Dom 28.08.2011
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CINE > ARREBATO, LA CUMBRE DEL NUEVO CINE ESPAñOL, HOY EN LA LUGONES

La agonia y el extasis

Ahora que el viejo y querido súper 8 con que tantos chicos empezaron a filmar es homenajeado por todos lados –desde la película de Abrams y Spielberg hasta las proyecciones de antiguas filmaciones familiares–, finalmente se podrá ver en Buenos Aires, treinta años después de su estreno, uno de los homenajes más emotivos e inspirados al cine y el amateurismo con el que se empieza. Filmada a los porrazos, con horarios que no se cumplían, días que se convertían en semanas, técnicos que no sabían de qué trataba la película y un director que en su segunda película se deslizaba hacia las drogas duras, es considerada una alegoría sobre la heroína, una película de vampiros y un homenaje al cine, pero sobre todo una de las cumbres del nuevo cine español y de la Movida. Iván Zulueta nunca más volvió a filmar y murió en 2009. Sin estreno en VHS, cine o DVD, hoy la Lugones proyecta durante todo el día su obra de culto: Arrebato, con Eusebio Poncela, Cecilia Roth y un arrebatado Will More en busca del éxtasis que termina vampirizado por su obsesión.

› Por Alfredo Garcia

Algunos dicen que Arrebato es una película de vampiros. Otros, que es una película sobre drogas duras, especialmente centrada en la realidad paralela que se inventa gente que utiliza heroína a base diaria. Otros aseguran que es un film de “cine dentro del cine”, sobre la fascinación por las imágenes en movimiento. También hay gente que dice que es una obra incomprensible.

Se la ha llamado la gran obra maestra del nuevo cine español de la época de la movida (junto con los primeros títulos de Bigas Luna y Almodóvar). Algunos han intentado verla como un simple film fantástico exponiendo un nuevo concepto de vampirismo. Y muchos que han intentado verla como un simple film de terror han quedado terriblemente decepcionados por lucir más como un film de arte que como una pieza del género.

De lo que no cabe duda es de que el segundo y último largometraje de Iván Zulueta es un film de culto que, además de ser una de las películas más influyentes en la gran revolución que experimentó el cine español de la década de los ‘80, conserva su originalidad y su estilo único, y más de 30 años después de su realización sigue siendo una gran experiencia cinematográfica.

Experiencia que pocos han disfrutado en nuestro país, donde nunca tuvo estreno comercial ni edición en video o DVD, habiéndose proyectado en muy escasas funciones especiales durante todos estos años. Una de estas grandes ocasiones se presenta hoy en la Sala Lugones del Teatro San Martín, como cierre del ciclo de cine experimental denominado justamente “Del éxtasis al arrebato”.

Protagonizada por Eusebio Poncela y Cecilia Roth –ambos ofreciendo actuaciones memorables–, Arrebato es una obra maestra imperfecta que tampoco puede clasificarse como cine experimental, ya que las imágenes abstractas y vanguardistas que aparecen intermitentemente en el film forman parte del relato de ficción a través de los cortos de súper 8 que filma el otro protagonista, Will More, un freak aislado (dentro y fuera de la pantalla parece, que nunca volvió a actuar en nada) en un caserón en medio del campo que vive obsesionado por el ritmo de las tomas aceleradas y registros cuadro por cuadro que filma con su cámara. También hay unas breves imágenes de una vampira de índole totalmente convencional, ya que el personaje de Poncela es además un cineasta, solo que no amateur sino profesional, dedicado al cine de terror clase B.

Ambos cineastas pueden ser vistos como alter egos de Zulueta. More es un lunático darkie obsesionado por la velocidad de sus tomas abstractas aceleradas al estilo Koyanisqaatsi, que salta alrededor de su cámara y vive para encontrar el secreto de algo que él llama “la pausa”, y que llora y se derrumba al proyectar el material filmado.

Poncela es un director bastante abatido que filma películas con vampiros y hombres lobo, cuyo lema es “no es a mí al que le gusta el cine, sino que el cine es a quien le gusto yo”.

Este lema que el director low budget dice un poco irónicamente se vuelve profético, ya que entre otras cosas, Arrebato cuenta cómo este personaje va siendo captado por los fenómenos extraños y arrebatadores detonados por las lunáticas búsquedas formales de su colega amateur, que le manda por correo su antepenúltimo rollo de película súper 8 junto con un casete donde explica a su modo los sucesos paranormales que está experimentando, y que probablemente impedirán que pueda mandarle su obra póstuma que, según anuncia, filmará inmediatamente después de dejar el paquete con la película, la grabación y la llave del departamento donde encontrará la cámara cargada con el material que deberá llevar a revelar. Metido hasta el cuello en el trabajo, las drogas y el fracaso de su relación amorosa con la actriz de su película anterior –que para colmo intenta volver a meterse en su vida instalándose en su casa–, el personaje de Poncela está listo para dejarse succionar por ese extraño vampiro de súper 8.

