentados por cada entidad.
Ya por fuera del foro público, en el seminario se trabajará sobre la representación de los momentos políticos claves, como transiciones a la democracia o momentos de fractura institucional, el rol del gobierno en la construcción del museo, narrativas históricas oficiales y de los museos, financiamientos, límites entre público y privado. En el encuentro confluirán también trabajos de cada entidad en torno de imágenes emblemáticas de la historia reciente. Entre los participantes también están Iván Seixas, periodista y ex preso político, que representa a Memorial da Resistência de San Pablo, y Margarita Romero, sobreviviente de un centro clandestino durante la dictadura de Pinochet y presidenta de Parque por la Paz Villa Grimaldi, instalado donde funcionaba un cuartel de la DINA en el que estuvieron secuestradas Bachelet y su madre. Es un claro rasgo de estas entidades: instalar memoriales y museos en los edificios emblemáticos de la represión. Hace seis años el ex presidente Néstor Kirchner recuperó el predio de la ESMA, donde hoy funciona el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, hecho concreto impensado poco tiempo atrás. El sitio y la hora parecen justos para hacer allí el Museo Nacional de la Memoria. Incluso, dadas las circunstancias y coordenadas, podría hablarse de cierto atraso.
“El desafío mayor es vincular los hechos del pasado con los contemporáneos, entendiendo que la memoria es fructífera si se establecen relaciones con los problemas más agudos que atraviesan las sociedades hoy”, dice Patricia Tappatá de Valdez, directora de Memoria Abierta desde que se fundó, diez años atrás, y cofundadora de la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia, que tiene 247 miembros en seis continentes y 45 países. “Porque de lo contrario –sigue– se convierte en un recuerdo que en general tiende a ser épico, o a veces nostálgico, pero no cumple el propósito de señalar luces y sombras de aquel pasado en el presente.” La transmisión de la memoria y la cultura política, los comportamientos autoritarios que subsisten en las democracias, el funcionamiento de los sitios de cara al público, son temas constantes de intercambio y reflexión. “Nos interesa volver a mirar América latina hoy, porque nos parece que la región tiene una serie de posibilidades y perspectivas que no tenía hace una década –agrega–. De algún modo retomamos con mucha intensidad los lazos solidarios de los movimientos de derechos humanos que había entre distintos países a finales de los ’70 y los ’80, y a la vez buscamos nuevos vínculos. Nos interesa muchísimo la construcción horizontal.”
Tappatá de Valdez subraya que todos los sitios, museos e instituciones de la Red Latinoamericana están fuertemente anclados en la defensa de los derechos humanos y moviéndose hacia el terreno de la cultura. “Esa plataforma, utilizada en sentido muy amplio, usando artefactos como el cine, video, documentos, muestras fotográficas, producción de libros, debe ser útil para cambiar muchos de los vínculos sociales y políticos que establecieron los ciudadanos con aquel pasado, para que el presente sea inclusivo, duradero, democrático –sostiene–. Por otro lado, fortalecer los lazos en la región nos interesa porque trabajar juntos nos fortalece, porque creemos de verdad que aprendemos mucho unos de otros y porque las instancias de integración política no han tenido suficiente correlato en la sociedad civil: queremos ver cómo multiplicamos eso.”
La Red se plantea continuamente la ampliación de audiencias y públicos. “Si bien estamos anclados fuertemente en el núcleo duro de la defensa de los derechos humanos –concluye Tappatá de Valdez–, el objetivo es ir mucho más allá de los militantes. Nosotros les queremos hablar a aquellos que a duras penas pueden decir en voz alta que su país atravesó una dictadura. A los que no saben, a los que no creen, a aquellos que están más lejos. Porque es mucho el esfuerzo de montar y gestionar lugares que tienen que estar abiertos al público, con programas para escuelas, mantenimiento, sólo para los que ya están convencidos. En ese sentido, hemos descubierto que la cultura en general, como plataforma de representación, es muy propicia”.
Museos de memoria en América Latina. Cinco experiencias en diálogo. Coordina: Diego Martínez. Manzana de las Luces (Perú 272). Mañana lunes a las 18.30 hs. Entrada libre.
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