› Por Fernando “Pino” Solanas
Las Crónicas de la Causa Sur es el título que lleva este conjunto de películas que empecé a filmar con la conciencia de que sería una serie en 2002. Un fresco unido por un tema, la Argentina, en una suerte de viaje que va desde la catástrofe del 2001 hasta la reconstrucción; y al decir reconstrucción estoy planteando un anhelo y una mirada de un proyecto nacional, que retoma los hilos de un viejo proyecto de recuperación de los bienes y recursos que tiene el país, de una sociedad donde la utopía de la justicia social y la libertad se realicen plenamente. Este sexto film de la saga, que es Tierra Sublevada II: Oro negro, viene a ser como el final de un gran viaje que me ha llevado diez años de trabajo. Un documental no se hace de corrido, sino que se va haciendo con muchos acontecimientos que se suceden.
Así se fue armando un fresco; son todas películas independientes que tocan grandes aspectos de la posibilidad de la Argentina. Y contar en particular la historia del desarrollo petrolero en la Argentina, es contar la historia de una epopeya. Me ocurrió lo mismo que al contar la historia de los ferrocarriles en La próxima estación: a medida que avanzaba, iba descubriendo la magnitud de estas historias. Son actos ciclópeos, que se tragaron décadas de trabajo y también se tragaron muchas vidas. Cuando en esta película, de pronto, el cacique Paliza, aquel que tiene un pozo de petróleo en el fondo de su casa, del cual extrae el combustible que necesita para, por ejemplo, calefaccionar su hogar.
Descendiente de pueblos originarios que trabajaron en los orígenes de la industria del petróleo, y padre de 21 hijos, Paliza cuenta que su padre se iba de campamento con una carpa al medio de la selva a hacer una perforación, y su relato es monumental, porque yo puedo asegurar por experiencia que en cualquiera de esas selvas de la jungla, en un territorio limítrofe con Bolivia, es muy difícil aguantar siquiera una o dos horas, por el enorme calor y la cantidad de insectos de todo tipo que hay. De modo que no se puede creer que alguien pudiera quedarse allí y sobrevivir en invierno, en verano. Cuando empecé a hacer este viaje fui descubriendo cada una de esas historias que se merecerían una película por sí mismas, y esta película, como lo fue la de los ferrocarriles, es una epopeya.
Además, es importante que las seis películas se vean como parte de un todo, y por eso no sólo va rescatando estas historias individuales a lo largo de cada viaje, sino que además tomé la decisión de filmar toda la serie con el mismo lenguaje, ex profeso, para que uno pudiera verlas todas de seguido y que tuvieran unidad formal y estética. Todas las películas de las Crónicas de la Causa Sur responden al esquema del ensayo fílmico, el esquema que inicié con La hora de los hornos.
Otra historia conmovedora es la de La Mary, sesentona boliviana de origen, que llegó al país hace 40 años, y trabajó de peluquera toda su vida en General Mosconi, y terminó siendo una de las referentes de la Unión de Trabajadores Desocupados. Hizo trabajo voluntario, plantó árboles, limpió calles, y por supuesto, cortó rutas en defensa de los ex trabajadores petroleros. La Mary dirige una cuadrilla de adolescentes que recupera madera de los árboles que se tiran abajo por el desmonte. No tiene hijos y todo su afecto está volcado en esos chicos.
Yo creo que el espectador urbano, que es en definitiva el que ve las películas, ve la Argentina oculta, y esa Argentina es la de nuestros compatriotas que están en distintos lugares del país, viviendo con ética y con principios. Es algo que a mí me emociona mucho; me emociona encontrar personajes modestísimos, pobrísimos algunos, defendiendo sus valores, valores de solidaridad y sentido común, racionalidad, gestos humanos importantes, todo aquello que le da a este fresco de la Argentina su auténtica dimensión.
Este fin de semana vuelve a los cines Tierra sublevada II: Oro negro, sexta y última película de la saga documental que Pino Solanas dio en llamar Crónicas de la Causa Sur, mosaico sobre la crisis argentina que arrancó en 2004 con Memoria del saqueo y continuó con La dignidad de los nadies, Argentina latente, La próxima estación y Tierra sublevada I: Oro impuro. Durante todo noviembre, los sábados a las 18 y domingos a las 16, en el Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415.
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