Sábado, 24 de diciembre de 2011 | Hoy
ENTREVISTAS > EL POETA ARGENTINO QUE TRADUJO LA POESíA CHINA CONTEMPORáNEA
Hace unos años, con un amigo, tuvieron la peregrina idea de traducir poemas del chino con la asistencia del diccionario. Ante el fracaso del experimento, el poeta y editor Miguel Angel Petrecca decidió tomar el toro por las astas: se puso a estudiar la lengua milenaria y beca mediante viajó a China, donde tomaría contacto con poetas de carne y hueso. El resultado es Un país mental, 100 poemas chinos contemporáneos (Ediciones Gog y Magog), un muestrario de humor tenue, budismo, vida urbana y misterio de un país que se puede empezar a conocer por donde menos se lo espera.
Por Mercedes Halfon
Un pionero es alguien que se inicia en la exploración de un territorio virgen. Si ese mapa inexplorado es mental, la aventura que implica va a tener otras características, no menos aventureras. Una tarea así fue la emprendida por el joven poeta y editor Miguel Angel Petrecca: aprender y consustanciarse con un idioma tan complejo como lo es el chino. El resultado de esa expedición fue Un país mental, 100 poemas chinos contemporáneos, antología que salió recientemente por la editorial porteña Gog y Magog. En las primeras líneas del prólogo, Petrecca narra un excéntrico intento de traducir poesía china ocurrido algunos años antes de que él ingresara en el idioma, llevado a cabo junto a Darío Rojo, Daniel Durand y Jorge Salvetti, provistos únicamente de un par de diccionarios. “Visto en perspectiva –reflexiona– cuesta imaginar una empresa que estuviera tan predestinada al fracaso desde su misma concepción.” Aun así, fue el puntapié inicial del libro que tenemos entre manos. De ese intento fallido surgió el interés de Petrecca por el idioma, lo que lo llevó a estudiarlo intensamente en Buenos Aires, hasta que finalmente, una beca le posibilitó perfeccionar sus estudios en China.
Su idea siempre fue conocer el idioma escrito para llegar a la traducción –algo que ya realiza profesionalmente– centrándose en poesía. Este género tiene una encumbrada tradición en esa lengua, pero por su dificultad y su medular diferencia respecto de los idiomas de Occidente, no ha sido muy traducido y menos aún al español. Ni siquiera los poetas canónicos de la dinastía Tang, como Li Po o Tu Fu, cuentan con una traducción directa a nuestra lengua. De ahí la importancia de Un país mental: es una aproximación inmediata al modo de sentir y plasmar en palabras del chino contemporáneo. Es, además, la primera.
Al acercarse al volumen, una de las primeras ideas que se ponen en juego es la que tenemos acerca de “lo chino”. Usualmente, la visión occidental de Oriente lo ancla en tópicos como la espiritualidad, lo milenario, lo exótico, la comida y cosas por el estilo. Algo a lo que Miguel Angel Petrecca se opone tajantemente: “Yo no estaba muy interesado en todo lo que venía de China. De hecho exageraba la posición contraria. No quería caer en nada de budismo, taoísmo, etcétera. Era un abordaje limitado y muy de estudiante de letras, el mío. Después por suerte me fui abriendo. Pero quise evitar los lugares comunes del interés por lo oriental. Cuando volví me pasó que mucha gente se decepcionaba con mis relatos, porque querían que les dijera que la cultura china era totalmente diferente. Y uno tiene que decir que no es tan así, que son un país moderno y globalizado como nosotros”. Estas ideas participan también en el recorte que llevó a cabo en la antología. Miguel explica: “Hay una cristalización de la visión de lo chino en lo clásico. Por eso me interesó contrariarla, ir a lo más contemporáneo. Todos los poetas que están incluidos nacieron a partir de la década del ’50. Algunos empezaron a escribir a fines de los setenta, pero la mayoría son de los ’80 y ’90 y construyen un panorama de diferentes movidas y estilos del último período”.
Pero ¿qué pasó antes, cómo llegamos de la época del oro de la dinastía Tang con Tu Fu y Li Po a estos poetas? La poesía contemporánea china se inscribe precisamente en la ruptura con esta tradición. Hereda, en principio, el gesto de un movimiento de intelectuales reformistas ocurrido a principios del siglo XX, que proclamó, entre otros cambios radicales, el abandono de la lengua clásica que constituía el lenguaje literario por excelencia desde hacía siglos, por el habla cotidiana. Así nace la poesía moderna china, también al calor de la lectura de otros movimientos occidentales que empezaban a traducirse en Oriente como el Romanticismo o el Simbolismo.
Esta iniciativa rupturista se vio truncada por las décadas de intensa politización y la consiguiente pérdida de autonomía del terreno literario. Pero retorna con el segundo gran movimiento poético chino, en los ’70, en medio de la Revolución Cultural. A fines de esa década comienza una tímida apertura, cuyos protagonistas en el terreno de la poesía fueron los llamados Poetas Oscuros. Escritores herméticos, simbólicos, fueron opositores declarados a la panfletización que provenía del comunismo. Entre ellos se destacan Bei Dao y Duo Duo: el primero es el poeta chino más traducido en el exterior; el segundo, menos conocido pero no menos importante, forma parte de esta antología.