Arrebato es uno de esos raros casos donde los hallazgos estéticos –con clímax formidables en lo que respecta a la imaginación visual avant garde–- no son para nada gratuitos, sino que están astutamente vinculados con una construcción narrativa sutil y minuciosamente elaborada, potenciada por lo innovador de la premisa argumental, a lo que se suma la capacidad de mostrar personajes y situaciones descriptivas de una época irrepetible que hasta ese momento no formaba parte de la imaginería del cine español, exceptuando las primeras películas de Bigas Luna, Caniche y Bilbao, filmadas apenas un año antes que Arrebato, que fue rodada en 1979.

Si aún hoy el film de Zulueta sigue siendo impactante, extraño y, por cierto, bastante salvaje hasta en sus explícitas escenas de consumo de sustancias ilegales inyectables –filmadas sin la sordidez del cine exploitation, sino con una naturalidad tan poética como perturbadora–, es difícil poder entender desde nuestra época el impacto que podía llegar a provocar en un espectador de 1980, año en el que el film se estrenó con más pena que gloria en una sala comercial española. Recién algún tiempo después el boca en boca ayudó a que Arrebato fuera un programa habitual en las funciones de trasnoche del legendario cine Alphaville de Madrid, donde estuvo un año en cartel.

Parece que durante el rodaje algunos miembros del equipo técnico, como la script girl o el jefe de eléctricos, estaban totalmente desconcertados. Los actores –especialmente el excéntrico Will More– y el director –que según cuenta Cecilia Roth prácticamente no dormía y se pasaba toda la noche reescribiendo escenas y quejándose de los detalles con los que no estaba satisfecho– llegaban siempre tres o cuatro horas más tarde de la citación, por lo que los técnicos puntuales se limitaban a filmar algunos inserts que les habían dejado indicados previamente, y luego tenían que aguantar a seguir rodando hasta cualquier hora, ya que Zulueta jamás abandonaba un decorado hasta haber terminado el plan de secuencias previstas para la jornada (Roth también recuerda que una escena no especialmente complicada, aunque muy importante en la trama, fue filmada por el director unas 23 veces hasta quedar conforme).

En una entrevista incluida en los extras de la edición española en DVD, un técnico cuenta que, dado que en esos tiempos no era usual que la gente que trabajaba en la producción de un film tuviera acceso al guión, algunos miembros del equipo directamente no entendían de qué iba la película, aunque suponían que a medida que avanzara el rodaje se iría aclarando la historia. Pero por el contrario, a medida que avanzaba la filmación, cada vez entendían menos, por lo que con el paso del tiempo quedaron realmente sorprendidos cuando la gente empezaba a afirmar que Arrebato era la gran obra maestra del cine español moderno.

Por otro lado, Arrebato también tenía la capacidad de espantar por completo al establishment cultural y el circuito de festivales europeos. Por ejemplo, uno de los productores del film asegura que el programador de Berlín la dejó afuera del festival conmocionado por la manera en la que Zulueta mostraba el consumo de heroína.

Iván Zulueta, que antes había filmado la divertida comedia beat 1 2 3 al Escondite Inglés (1969) en la que se burlaba de los concursos de bandas pop de la televisión, increíblemente no volvió a dirigir otra película luego de Arrebato, detalle que vuelve más emocionante la experiencia de ver esta película formidable que tiene de todo, incluyendo toques de humor y romanticismo, una excelente banda sonora –a cargo del grupo Negativo y el propio Zulueta– y un gran momento erótico-musical a cargo de una súper sexy Cecilia Roth, convertida en preciosa émula de carne y hueso de su adorada Betty Boop –una muñeca del famoso cartoon juega un papel importante en la trama– que baila y canta el clásico “I Want You, I Need You, I Love You” intentando expresarle su amor al personaje de Eusebio Poncela.

Este tipo de cambios de clima evidentemente fueron observados muy atentamente por un curioso personaje que solía aparecer por el rodaje, un tal Pedro Almodóvar, que terminó teniendo una curiosa y muy poco conocida intervención actoral en el film: hay un personaje secundario a cargo de Helena Fernán Gómez –la hija de Fernando, el famoso actor y director–- que en un raro giro burlón de Zulueta terminó siendo doblada por el futuro director de Entre tinieblas y Matador, dos films que contaron con la participación de los protagonistas de Arrebato, además de su mismo director de fotografía, el talentoso Angel Luis Fernández. Lamentablemente, Zulueta, fallecido en el 2009, terminó aplicando muchas de las excentricidades y excesos de sus personajes en su propia vida. Un amigo cuenta que uno de las últimas veces que lo vio, lo notó paranoico, quejándose de que se sentía observado y perseguido por todo el mundo, algo que podía entenderse como totalmente natural dado que el director retirado a la fuerza andaba por la calle arrastrando un paracaídas a sus espaldas y luciendo unas antiparras antiguas de aviador.

Si bien la obra de Zulueta, genio maldito por excelencia del cine español, incluye también una larga serie de cortos en súper 8 y 16 mm y varios programas de TV, no hay dudas de que siempre será recordado por Arrebato, irrepetible cult movie que, siendo exhibida en la Lugones solamente hoy, nos asegura un feliz domingo, al menos en lo que se relaciona con descubrimientos cinéfilos.

Arrebato se puede ver hoy en la sala Lugones (Teatro San Martín, Avda. Corrientes 1530) a las 14.30, 17, 19.30 y 22 horas.

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