Dom 13.05.2012
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PERSONAJES > JULIETA RADA, LA HIJA DE RUBéN Y REINA DEL CANDOMBE FUNK, CRUZA LA ORILLA CON AFROZEN

Rada como encendida

› Por Mariano del Mazo

“Es buena la nena, ¿no?”, dice Rubén Rada en penumbras y bajo la bovedilla del ex Michelangelo, a la vuelta de La Trastienda. Pero eso será en la noche del miércoles. Ahora es martes a la tarde. Ahí viene Julieta Rada. Primero llega su cuerpo y en un instante ella, toda ella, que es mucho. Producida para la ocasión –fotos para esta nota– parece salida del almanaque de un taller mecánico de la Ciudad Vieja. Al rato demuestra que es más que una cara bonita y al día siguiente demostrará que aspira ser mucho más que la hija de Rada.

Nació en Buenos Aires el 25 de mayo de 1990 en la Clínica del Sol y a los pocos años ya estaba siguiendo por México a su padre, que a su vez seguía a Tania Libertad, incorporando en aviones y kilómetros el desarraigo que provoca eso que vagamente se suele llamar la “vida de artista”. Se crió bajo la sombra de sus dos hermanos mayores, Lucila y Matías, y por motivos varios consumió más Stevie Wonder y Michael Jackson que murga y rock and roll. “Yo bailaba y cantaba encerrada en el baño. Era, soy, muy tímida. No hablaba con nadie, era un cero. A los 16 me picó el bicho de la actuación. Me copé mal con las Spice Girls y después con Britney Spears y Christina Aguilera. Mi viejo me recomendó que tomara clases de canto con una profesora que se llama Carmen Pi. Y me fui soltando. Se puede decir que así empezó todo.”

El círculo familiar se va cerrando cuando se cruzó con Nicolás Ibarburu, guitarrista desde hace 17 años de Jaime Roos. “Era mi amor imposible. Tocaba los domingos en un bolichito de la Ciudad Vieja con su hermano, con Gustavo Montemurro y con Urbano Moraes. Yo iba a verlo a él. Un día me invitan a cantar. Elegí un tema que hace George Benson: ‘This Masquerade’. Parece que le gusté. El estaba en pareja. Apenas se peleó empezamos a salir.” Julieta vive con sus padres (la madre, Patricia Codara, es psicóloga) en un departamento con ventanas al Parque Rodó. “Mi viejo dice que uso mi casa de vestidor... Estoy todo el día en lo de Nicolás. La mayoría de los temas del disco son nuestros. Los dos nos metemos con la letra, los dos con la música.” Esos temas son los que mostró el miércoles a la noche y los que volverá a mostrar en un concierto previsto para junio. El álbum tiene nombre de medicamento o de curso del Rojas: Afrozen. Si hace casi cuarenta años Rubén Rada y Eduardo Mateo inventaron con El Kinto el candombe beat, ahora Julieta habla de “candombe funk”. El funk y el soul es lo que define al disco: no sólo a nivel rítmico o sonoro, también estéticamente. El espectacular espejo donde se mira Julieta es el de Rihanna. En vivo se la ve decidida, aunque más cándida que vamp. Todavía se le cuela algún mohín adolescente. La rodean en guitarras su novio y su hermano, el formidable Matías Rada: una máquina de ritmo, riff y vocoder. Con la producción de Ibarburu y Nico Cota y la intervención de la cuerda de parches Rey Tambor más la percusión del Nego Haedo, el disco se desliza por la huella desmalezada hace más de veinte años por Illya Kuryaki (de hecho Dante Spinetta rapea en un tema), una escena de funk, pop y hip hop un tanto afectada, que nunca llegó a consolidarse del todo en el Río de la Plata.

“Mi intención, a lo que aspiro, es mezclar diferentes universos. Por un lado, tengo a genios como mi viejo, Eduardo Mateo, Hugo Fattoruso; por el otro, a ídolas como Mariah Carey, Whitney Houston, Beyoncé... Eso que en Uruguay critican por música comercial. Qué sé yo, hay música comercial que está buenísima. Los Beatles eran comerciales... A mí papá lo mataron cuando sacó Quién va a cantar. Es comercial, sí, pero qué discazo. Uruguay es raro. Yo amo Uruguay, y creo que lo amo porque tiene un montón de cosas negativas que funcionan como positivas. La gente es superpancha, nada cambia, nos conocemos todos... ¡Eso es malo pero es bueno!”

Hablás mucho de tu papá. ¿No buscan alejarte de eso de ser la hija de...?

–No, para nada. No es un peso, es un orgullo. Mi papá es un genio en serio. Tengo un Edipo total. Mirá, para que te des idea del viejo que tengo: ¿viste que las fotos de tapa del disco son jugadas? Yo propuse el arte de tapa, a mí me gustan los artistas que se producen. No es fácil exponerse tanto, pero me gusta. ¿Sabés cómo reaccionó mi viejo? Me compró ropa más zarpada todavía... ¡No la puedo usar! Lo amo.

¿Hacés terapia?

–Sí... ¿por qué?, ¿se nota?

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