TEATRO > EL ESCRITOR NORTEAMERICANO DAVID FOSTER WALLACE EN ESCENA
Cinco hombres suben a escena, libro en mano, para largar repulsivas confesiones sobre la triste condición masculina y heterosexual de hoy en día... Adaptando y pervirtiendo el ya poderoso libro de relatos Entrevistas breves con hombres repulsivos, del norteamericano David Foster Wallace, el director catalán Marc Caellas eligió escritores en vez de actores para darles voz y cuerpo a estos hombres revulsivos pero honestos, cínicos pero frágiles, sádicos pero temerosos, que aspiran a compartir con alguien la soledad esencial en la que viven.
› Por Mercedes Halfon
Hay ciertos encuentros personales más reglados que otros. Una entrevista es un claro caso de encuentro repleto de protocolos. Más aun una entrevista periodística. De un lado se debe anotar o grabar, estar atento, repreguntar; del otro, contar lo que sea que se cuente, intentando ser interesante. En el medio, un café, un agua mineral, tal vez una bebida alcohólica. Usando y a la vez pervirtiendo esa estructura tan rígida se desarrolla Entrevistas breves con hombres repulsivos, el corrosivo libro de relatos de David Foster Wallace que el director catalán Marc Caellas lleva a escena en la Fundación Tomás Eloy Martínez. Y si decimos “pervirtiendo” es porque precisamente en esas salvedades es donde estas entrevistas encuentran su atractivo, su distinción escénica. El libro de Wallace es uno de sus complejos aparatos literarios que enhebra relatos casi clásicos con monólogos confesionales de hombres cuya incomodidad con el mundo los vuelve horribles. El catalán Marc Caellas desprende estos monólogos intercalados en el libro entre cuentos y los reparte entre cinco personajes, que los van desplegando en distintos ambientes de un caserón de Almagro donde acaba de instalarse la Fundación. Palabras íntimas pero impúdicas que desnudan esas habitaciones mentales a las que nadie invita a nadie: miserias de conquista sexual, humillaciones innombrables, coartadas viles, perversiones descriptas y ejecutadas con la frialdad de quienes ya han dejado muy atrás la desesperación.
Primera salvedad de la adaptación: ni en el libro ni en la obra las preguntas se suceden. Los hombres en cuestión hablan muchísimo, se explayan en diversos temas; pero, en la obra, una entrevistadora se mantiene enigmática en el más absoluto silencio. Una mujer que es testigo, juez, pero no parte de todo. Segunda salvedad: en la obra no se trata de hombres repulsivos sino de escritores. Esa modificación hizo Marc Caellas al título de Foster Wallace y es la clave de su versión. Quienes actúan los textos del escritor americano no son actores sino hombres que escriben: Guillermo Piro, Lucas Oliveira, Martín Seijo, Esteban Feune de Colombi y Roni Bandini. La periodista es la periodista Ivana Romero. A ella le abrirán su neurotizado corazón en dosis pequeñas, pero letales.
Por más que no estén hablando de sus asuntos sino recitando un texto de ficción, su condición de escritores es un dato ineludible y, además, interesante. Estaríamos ante una tercera salvedad: el que habla en la entrevista entonces es tanto Foster Wallace como Martín Seijo (y Guillermo Piro y Lucas Oliveira...). Son escritores recitando a otro escritor. Marc Caellas explica: “Me parece que los escritores están hechos de una pasta especial y que hay cierta honestidad vital que, bien canalizada, es muy potente escénicamente. A cada escritor le propuse un texto y una manera de presentarlo en vivo. A partir de ahí, cada uno lo llevó a su terreno, lo tradujo a su propio lenguaje, lo filtró con su personalidad y de ahí salió lo que presentamos. Sospecho que sí, que estas entrevistas hablan también un poco de ellos y, por tanto, de sus creaciones literarias”.
Seguimos a estos hombres/escritores repulsivos por el espacio de la Fundación Tomás Eloy Martínez. Una de las entrevistas ocurre en la biblioteca, otra en el patio interno, otra en la terraza. Ahora bien: ¿qué dicen estos mentados hombres/escritores repulsivos una vez ubicados en estos espacios tan poco convencionales? He aquí tal vez la mayor peculiaridad de toda la adaptación: los escritores no hablan de literatura. Sus monólogos hablan más de vida que de obra. Los cinco hombres repulsivos tienen en común la honestidad con que narran sus conflictos. Hacen un helado strip-tease intelectual. Uno que describe pormenorizadamente cómo seduce mujeres para sus prácticas masoquistas, otro que deja a su novia por el miedo que ella le transmite a que él la deje, un tercero que explica cómo ser un gran amante a partir de la hipocresía progre. Y así. La imposibilidad de relacionarse que tienen la mayor parte de ellos, tanto con el sexo opuesto como con ellos mismos en profundidad, toma la escena construyendo una cartografía de los males emocionales del mundo contemporáneo.
Y esto es lo más aterrador. En tiempos de post-feminismo y teorías queer, cuando los géneros se redefinen, la masculinidad pareciera ser el género que más acríticamente lleva el yugo de su clase. ¿Pero esto es así? ¿Qué sucede “puertas adentro” de sus cabezas? Sobre esos sujetos perturbados reflexiona lúcidamente Foster Wallace. Navegando en mares de sarcasmo, construye estas historias en las que más de uno se verá reflejado.
El hecho de que la única mujer del espectáculo permanezca toda la función en un silencio sólo matizado por gestos sutiles podría incentivar una lectura errónea. Puede incomodar ese silencio tan pronunciado. Sin embargo, no hay en esto una intención sexista, casi diríamos que es al revés: el foco está puesto en la problemática de ellos; y como el que calla, otorga, con su mutismo chaplinesco la mujer subraya las patologías que estamos escuchando. Entre tanto escritor repulsivo, es ella –periodista– la que hace las preguntas, y a la vez la que ejerce la posición de poder, al guardarse la última palabra.
Aunque la última-última sea del espectador, claro. Porque es a él a quien intenta cooptar más hondamente, a través de sus rupturas, sus salvedades, esta obra. Porque, como siempre, se trata de ir al teatro y salir modificado.
Entrevistas breves con escritores repulsivos puede verse los viernes a las 21, en Fundación Tomás Eloy Martínez, Carlos Calvo 4319, P 1. Capacidad máxima: 30 personas, por orden de llegada.
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