Toda esta efervescencia de producción y circulación veloz de textos llega a su apogeo en 1986 con La gran Exhibición poética, un evento multitudinario que incluyó colectivos de todo el país. Participaron más de cien grupos, algunos constituidos por un solo integrante. Algunos de sus curiosos nombres son: “La literatura de la gente real” (un integrante), “Poesía de las ocho en punto” (cuatro integrantes), “Caja cuadrada” (un integrante), “El grupo de la nueva sensación” (un integrante), “Soldado del cubismo” (un integrante), “Gatos triangulares” (tres integrantes). Pero este gran momento de la poesía china tuvo un final abrupto en 1989 con la masacre de Tiananmen. Para Xiao Kaiyu, otro de los poetas de la antología, se extinguió un modo de vivir y, por eso mismo, un modo de escribir. La poesía china, siempre caja de resonancia de los cambios y rigores políticos del gigante oriental, no pudo hacer oídos sordos.
El recorte de Un país mental incluye diecinueve escritores que pertenecen a las generaciones que vivieron precisamente esos dos momentos claves de la historia de su país. La Revolución Cultural cuando eran muy pequeños y la masacre de Tiananmen, ya mayores, de la cual muchos fueron partícipes como manifestantes, terminando en la cárcel algunos, teniendo que exiliarse otros. Por eso mantienen, aunque en otro sentido que sus predecesores, una tensión con la esfera política y estatal: “La relación de estos poetas con el Estado es conflictiva, pero son opositores silenciosos. Por otra parte hay una tradición de ‘el funcionario poeta’, funcionarios que escriben poesía y la promocionan aprovechando su lugar para difundir sus textos, incluso en el exterior. Por eso es marcada la diferencia entre el espacio oficial representado por esa clase de poetas y el independiente. La cultura, las editoriales, el circuito de consagración están muy determinados por el Estado. Lo independiente, por decirlo de alguna manera, el término que usan en China es algo así como un espacio civil, fue surgiendo lentamente a partir de los setenta. En la época del apogeo de Mao no existía tal cosa. Por eso la poesía surge en esa zona de oposición, de otra circulación de textos. Igual tampoco es tan tajante la diferencia; algunos de los poetas del libro participan de circuitos oficiales como las universidades. Es más bien como una tensión sutil y permanente”.
¿Cuál es la relación que estos escritores tienen con su tradición? Petrecca explica que para ellos el corte con sus antepasados es menos el resultado de una decisión que de su situación histórica. Cerradas las universidades, sus lecturas de juventud quedaron signadas por el azar de lo que circulaba de mano en mano o hallaban en una mesa de saldos.
Los poetas de esta antología escriben en contra de los Poetas Oscuros y su simbolismo encriptado. Su lenguaje es llano y abandona la tensión política que sostenían los otros. Algunos de los incluidos: el mencionado Xiao Kaiyu, Han Dong, Song Lin, Xi Chuan, Lan Lan. Petrecca los fue conociendo personalmente, llevado por recomendaciones mutuas. De ese modo recorrió el país. Y luego tradujo estos bellísimos cien poemas donde se puede encontrar humor tenue, formas coloquiales, espontaneísmo, budismo, narratividad, instantes de magia pura, lluvia, delirio, vida urbana, misterio.
Un detalle llamativo de la traducción es que ha optado por utilizar el vos rioplatense. Petrecca tiene una teoría al respecto: “Pienso que el tema es análogo a lo que sucede en poesía. Así como entre nuestros contemporáneos no queda ya casi nadie que opte por el tú, para mí resulta anacrónico optar por el tú en la traducción, particularmente si se trata de la traducción de un contemporáneo. La lengua de la traducción tiene que evolucionar, en ese sentido, a la par de la lengua de poesía, que a su vez, dentro de la tradición moderna en la que estamos insertos, tiende a acercarse a la lengua cotidiana. La crítica más habitual es que, supuestamente, utilizar el vos implica limitar el ámbito de lectores, o que es un gesto autista análogo al de las traducciones españolas llenas de jerga, que ignoran la existencia de lectores no españoles. Sin embargo, pienso que esa crítica no es justa. En primer lugar, aunque tal vez sea el argumento más endeble, uno edita en principio acá, o sea que el lector en el que piensa es alguien más o menos como uno. En segundo lugar, a mí no me molesta leer una traducción española o latinoamericana por el uso del tú; me molesta, o me puede molestar, porque es una mala traducción, o una traducción llena de jerga. En tercer lugar, porque me parece que de lo que se trata es de insistir con el vos hasta crear una tradición de traducción de poesía en rioplatense. Si hay lectores latinoamericanos o españoles a los que actualmente les molesta, yo creo que con el tiempo y la insistencia de una línea o tradición esa molestia va a tender a desaparecer”.
Como todo cartógrafo que se precie, Miguel Angel Petrecca escribió de su travesía un diario de viaje. Lo llamó Ciudades de paso. Es un anexo bello, caprichoso e impresionista, que entronca de un modo armonioso con los poemas chinos. “El pensamiento en ósmosis con el paisaje”, dice en un momento y eso es lo que se percibe al leerlo. Las caminatas por ciudades y pueblos, los encuentros con fragmentos de muralla, casas, leyendas antiguas; los malentendidos, las lecturas de Víctor Segalen, las charlas con estudiantes de distintas nacionalidades, las noticias que llegaban desde Buenos Aires, completan con una faz cercana y verdadera a la intensa experiencia del libro.
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