CINE > SCAMPIA: EL BARRIO MáS DENSO DE NáPOLES HECHO DOCUMENTAL
Roberto Saviano ya había escrito bastante sobre el lugar en Gomorra, el libro de investigación sobre la Camorra que lo convirtió en best-seller y blanco móvil al mismo tiempo: un enorme complejo habitacional construido en los ’60 y devenido en el mayor mercado de droga de Europa, poblado de desocupación, violencia, omertà, diamantes y familias enteras que siguen ahí viviendo como pueden. Mientras Saviano revisita el lugar en Vente conmigo (Anagrama), el libro de crónicas sobre Italia que acaba de publicar, el director Francesco Cavaliere llega a la Argentina para presentar (R)esistenza, su documental sobre un cura, un puñado de vecinos y su perseverante resistencia civil.
› Por Angel Berlanga
“Solía ser como un pueblo suizo, hasta había fuentes y todo: era una maravilla”, dice al comienzo de (R)esistenza un viejo vecino de Scampia, el barrio emblemático de tensión social de Nápoles que, controlado por la Camorra, funciona como el mayor mercado de venta de drogas en Europa. “¿Saben cuándo comenzaron todos nuestros problemas? –sigue el hombre, y contesta–. Cuando construyeron Las Velas. Son una abominación arquitectónica. El alcalde Valenzi trajo a un arquitecto desde París para el diseño. El creía que las personas de clases sociales distintas tenían que mezclarse y unirse para poder evolucionar, pero en lugar de una evolución se produjo una regresión.”
Las Velas es un conjunto de enormes edificios aterrazados, de unas 300 viviendas por bloque. Fue proyectado por el arquitecto Franz Di Salvo, que siguió algunas de las ideas básicas de Le Corbusier. El nombre se debe a la forma triangular de los pisos superiores. Se construyó entre 1962 y 1975 y, más que al diseño arquitectónico, debe su mala fama a la pauperización social, a la ausencia del Estado y a la mano de la Camorra. Fue uno de los escenarios de la guerra de clanes entre 2004 y 2007: sobre eso contó el periodista Roberto Saviano en el libro Gomorra. Un viaje al imperio económico y al sueño de poder de la mafia napolitana, que le valió fama mundial, guardaespaldas casi perpetuos y también andar un tiempo escondido por la promesa de que lo iban a liquidar. La Vele di Scampia es también escenario icónico de la película que, inspirada en el libro, hizo Mateo Garrone, denunciado hace unos días por un camorrista preso que lo acusa de haber comprado el permiso para filmar allí. Gomorra inspiró también (R)esistenza, el documental que vino a presentar al 14º Festival de Cine de Derechos Humanos su director, Francesco Cavaliere. Lo inspiró por la contraria: su película intenta mostrar las señales de que en Scampia no todo está perdido, de que algunos grupos o personas trabajan contra la Camorra, o al margen.
Y sin embargo, Cavaliere no es optimista.
Basura, montañas y montañas de basura por todas partes: es el paisaje de Scampia que presenta (R)esistenza. De fondo, contra el cielo, humaredas densas y negras: las “tierras de los fuegos” en las que se queman sin control los residuos tóxicos que se descargan ilegalmente; el manejo de los desechos es uno de los tantos negociados de la mafia que denunció Saviano. Escuelas cerradas, zonas inaccesibles, edificios colapsados, control absoluto de la Camorra y sus centenares de brazos y ojos acerca de qué pasa y qué no, con los ánimos generalmente formateados entre la sumisión a los mandatos mafiosos –o la expectativa de zafar– y la resignación ante las falsas promesas de las instituciones y los poderes políticos (vinculados con la Camorra). Cansado del estado de las cosas en su país, cuatro años atrás, Cavaliere se fue a vivir a Amsterdam. “Italia pasaba por un momento bastante amargo, y pensé que en Holanda podría trabajar mejor como documentalista –cuenta en un hotel del centro de Buenos Aires–. Un día, en medio de una manifestación que se hacía en el Insitituto de Cultura Italiana de Amsterdam contra una ley mordaza que impulsaba Berlusconi, me encontré con quien sería la productora de la película, Wanda Glebbeek, que había leído Gomorra y no podía creer que en Europa se viviesen situaciones como la de Scampia.” Entre ambos comenzaron a tejer relaciones y contactos con organizaciones del lugar y también con quienes habían trabajado en la película; el proyecto cobró impulso luego de un viaje en el que descubrieron algunas vetas que esbozaban una contracara positiva del caos social, la desocupación, la mafia, el puerto de drogas y el contrabando que narró Saviano. “Y pensamos que valía la pena recoger estas historias que, de algún modo, transmiten una sensación de esperanza –dice Cavaliere, que nació en Pozzuoli, una pequeña ciudad cercana a Nápoles–. Está todo lo terrible, pero también esto otro.”
