Domingo, 27 de mayo de 2012 | Hoy
DANZA > LOS POSIBLES: DE GONZáLEZ CATáN AL SAN MARTíN
Lo que empezó como las clases de un coreógrafo en un centro de integración social de González Catán se reveló casi enseguida como la posibilidad de un espectáculo asombroso e inesperado. Casi enseguida consiguieron el apoyo del Teatro Argentino de La Plata y estrenaron Los posibles, una obra de danza que elude toda referencia burda a su origen y hace de la euforia y la plasticidad de esos cuerpos curtidos una experiencia que se dispara en mil direcciones y deja al público de pie pidiendo más. Después de su experiencia en La Plata, llegan a Buenos Aires para reestrenar la venerable sala AB del San Martín.
Por Ale Cosin
Un pibe parado ahí, en el centro del espacio escénico vacío teñido con luz. Mira al público, lo mira profundamente, como si pudiera atravesar a cada espectador: llegar a sus cuerpos, imprimir su presencia como un tatuaje. Iguales a esos tatuajes que ostentan los cuerpos jóvenes pero curtidos de los integrantes de KM29, responsables de Los posibles, una obra de danza, nada más ni nada menos.
El cuerpo del pibe se proyecta a cada espectador con fiereza y una tranquilidad luminosa, mientras de a poco los demás intérpretes van moviéndose sutiles, sorprendiendo con su presencia sigilosa. De pronto todo estalla, y son siete muchachos que abarcan el espacio en todas las direcciones y niveles, disolviendo la frontera entre lo posible y lo improbable. Así como las fronteras entre pobres y privilegiados: se disuelven, se trastruecan. Cuando acaba Los posibles, ellos –los pibes que llegaron del conurbano para hacer la función– son los que le han regalado al público una experiencia invaluable por lo única (de la manera en que el arte es único, y especialmente el arte del movimiento, irrepetible, efímero), de eufórica belleza.
En 2010 Juan Onofri, coreógrafo, bailarín y docente, comenzó a encontrarse con varios concurrentes a Casa Joven La Salle (centro de integración social de González Catán) con el fin de ofrecerles clases de entrenamiento en danza. El entusiasmo de ambos, de Onofri y del alumnado, fue creciendo. Lo que sucedía en esas clases no era sencillamente traspaso vertical de información: allí había material precioso para crear arte. Onofri comprendió que había abierto un canal creativo inaudito y todos entendieron que, superando los preconceptos, habían logrado alcanzar una calidad en el trabajo impensada incluso en ámbitos consolidados.
Fue tan importante y provocador el encuentro entre estos muchachos, que obtuvieron el apoyo logístico y económico del mismo Centro y del Teatro Argentino de La Plata, acciones que condujeron al grupo KM29 a la profesionalización y al convencimiento de que el proyecto es un trabajo con visión de futuro. Llegaron las funciones en el Tacec (área experimental del Teatro Argentino), que requirieron de un esfuerzo gigante de todos. El éxito fue tan impactante que finalmente reestrenan en Buenos Aires.
“La sala ofrecida por el Centro Cultural San Martín es un espacio más
grande y arquitectónicamente muy distinto al Tacec. Para eso Matías Sendón desarrolló una adaptación que intenta replicar la estructura de balcones y sus distintos niveles”, comenta el director desde Europa, donde está promocionando todo el proyecto KM29. “Este es un gran desafío técnico y de producción tanto para nosotros como para el CCSM, que reabre la mítica sala AB con nuestra obra.”
Los posibles no es una obra sobre chicos marginales, ni siquiera sobre el encuentro de diferentes culturas. No puede reducirse a una lectura unívoca porque el riesgo es quedarse en la superficialidad de la anécdota que está en los orígenes del grupo, pero no es lo único que se ve en el resultado.
Los posibles es una multiplicidad de estados y de asociaciones: la violencia, la ternura, la docilidad y la ausencia de adiestramiento, solidaridad, soledad, masculinidad, juventud... La provocación abre la percepción en infinitas direcciones.
Hay, sí, mucho diálogo en términos de estímulo/respuesta; diálogos entre movimientos que aguardan el impulso de otro para desenvolverse, movimientos que se relacionan entre sí y con el espacio en tiempos secuenciales o simultáneamente. Mediante dúos, en solos o en grupos, los bailarines despliegan variedad de formas y traslados en el espacio. La música y la iluminación son elementos indispensables para que esas coreografías desarrollen un todo uniforme pero sembrado de fragmentos significativos en sí mismos.
La falta de literalidad, cierta opacidad, hace de Los posibles una obra entretenida, atrapante, porque no requiere un saber sobre los bailarines, su procedencia o sus gustos: la potencia de su presencia en escena es lo que sobrecoge.
Un logro de esta pieza sobre la producción dancística local es no haber imitado estilos: si bien los muchachos traen bagajes reconocibles como el break dance, el pakour o la danza contemporánea, no existen tramos en los que estas técnicas se muestren en estado puro. Existen sí momentos en los que unos y otros proponen su estilo para compartir y transformarse dentro del grupo. Por otro lado, es la musicalidad el ordenador: una partitura extremadamente cuidada para que la unidad se logre a través del trabajo conjunto de cada recurso compositivo. Y tan logrado es ese orden que el final llega en un momento candente, provocando al público a pararse del asiento pidiendo bis como si se tratase de un recital.
Los posibles
31 mayo, 1, 2, 7, 8, 9 de junio a las 21 hs.
Domingos 3 y 10, 19 hs.
Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551. Sala AB
Entradas: jueves $ 20. Viernes, sábado y domingo $ 40
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