TELEVISIóN > AMERICAN HORROR STORY, LA NUEVA SERIE DE TERROR DE FOX
Después del éxito de los vampiros de True Blood y los zombies de The Walking Dead era tiempo de que la televisión se atreviera con un tópico mucho menos transitado y quizá más atractivo: el de la casa embrujada. American Horror Story, la nueva serie de Fox producida por Ryan Murphy y Brad Falchuk –los creadores de Nip/Tuck y Glee–, apuesta a mezclar las voces del más allá con la pesadilla inmobiliaria del más acá.
› Por Violeta Gorodischer
Una mansión gótica, un cielo gris y sin nubes, dos gemelos pelirrojos a punto de entrar y una nena con síndrome de Down que, desde la esquina, advierte con una sonrisa: “Van a morir ahí adentro”. El resto, aunque previsible, no deja de ser aterrador. De ahí a los títulos, tal vez lo más escalofriante de todo, hay sólo un grito de por medio: cuerpos mutilados, flashes que irrumpen de repente, fotos antiguas de bebés, frascos con restos humanos y una vocecita susurrada que repite “I’m Scared” una, y otra, y otra vez.
Así empieza la prometedora American Horror Story, nueva serie de Ryan Murphy y Brad Falchuk, también conocidos como los creadores de Nip/Tuck y Glee. Los protagonistas son los Harmon, un matrimonio compuesto por Vivien (Connie Briton, de Friday Night Live) y Ben (Dylan McDermott, de Los Practicantes) que se mudan de Boston a Los Angeles junto con su hija Violet (Taissa Farmiga), intentando reconstruir una relación en ruinas. Al principio los sorprende el bajo precio de semejante caserón, pero rápidamente descubren que su nuevo hogar esconde secretos mucho peores que la muerte de la última pareja que lo habitó. Claro que entonces será demasiado tarde: la actual crisis financiera de Estados Unidos se filtra hábilmente en la trama convirtiéndose en el motivo que los lleva a la quiebra y los deja presos en esta casa invendible. Si en sus creaciones previas los autores se animaron a exhibir los detalles morbosísimos de las cirugías por un lado, y reivindicaron un género retro por el otro, esta vez unieron ambos vértices para instalar el terror en la pantalla chica. El éxito que vienen teniendo los zombies de The Walking Dead y los vampiros de True Blood fue garantía suficiente para entender que el terreno era fértil y así decidieron poner el foco en un tópico clásico y siempre renovable: la casa embrujada.
Varios son los guiños que atraviesan la historia de los Harmon. Más allá del miedo puertas adentro, que ya fue tratado en la literatura por Edgar Allan Poe, Henry James y Shirley Jackson, por nombrar algunos, también hay claras referencias a películas como Al final de la escalera, de Peter Medak, o El resplandor, dirigida por Stanley Kubrick y basada en el libro de Stephen King. Y aunque la actualización del tópico es deudora de apuestas recientes como Paranormal Activity, donde una cámara de seguridad registra todo lo que pasa en una habitación a oscuras, lo cierto es que, hasta ahora, no se habían visto muchas casas embrujadas en la televisión. Aun así, tal vez el mayor hallazgo de la serie sea que, debajo de los ruidos, de ese sótano siniestro, de las apariciones y los flashbacks, existe una base melodramática que se sostiene por sí misma aquí o en cualquier otro lugar. Es que la grieta del matrimonio aparece la tarde en que Vivien descubre a Ben, psiquiatra de renombre, teniendo sexo con una de sus estudiantes en la mismísima cama matrimonial. El tema es mucho más complejo que una infidelidad, porque ella tuvo un aborto espontáneo hace pocos meses y no sólo no puede recuperarse, sino que tampoco tiene deseo sexual. La casa, por supuesto, usará a su favor la represión de Vivien, la culpa de Ben y los conflictos teen de Violet, en un combo que mezcla pánico, sangre y erotismo (casi) por igual. En el medio, se suceden personajes y situaciones semibizarras que superponen enigmas al mejor estilo Lost (habrá que ver si esto juega a favor o en contra con el avance de la temporada) y recuerdan algunos pasajes de la legendaria Twin Peaks. A saber: un ama de llaves vieja y tuerta a la que algunos hombres ven como una femme fatale, un ex inquilino con el cuerpo quemado que asesinó a su familia pero juzga a Ben por sus infidelidades, la misma nena del principio que ahora es adulta y se mete en la casa sin permiso para “hablar con sus amigos”, un ¿fantasma? enfundado en un traje sadomaso de cuero que engaña a Vivien para tener relaciones con ella y una vecina metiche (Jessica Lange) que sabe mucho más de lo que aparenta y es algo así como una antigua diva venida a menos, salida de una obra de Tenneesse Williams. El nuevo embarazo de Vivien sumará el condimento necesario que remite a El bebé de Rosemary (la escena en que una enfermera se desmaya durante la ecografía es impagable) y ahí ya tenemos algunas fichas para armar un mapa de esta serie que recién comienza. ¿Un consejo antes de verla? Cerrar bien las puertas y dejar todas las luces prendidas. A veces, la puesta en abismo puede tener consecuencias terribles.
American Horror Story se estrena el martes 8 de noviembre, a las 23, por Fox.
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