> ADIóS AL CHANGO FARíAS GóMEZ
› Por Mariano del Mazo
El Ekeko argentino pasó a ser llamado Chango sin arreglo; y no pudiendo desentrañar el sentido último de esta expresión, sus seguidores tienen interpretaciones diferentes sobre este punto, pues están aquellos, los músicos, que dicen que tiene que ver con su inevitable condición de “inventor” de nuevos y polémicos rumbos para la música popular; y que están los otros que creen ver en la expresión “sin arreglo” una relación con la esencia de la compleja doctrina política que este Ekeko abraza como propia, pues se sabe por tradición oral, que los llamados “peronistas” no eran ni buenos ni malos, sino incorregibles.
Chango Farías Gómez, el incorregible, murió el miércoles a la mañana a los 73 años. En estos días se ha escrito mucho sobre el significativo sitio que dejó vacío en la música argentina. Pero debajo de las capas y capas formadas por palabras como “renovador”, “innovador”, “revolucionario”, debajo incluso de sus zigzagueos políticos dentro de ese océano tempestuoso y sentimental que es el peronismo, hubo un Chango de un humor impiadoso. El librito interno de su extraordinario disco Chango sin arreglo (2003) es una muestra cabal de un sarcasmo abrasivo que incluía, también, la tomadura de pelo a liturgias peronistas varias.
El libro tiene una línea argumental y parte del hallazgo de un Ekeko de “lentes, bigotes y abundante panza” y pasa por las conocidas, ladinas frases que Atahualpa Yupanqui le dedicó: “En los Huanca Hua uno canta y los otros le hacen burla” o –elogio a la manera yupanquiana pero elogio al fin– “los Farías Gómez son los únicos capaces de ponerle mostaza al asado y que no pierda el gusto”. Completa la saga el dardo dirigido a los Quilapayún: “Parecen un camión lleno de peronistas”. También Farías Gómez se rió en el librito, en el ítem “El mito del asado peronista”, del extendido prejuicio burgués que aseguraba que con las viviendas otorgadas en la primera presidencia de Perón los beneficiados hacían asado con el parquet. Y mucho más: para hablar de Jacinto Piedra y del glorioso dream team de M.P.A., Chango aparece dibujado como un rollinga bajo la leyenda de Jacinto Stone.
Si a usted no le parece interesante el libro de Chango sin arreglo, puede probar poner el disco. El álbum rescata su entrañable faceta como cantante, una expresividad tensa y abismal que estaba siempre a punto de quebrarse, como un cante jondo criollo que emociona desde la “Zamba del grillo” transformada en samba hasta la notable versión de “Vieja viola”. Qué diferentes se escuchan ahora los versos del tango: Es que la gola se va / y la fama es puro cuento / andando mal y sin vento / todo todo se acabó.
Chango Farías Gómez, lúdico y megalómano como casi todos los rupturistas, trazó su propio epitafio hacia el final del librito del disco. Y dicen que el espíritu de este Ekeko artista y benefactor se encuentra hoy en lo que se conoce con el nombre de salamanca o casa del Diablo donde, fiel a su oficio terrestre, hace las veces de arreglador de las músicas ensoñadoras y ancestrales que brujos, duendes y diablos llevan adelante en ese lugar.
El texto es de Jorge Moreno, pero Chango estaba atrás de todo. Ahora está atrás de esta misma página. Ahora está diciendo que tenía planeado actuar en un par de semanas en el Teatro del Viejo Mercado en el Abasto, ahora está explicando su paso por el menemismo y justificando su paso por el macrismo, ahora recuerda cuando creó el Ballet Folklórico Nacional y habla del folklore argentino y del aporte de la cultura africana y su mestizaje con la indígena; cuenta historias formidables del exilio, dice que en Francia lo llamaban el “enfant terrible” y se ríe con carcajada de tabaco. Ahora habita la casa del Diablo. El, el innovador, el renovador, el revolucionario. El incorregible.
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