TELEVISIóN > LA MILDRED PIERCE DE TODD HAYNES
Escrita por el inmenso James Cain en 1941, convertida en guión por William Faulkner, filmada por Michael “Casablanca” Curtiz en 1945 e interpretada por Joan Crawford para su único Oscar, Mildred Pierce es uno de los personajes más complejos de la narrativa norteamericana: una heroína de clase media que debe librar las batallas domésticas, amorosas y laborales al mismo tiempo. La nueva adaptación de Todd Haynes, en seis horas, con Kate Winslet, la aleja de film noir y le devuelve todo su poderío social y dramático.
› Por Mariana Enriquez
Esta es la segunda vez que Mildred Pierce, el personaje, la mujer de ficción creada por James M. Cain en su novela de 1941, se convierte en un momento importantísimo en la carrera de dos actrices importantes. En 1945, Mildred Pierce le valió a la intimidante Joan Crawford el único Oscar de su carrera y ahora probablemente le ganará a Kate Winslet un Emmy consagratorio por su interpretación en Mildred Pierce, la miniserie de cinco episodios de HBO dirigida por Todd Haynes que se estrenó en marzo de este año y que, en los premios a la producción televisiva que se entregarán el próximo 18 de septiembre, domina todas las categorías.
Mildred Pierce es un personaje femenino poderoso, complejísimo, inasible, y lo es de la manera menos obvia. No es una heroína de acción, no es una mujer fatal, no es simpática ni es poderosa: es un ama de casa de clase media que, tras separarse de su marido, tiene que trabajar de mesera y sobrevivir financieramente durante la Gran Depresión, con dos hijas y ningún tipo de habilidad (a priori) para el trabajo. Es una mujer que trabaja, que trajina en la cocina, que aprende el negocio y eventualmente se convierte en una exitosa dueña de restaurantes: así, en pocas líneas, no parece mucho más que una historia de vida, pero el material en Mildred Pierce, la novela, es extraordinariamente rico. Tanto que, por sus muchas ambigüedades, por negarse a hacer de esta mujer un personaje más grueso, cuando se llevó al cine por primera vez, en 1945, el director Michael Curtiz y los guionistas Ranald MacDougall y William Faulkner (en efecto, el Nobel Faulkner) se decidieron por darle un tratamiento de film noir y agregarle a la historia un crimen para hacerla más atractiva. También para identificarla con su autor, James M. Cain, famoso ya entonces por El cartero llama dos veces (novela de 1934) y Pacto de sangre (Double Indemnity), llevada al cine en 1944 por Billy Wilder con adaptación de Raymond Chandler. Mildred Pierce de 1945 es un clásico de su era, con un guión que funciona hasta el colmo de la efectividad; la versión de 2011 es una bestia completamente distinta.
Mary McNamara, en Los Angeles Times, escribió: “En la última mitad del siglo, los americanos nos sentimos más incómodos que nunca acerca de hablar sobre cuestiones de clase. Preferimos discutir sobre raza, sexualidad y celebridad. Y la miniserie de Todd Haynes logra algo notable e inesperado: un melodrama americano sobre cuestiones de clase”.
Es que Mildred, cuando se ve obligada a trabajar para mantener su nivel de vida, no sólo apenas consigue trabajos que considera inferiores: para ella, trabajar es signo de inferioridad. En una escena notable, cuando le cuenta a su mejor amiga que es moza, que usa uniforme, vomita: el rechazo es físico. Y luego, cuando ya es una mujer de negocios rica y admirada, no deja atrás ese prejuicio internalizado, al punto que se enamora del aristócrata decadente Monte Beragon, que juega al polo y vive en una mansión de Pasadena aunque sólo ocupa una habitación: el resto de la casa está vacío, Monte en realidad es pobre, pero su origen no lo es, su apariencia no lo es; Monte es de clase alta aunque Mildred tenga que mantenerlo. Y todas esas cuestiones de clase parecen infiltrarse en Veda, la monstruosa hija de Mildred que odia a su madre porque huele a aceite, chantajea a jóvenes millonarios fingiéndose embarazada, estudia piano y ópera y es tan odiosa que resulta complemente inverosímil. Y es que Veda no es real: es el espejo negativo de Mildred, su ambición y su inseguridad destiladas en veneno. La relación madre-hija es grotesca, casi incestuosa; Evan Rachel Wood compone a Veda como una pelirroja maligna y altiva siempre despreciando a la Mildred de Kate Winslet.
La nueva Mildred Pierce también causó revuelo porque Todd Haynes, conscientemente, decidió adaptar una novela que transcurriera en la Depresión, para hacer un comentario sobre el presente. “La versión de Michael Curtiz me encanta, pero no quise hacer una remake, ni siquiera un homenaje –dijo en una entrevista después del estreno–. Lo que me interesaba de Mildred Pierce era que no abordaba la Gran Depresión desde el dustbowl o las colas de pan sino desde la clase media, de su pérdida de privilegio y estatus, y las consecuencias de ese ‘descenso’. Y también quería hacer un melodrama naturalista después de la estetización de Lejos del paraíso. El melodrama como género me interesa especialmente porque siempre acarrea un sentido peyorativo, se desprecian sus excesos sentimentales o emocionales. Por eso mismo me gusta, me pregunto por qué se lo considera un género de segunda clase y se prefieren géneros escapistas en general asociados con protagonistas masculinos, como el thriller o el western. Los melodramas son historias sobre mujeres en sus casas, sobre familias, sobre relaciones que no funcionan, sobre gente tomando decisiones complicadas bajo la presión de la mirada de los otros y los prejuicios sociales. En el caso de Mildred Pierce el material es tan potente que la intensidad, el drama, todo está en el material, y no tuve que agregarle ningún lenguaje visual extremo ni ninguna estructura narrativa desafiante.”
Y hay más para que Mildred Pierce sea un acontecimiento televisivo: la dirección de arte es magnífica, como suele suceder en las producciones de Haynes, pero incluso excede su habitual obsesión por el detalle; las escenas de sexo son muchas y muy francas y muy sensuales: Guy Pearce (perfecto como el alternativamente encantador y aceitoso Monte) y Kate Winslet llegan más lejos de lo que jamás fueron en el cine; las seis horas para desarrollar la historia irritaron a algunos espectadores de lujo como Stephen King (que por lo demás quedó fascinado), pero son absolutamente irreprochables, desafiantes, adecuadas a contar la vida de esta mujer que no puede despacharse en hora y media porque está llena de patología doméstica, descubrimiento, vergüenza, miserias, intuiciones; rara vez una mujer se sintió tan físicamente real, desde sus tobillos lastimados de caminar en verano con los zapatos equivocados y sin medias hasta su necesidad de aceptación y su deseo a veces manipulador, a veces incandescente.
Mildred Pierce se puede ver completa en www.cuevana.tv. Los premios Emmy se entregan el 18 de septiembre por Fox; las próximas emisiones de la serie por HBO se pueden consultar en www.hbo-la.com
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