MúSICA > MISS BOLIVIA PRESENTA SU PRIMER DISCO
Parece haber vivido demasiadas vidas: hizo el secundario en EE.UU., siguió a los Grateful Dead con sus Deadheads, estudió letras clásicas, es profesora de ashtanga, estudió psicología con orientación deleuzeana, atendió a personas en situación de calle y asistió a los padres de las víctimas de Cromañón cuando debían identificar a sus hijos en la morgue. Entre tanta búsqueda, Paz Ferreyra, más conocida como Miss Bolivia, encontró la batería, el ritmo, y de ahí a la cumbia electrónica, el rap y el dancehall hubo sólo un paso. Ahora presenta su primer disco oficial, Alhaja, y emerge como una de las artistas urbanas más potentes de Buenos Aires.
› Por Mercedes Halfon
Paz Ferreyra, como PJ Harvey, como Björk, pertenece a ese subgrupo de cantantes femeninas muy menuditas, casi muñecas, que cuando están arriba del escenario se agigantan, como por efecto de alguna clase de ilusión. “Es el ashtanga”, explica ella, que además de encarnar a Miss Bolivia, es profesora de esa corriente del yoga que, lejos de las poses estáticas, tiene a sus adeptos transpirando la camiseta. Pero, en realidad, es otra cosa. Paz Ferreyra, o Miss Bolivia, es arriba del escenario el resultado de todas las cosas que hizo y hace debajo de él. Una vida hasta demasiado extensa para su cuerpo diminuto y sus treinta y pico de años. Un recorrido que incluye terminar el colegio en Nueva York, quedarse girando por esos lares atrás de los Grateful Dead, descubriendo la marihuana con auténticos hippies de los ‘60 que le prestaban vinilos de Hendrix y Marley originales; para después volver a Buenos Aires donde en el transcurso de diez años hizo dos carreras universitarias, tuvo toda clase de trabajos, empezó a tocar la batería, y todavía la cumbia electrónica y el rap y el dancehall estaban muy lejos de su vista.
Una de los temas más pegadizos de Miss Bolivia arranca diciendo: “Se enciende la máquina, máquina deseante”, y no es una casualidad la inclusión de semejante concepto teórico en el tema. Es que Paz es psicóloga especializada en Deleuze y sus desarrollos en el Antiedipo. Todo sucedió a la vuelta de EE.UU. Después de girar un año detrás de los Grateful Dead, vendiendo sandwiches en las famosas caravanas de los Deadheads (seguidores de la banda), ya nada fue lo mismo. Ella cuenta: “Cuando me fui a vivir a Estados Unidos en el ‘92, conocí la cultura psicodélica de raíz. Y a la vez descubrí mucha música nueva: el rap vieja escuela, Ice Cube, Ice Tea, Dre, Shabba Ranks y más. Cuando volví acá, tenía el chip musical mucho más nutrido. Ahí pensé que además de estudiar una carrera, quería estudiar un instrumento, y la batería fue lo que más me atrapó”.
Paz se anotó en la carrera de Letras de la UBA, donde estudió cuatro años, especializándose en letras clásicas. Pero, llegado un momento, ese mundo, esas letras, le parecieron “demasiado clásicas” y decidió que lo suyo estaba en hacer algo más vivo, que se tradujo en estudiar Psicología. Allí puso todos sus esfuerzos y antes de licenciarse ya estaba dando clases: “Entré en una cátedra loca, que se llama Problemas antropológicos en la psicología, que era la única en la que en esa época se leía a Deleuze. Por eso, cuando me gradué, quise profundizar en la línea alternativa, e hice un posgrado sobre medicina ayurveda”. Entre la carrera y el posgrado, Paz Ferreyra comenzó a especializarse en el tratamiento de los trastornos de pánico sin medicación. Conocimientos que iba a tener que empezar a aplicar en su primer trabajo en algo parecido a la clínica: la asistencia en catástrofes, dentro de un programa del Gobierno de la Ciudad.
Todo este viaje no sería tan extraño si no viniera de esta chica rebautizada como Miss Bolivia, que ahora cuenta su historia gesticulando con sus manos morenas y el mismo vestuario multicolor con el que después canta en trance psico-cumbiero: “Con ritmo y palabras sano el mal, el dolor se te va, la pena se quema, cuando suena, cambia el chip, cambia el canal”. Así es ella. Antes recorrió Buenos Aires en camionetita, atendiendo a gente en situación de calle; y así como antes escuchaba, ahora se hace escuchar. Rapea sobre bases electrónicas esas letras provocadoras con inspiraciones curativas, místicas e infinitos juegos de palabras.
Mientras trabajaba en ese programa de asistencia, la música seguía desarrollándose desde la percusión: “Mi maestro de batería, Gabriel Spiller, tiene muchísimo que ver en mi persona e identidad musicales. La insistencia en el groove, en encontrar los propios fraseos, el llamado de atención sobre la composición desprejuiciada a fusionar e integrar estilos y géneros. Los consejos sobre cambiar el soporte o cambiar de instrumento, si es lo que deseaba realmente. Todo eso lo mamé de él. Después toqué en bandas de rock y latinaje, donde aprendí mucho. De todos modos, cuando empecé a querer cantar desde la bata, se me ocurrían canciones o frases rítmicas y empecé a pensar en rimas, así que fue natural el viraje hacia el dancehall, el reggae, el rap, el dub. Y ahí, Internet colaboró muchísimo en mi apertura”.
Fue en ese momento, en que todavía navegaba a dos aguas, que sucedió la tragedia de Cromañón. Y Paz debió atender a las madres que iban a reconocer a sus hijos a la morgue. Otro punto de inflexión. Después de eso, tampoco nada iba a ser igual. Fue alejándose de la psicología y volcándose a la música. Porque como dice en “Apágalo”, uno de sus primeros hits: “Yo me quedo bailando, porque ésta es mi propia redención”.
Y ahí, en ese lugar, parecieron converger todos los caminos. Porque la vocación de Miss Bolivia es de algún modo la síntesis: de la electrónica y los ritmos andinos en principio, de la cumbia, el rap, el dancehall, el hip-hop, raggamuffin después; de la lírica clásica en las rimas raperas, y del deleuzeanismo en lo antisistema.
Y, por encima de todo, en el mismo concepto de su proyecto musical. Algo que aparece desde su nombre: “Se me ocurrió porque yo vivía en la calle Bolivia, en La Paternal. Y me divertía tener ese origen callejero. También me gustó la idea de mezclar una palabra yanqui y global con una que me representaba a mí, y me hacía pensar en identidades dejadas de lado, marginadas. Lo que representa Bolivia con lo que representa Miss es algo que se acercaba mucho a lo que yo quiero hacer, que es esa mixtura. Algunos se imaginan una boliviana hermosa con el nombre y después se desilusionan un poco cuando aparezco yo. Pero está bueno. Es un homenaje: yo amo Bolivia, voy mucho y es un lugar que siempre me inspira bien”.
En su primer disco oficial, Alhaja, Miss Bolivia tiene temas en colaboración con Mariana Baraj, con el poeta el Freak del Amor, con la mexicana Ali Gua Gua y muchos más. Más mezcla. Más cóctel poderoso para bailar.
Miss Bolivia presenta el disco Alhaja el 11 de diciembre a las 11.30 en Niceto Club,
Niceto Vega 5510
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