Dom 27.04.2003
radar

HOBBIES

Modelo para armar

Invento argentino, el sitio se llama avioncitosdepapel.com. Se inauguró en junio de 2001, ofrece quince modelos distintos de aviones (con sus instrucciones de armado y plegado) y los 20 mil internautas mensuales que lo visitan –la mayoría de España y de Estados Unidos– suelen irse con al menos un planeador bajo el brazo. Vieja pasión doméstica, el aeromodelismo en papel se niega a morir.

Por Cecilia Sosa
Para algunos, una pérdida de tiempo inexcusable; para otros, un bálsamo encantador. En materia de entretenimientos, hace tiempo que las opciones virtuales dejaron de ser cuantificables: confrontaciones intergalácticas, monstruos interactivos, luchas orientales. Tal vez por eso el sitio www.avioncitosdepapel.com se recorte casi como un piélago de nostalgia. Una suerte de servicio público gratuito a base de aire y papel en plena marea privatizadora. La página ofrece quince modelos distintos de aviones, acompañados de instrucciones precisas para el armado y la posibilidad de imprimir una página en formato pdf con los recorridos delineados para plegar modelos infalibles. Que, por ahora, no derriban torres.
La idea de una página consagrada al origami de aviones surgió una noche en la que Roberto Servera jugaba con su hijo de 10 años y alguna divinidad volátil hizo que el planeador aterrizara justo detrás de una computadora. “En ese momento vi todo”, asegura el diseñador de 45 años. Y lo que vio Servera fue un juego universal, inmediato, que se puede usar solo o compartir, que no repara en ideologías, que después de su armado prescinde de todo otro artefacto. Y sobre todo vio el potencial casi mágico de un milagro: extraer un objeto real de un medio virtual. “Al apagar la computadora tenés algo que antes no tenías. Y no es un objeto cualquiera sino un juguete que, además, es universal y gratuito”, insiste Lucas Worcel, 26 años, también diseñador y coequiper del proyecto. El sitio se inauguró en junio de 2001 y hoy registra 20 mil ingresos mensuales, la mayoría de España y, en menor medida, de Estados Unidos. Un rastreo del comportamiento de los navegantes permitió confirmar lo seductor de la propuesta: todos los que alguna vez ingresaron al sitio se fueron con al menos un avioncito bajo el brazo.
Tal vez por eso el proyecto entró en la lista de los trece premiados del Concurso Incubadora de empresas de diseño e industrias culturales (Incuba), organizado por las secretarías de Desarrollo Económico y de Cultura del Gobierno de la Ciudad en agosto del año pasado. Desde este mes, Servera y Worcel reciben capacitación para intentar convertir avioncitosdepapel.com en un emprendimiento rentable. “Nos dimos cuenta de que todo iba bien cuando el tipo que recibía los proyectos empezó a probar un modelo arrojándolo desde el primer piso. Después, todos querían probar. Nosotros sólo queríamos hacer circular el proyecto. Pero con los avioncitos pasa algo”, dice Worcel. A partir de mayo comenzará un período de incubación en el Centro Metropolitano de Diseño, un predio reciclado que se montó sobre el ex mercado de pescado, a pocos metros del Riachuelo, donde los aviones tendrán oficina propia y sus gestores recibirán entrenamiento en marcas, patentes, reconversión de estrategias productivas, identidad empresarial, abogados y contadores a disposición. Un pasaje al mundo real sin escalas.
Con todo, la página conserva una estética casi minimalista en la que reinan el diseño transparente y un compromiso indeclinable: no admitir publicidad. “Jamás pondríamos un banner: sería contaminar un regalo”, dicen los webmasters, que por algo fueron enviados a incubar. El menú de opciones es una maravilla a prueba de ingrávidos. “Kato: media hoja de papel, y todo el cielo ... “; “Alguien dijo una vez que al amor verdadero hay que dejarlo ir. Con el Alonsito pasa lo mismo: alcanza con abrir la mano y soltarlo para que nos regale unos vuelos maravillosos”; o El Monje, equivalente a la flecha occidental, llegado en vuelo directo desde Asia: “Conocido desde hace siglos en el Lejano Oriente, este avioncito tiende a flotar pero es capaz de volar de maneras distintas. La clave es probar con los bigotes hacia arriba”; o El Tubo, capaz de “un vuelo impredecible pero siempre espectacular”.
Hoy, el destacado de la página es el Leto. El modelo fue enviado por tres fanáticos, “tres tipos españoles que no se conocían y nos lo mandaronmás o menos por la misma época. Los tres nos dijeron que era un modelo que les había enseñado su abuelo”, cuentan los webmasters. Al sitio no dejan de llegar opciones para ampliar el menú, con diseños de combate o decorados hipersofisticados. “La idea es no irse de escala. La tinta pesa mucho y después se vuelve casi como tirar un ladrillo”, dicen. Antes de subir a la página, cada modelo debe afrontar un riguroso testeo. “Tiene que volar y volar bien, y muchas veces.” Con un clip en la trompa, Leto muestra sus capacidades y describe una sorprendente parábola por la avenida Belgrano hasta caer bajo las ruedas de un colectivo.
Por el foro de la página circulan trucos, consejos, elogios, insultos nihilistas y todo tipo de pedidos: modelos para tirar desde alturas, reglamentos, niños que quieren barcos. “Monté el primer Tubo y lo lancé un par de veces en casa. No usé la técnica del dardo... pues no voló. Me desanimé y se lo di al perro para que jugara. Más tarde lo volví a construir y me sorprendió verlo volar girando sobre sí mismo. Entonces... ¡¡¡idea!!! Si se le pusieran unas aletas (4) en la parte de detrás (como a los cohetes en el despegue o los misiles para que suban rectos) pero desviadas (como aspas de un ventilador), al lanzarlo de bastante altura giraría por sí mismo”, sugiere un piloto de origen desconocido.
El sitio también ofrece consejos para mejorar técnicas de armado y lanzamiento y para prolongar la duración del vuelo. Tres ajustes imprescindibles, para sacudir a no iniciados: simetría, la forma de la “Y” de las alas y un buen plegado de alerones. Es todo. Y a no decir que el vuelo estaba sobrevendido.

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