Dom 02.10.2011
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PLáSTICA > MARIELA SCAFATI: SI EL ARTE NO PUEDE IR AL FUTURO, QUE VAYA A LA CALLE

No sé lo que viene, pero viene ya

Dejando prácticamente de lado la pintura y con una estética que evoca al mismo tiempo el aficherío universitario y la comunicación virtual de las redes sociales, Mariela Scafati reclama para el arte contemporáneo –ya que no puede anticipar el futuro– salir a la calle a detectar el cambio.

› Por Claudio Iglesias

Las imágenes de muchedumbres jóvenes suavemente enardecidas, ocupando las calles y embarcadas en formas innovadoras de protesta social, forman parte del acervo global de imágenes del presente y posiblemente son las imágenes que están comenzando a modelar una década, con elementos similares a los que vimos, en Argentina, diez años antes. El 2001 porteño fue un momento en el cual la certeza de que estaba pasando algo, que no se sabía exactamente qué era, sacaba a las personas de sus quehaceres rutinarios y las situaba en situaciones nuevas dignas de ser narradas a través de medios típicamente artesanales: prensa independiente, fanzines, cadenas de mails como máximo, rol que hoy ocupan las redes sociales y los servicios online. Ambas situaciones tienen otros puntos de comparación, como los breviarios de insurrección escritos a las apuradas por maximalistas de turno (el colectivo Situaciones, el Invisible Commitee, etc.) sobre un cuerpo mucho más extenso de relatos orales, anónimos, circunstanciales. El desafío que Mariela Scafati se impone en Windows es el de plasmar, en una sala de exhibición y mediante un razonamiento estrictamente pictórico, este “streaming permanente” de una realidad que cambia a gran velocidad, lo que en términos cibernéticos podría caracterizarse como una victoria parcial de información sobre la redundancia y, en términos artísticos, como la posibilidad de volver a pensar lo nuevo en el arte.

La muestra parece la fotografía del momento en que una pintora deja su taller para entregarse a la velocidad de la calle, como Scafati hizo tantas veces: un conjunto de pinturas arrinconadas, algunas de diez años atrás, deja espacio a una gran instalación de afiches de papel escritos a mano, con una técnica parecida a la de la cartelería universitaria. Los mensajes no son estrictamente consignas: “Ataques de cariño por ti / informalismo abstracto”, “Triste sin dormir”, “Experiencias muy felices / me andan corriendo...”, “El clima, entusiasmante....”. En este ensayo muy arengado de poesía visual, la felicidad es compartida con el espectador y el cambio es personal antes que político o, mejor dicho, la experiencia política se parece mucho al enamoramiento. Todos los carteles comparten un genotipo cromático: oscilan en torno del rojo, en tonos muy compuestos que la pincelada enfática ayuda a resaltar: estos rojos inestables como estados de ánimo y mezclados como gente en una manifestación encuentran un vértice en la colgada cenital del único “cuadro” pintado para la muestra: un monocromo avasallante que se interpone entre la iluminación de la galería y las cabezas de los espectadores. Sanguinolento y oscuro si se lo observa desde cierta distancia, el cuadro se vuelve más acarminado, espiritual y profundo si el espectador se deja estar a su sombra, permitiendo que las ondas de luz penetren la tela. Para poder apreciarlo, es necesario acostarse, y a tal efecto Scafati dispuso una alfombra con un diseño de su autoría. En Windows, la pintura emana desde el cuadro sobre caballete a formas híbridas y modernistas. Los cuadros almacenados en un rincón, junto a una tabla de planchar reciclada y oblonga y un mueble con platos pintados ceden espacio de forma cabal a la experiencia cromática de la comunicación, el diseño y la usabilidad. Este ejercicio de “pintura sin pintura” sigue el reverso de otra experiencia: el trabajo de Scafati en el Taller Popular de Serigrafía (2002-2007), que acompañó el ciclo vital de las asambleas. Los afiches del TPS utilizaban el vocabulario de la gráfica de las vanguardias históricas para fortalecer la comunicación política de las asambleas. Windows, en cambio, plasma fragmentos de charla personal en la forma de comunicación política más precaria y apremiante: la leyenda manuscrita sobre fondo monocromo pintado una y mil veces que todo usuario de la Universidad de Buenos Aires conoce a la perfección.

Reutilizando sus experiencias, su entusiasmo y algunos muebles, como en muchas pinturas reutilizaba pedazos de otras pinturas, Scafati se pone delante de ella misma y de su producción, recreando la escena mítica del artista que se olvida del arte y se lanza a compartir el futuro con los demás, en la calle. Además de que resulta difícil de compartir, el problema del arte contemporáneo, justamente, es el de ser contemporáneo: no puede anticiparse a las cosas, verlas desde adelante, ponerse en esas grietas en las cuales no se sabe lo que está pasando pero se sabe que está pasando algo, cuando la información le gana a la redundancia. Y ése es el terreno emocional, pictórico y ideológico de esta Scafati de la nueva década: “Mira tus dientes / donde se refleja el comienzo de una historia que vendrá”.

Mariela Scafati
Windows

Abate Galería
Pasaje Bollini 2170
[email protected]
Tel: 4804-8247
Hasta el 29 de octubre

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