Dom 02.10.2011
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PLáSTICA > LOS CUADROS DE CéSAR LóPEZ OSORNIO

Lo que es de César

Estudioso del zen, becado para estudiar en Japón, profesor en la Universidad de La Plata hasta que debió exiliarse en 1975, vivió décadas en España pintando hasta que volvió al país invitado por la Municipalidad de La Plata para hacer un centro cultural. Entonces pudo desarrollar una idea que maceró durante años: el Museo de Arte Latinoamericano de La Plata. Ahora, mientras el museo que dirige y montó exclusivamente con donaciones de los artistas goza de un reconocimiento indiscutido, César López Osornio expone su propio trabajo en Buenos Aires.

› Por Santiago Rial Ungaro

‘‘Yo soy egoísta: yo trabajo para mí. Me importa un cuerno la opinión de los críticos, de mi mujer, de mis hijos. Si vos trabajás sólo para los demás, te mentís a vos y les mentís a los demás”, dice César López Osornio (1930), y la verdad es que la gracia y la calidad de las obras de Breve Panorama (una muestra que recorre brevemente algunas obras de este maestro de la pintura argentina) es un maravilloso ejemplo de lo que él mismo denominó alguna vez como “geometría libre”: un arte plástico que hace uso de la abstracción geométrica con maestría y total libertad y que mediante el uso de sutiles gradaciones cromáticas y transparencias logra algo inusual: que una galería de arte se convierta en un santuario.

Pero conviene aclarar algo: César López Osornio, que nació en La Plata y que actualmente vive, pinta, trabaja y enseña en esa misma ciudad, no es egoísta en absoluto. Y, aunque esta muestra –que se puede visitar hasta el 15 de octubre en Hoy en el Arte Galería– sea seguramente una de las más bellas, purificadoras y conmovedoras que se puedan visitar en esta primavera porteña saturada de imágenes, López Osornio se muestra más locuaz para hablar sobre el Macla (el Museo de Arte Contemporáneo Latinoamericano), la ciudad de La Plata, o sobre su percepción del panorama actual del arte que sobre su propia obra. Quizá sea que a los 80 años este hombre ya sabe que su obra, que sin dudas lo trascenderá, habla por sí misma.

Si el trabajo de López Osornio con la luz, el color y las formas propicia la experiencia espiritual es porque para él la práctica de la pintura es una disciplina íntima, ajena a cualquier coyuntura social. “Cuando pinto sólo soy el sonido del pincel y el ritmo de mi dedo meñique deslizándose sobre la tela. Más allá de lo logrado, esto es lo único que me trasciende. Sólo en esos fugaces instantes soy el que quiero ser”, escribió en el catálogo de la muestra el mismo López Osornio, que en 1960 fue becado para ir a estudiar a Japón el Sumi-E, una técnica de dibujo monocromático en tinta de la escuela de pintura japonesa que se desarrolló en China durante la dinastía Tan (618-907) y que fue introducida en Japón en el siglo XIV por monjes budistas zen. “Yo pensaba que me estaban haciendo perder el tiempo, hasta que un día hice un clic y pensé: ¡qué idiota qué soy!”

Don César también estudió el zen y llegó a estar 45 días en un templo budista: “Creo que todo eso se convierte en una forma de vivir. Siempre pensé que, de aparecer algo de Oriente en mi trabajo, iba a aparecer naturalmente. Una de las ideas favorables que me dijeron allá es que no había cultivado falsos orientalismos. Siempre me seguí a mí mismo”.

En 1963 López Osornio fue nombrado por concurso profesor titular de Visión (UNLP), donde ejerció la cátedra hasta 1975. “Tuve la fortuna de tener como maestro a Héctor Cartier, el mejor maestro de plástica de la historia. Pero no era muy lindo en ese entonces estar acá: además de las amenazas me dejaron cesante de todos lados. O te mataban a vos o a tus hijos. Y tuve que salir 25 años: 5 años en Venezuela y 20 años en España, donde tengo dos hijos.” Lejos de quedarse rumiando su frustración, López Osornio supo aprovechar la dolorosa experiencia de su exilio en algo productivo: “En 1978 se organizó en Venezuela, lo que para mí fue la mejor muestra de Arte Latinoamericano que había visto. Así que cuando fui a España ya tenía esa idea de que había que armar un Museo de Arte Latinoamericano. Y cuando se hicieron las Olimpíadas en España en 1992 se hizo también una muestra latinoamericana que fue curada por el que entonces era el director del MOMA de Estados Unidos. Es decir, no estuvo a cargo de un curador latinoamericano: un disparate total. Y el norteamericano se valió de las obras de arte de algunos coleccionistas cuando en realidad tendría que haber buscado a los artistas, que además estaban vivos. A mí todo eso me enervó bastante. Para colmo, en ese homenaje a Latinoamérica había un solo artista latinoamericano: Roberto Matta”. Ese mismo año, en Zaragoza, López Osornio organizó la muestra Confluencias, con aportes de artistas latinoamericanos residentes en el Viejo Continente por exilios voluntarios o forzosos. Cuando López Osornio vino al país, invitado por la Municipalidad de La Plata para hacer un centro cultural, llegó con ganas de redoblar la apuesta y con ideas muy claras: “Yo creo que la gestión es un hecho político, pero la formación, la creación de un museo es un hecho absolutamente cultural, estético y artístico donde no hay régimen político, sino que se juzga el valor de las obras. Y quise que fuera latinoamericano, un arte siempre ninguneado”. Lo cierto es que, con casi 70 años, López Osornio empezó el siglo XXI con una actitud jovial y emprendedora: cuando regresó al país lo hizo con un enorme aporte de artistas latinoamericanos residentes en Europa donado por su intermedio, con lo que fundó el Museo de Arte Contemporáneo Latinoamericano: el Macla. Desde entonces el Museo no paró de crecer: en el 2005 fue distinguido como Museo del Año por la Asociación Argentina de Críticos de Arte, y hoy en día el patrimonio del Museo incluye colecciones especiales de Arte Madí, de Julio Silva y Luis Tomasello. La idea de López Osornio es “establecer las líneas de conducta cultural que valoricen esencialmente al artista por sobre las pautas establecidas desde un mercado foráneo. Hay una diferencia entre lo que es un museo estatal o un museo particular, como es el Malba, que es el mejor museo de Buenos Aires por lejos y hay que reconocerlo porque la diferencia es sideral. Pero la colección Costantini fue armada según un gusto particular y una economía particular. En cambio, los cofundadores del Macla son los artistas. Nosotros no hemos comprado ni una sola obra”.

¿Y su visión del panorama actual? Lúcida y generosa: “ArteBA es una feria de galerías que pueden pagar un stand. En este momento los que están dominando el arte son las mujeres de señores que tienen muchísimo dinero a las que sus esposos, para sacárselas de encima, les dicen ‘Bueno, ponente una galería’. Pero nuestro país es un país de mierda maravilloso. La producción cultural argentina es excepcional a nivel mundial, y mirá que yo estuve viviendo 25 años en Europa y te puedo decir que en Barcelona están muy cerrados. En Argentina, en todo el país, la percepción visual, el oído, están abiertos”.

Breve Panorama se podrá visitar de lunes a viernes de 11 a 20 y los sábados de 11 a 14 en Hoy en el Arte Galería, Juncal 848.

El Macla se puede visitar de martes a viernes de 10 a 20 y sábados y domingos de 14 a 22 en la Calle 50, entre 6 y 7, La Plata.

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