La película entrelaza, entonces, ocho historias: cinco de “iniciativas”, tres de “recuperados”. “Yo nací y crecí en Scampia; sobreviví acá, porque nacer acá es realmente una apuesta –dice Ciro Corona, fundador de la Asociación AntiCamorra–. Hay quienes se van para salvarse, y hay quienes se quedan y resisten. Cuando veo en la calle a los pibes que venden droga, pienso que tranquilamente pude haber sido uno de ellos. Tuve la suerte de contar con una familia que me respaldó, y de encontrar a las personas justas en los momentos justos.” Van desgranándose los testimonios tenaces: Angelo viene confeccionando un mapa de informes con videos y fotografías en torno de las quemas de residuos industriales tóxicos, el desastre ambiental que se encadena en la zona que va de Nápoles a Caserta; A67 se presenta como una banda crossover-rock que se jacta de haber denunciado a la mafia en sus canciones antes que el mismísimo Saviano; Emanuelle es un poeta que escribe sobre el barrio, que se fue hace poco y vuelve a visitar el sitio en el que vivía, hoy abandonado; don Aniello es un cura intransigente con la Camorra y crítico de políticos, medios y pares de la Iglesia, que intervino en la recuperación de Tonino, un ladrón que tuvo cierta jerarquía en la mafia y ahora trabaja como jardinero (y además da charlas sobre criminalidad); y también en la de Marco, un ex adicto que hoy entrena un equipo de fútbol de pibes, en las adyacencias de la parroquia. Completa el panorama Daniela, otra ex adicta que cuenta de la problemática de criar una familia numerosa y de conseguir una vivienda propia: vive en una escuela ocupada, junto a otras 29 familias. “Es muy difícil filmar en Scampia si no sabés dónde y cuándo –dice Cavaliere–. En eso me guió Ciro: en la Asociación AntiCamorra trabaja mucho con niños... que son hijos de los camorristas. Es muy conocido y respetado en el barrio; y si en algún momento se pasan con el apriete, las madres de los chicos lo defienden. Sabían que estábamos filmando, nos controlaban continuamente desde las ventanas, los autos, pasaban motitos. Pero sabían, sobre todo, que nuestra intención no era denunciarlos. Hubo algunas cositas, pero nada grave.”
“En Scampia hay un tesoro bajo tierra. Un tesoro de piedras preciosas: esmeraldas, topacios, rubíes, lapislázulis... Y diamantes. Sobre todo diamantes. Meten todas las piedras en botellas de Coca-Cola, de las de plástico, da igual pequeñas que grandes.” ¿Y dónde está el tesoro, exactamente? “Si lo supiera, se lo diría a los magistrados. Pero hay que buscarlo: está allí, en algún agujero excavado en alguna parte, en lugares diseminados aquí y allá. Porque yo los veía con mis propios ojos, a los Di Lauro, que se iban a su zona, en medio del Arco, en Secondigliano, y luego volvían con las piedras. Algunas tan grandes que no pasaban por el cuello de la botella. Con los diamantes de Paolo Di Lauro se podría empedrar la autopista Nápoles-Roma...”
El que cuenta eso es Maurizio Prestieri, un jefe camorrista detenido en Marbella que prendió el ventilador ante la Justicia y ante Saviano. El testimonio abre “Autorretrato de un capo”, uno de los textos que componen Vente conmigo, libro de crónicas de Saviano que acaba de aparecer aquí. “Ahora los narcotraficantes italianos compran sobre todo piedras preciosas para blanquear dinero –sigue Prestieri–. Su valor nunca baja; al contrario, sube constantemente. Las escondes fácilmente, y si necesitas liquidez no tienes problemas para venderlas en cualquier parte del mundo. Las casas, los coches o las fincas te los confiscan. Los billetes puedes esconderlos en intersticios, pero al cabo de un tiempo enmohecen y se deterioran. En cambio los diamantes... como decía el anuncio, son para siempre.”
Vente conmigo repone algunas de las historias que Saviano narró en el programa de televisión que protagonizó junto a Fabio Fazio: aseguran que fue un éxito inesperado, más visto incluso que los partidos de la Champions. Maneja el impacto, el hombre: arrancó abrigado con una bandera italiana, abogando por la unidad nacional. En esta semana se anunció una nueva temporada. En Vente conmigo, Saviano mechó la denuncia con “historias vividas con honestidad y coraje”, entre ellas las de otro cura, Giacomo Panizza, que lleva años enfrentándose a la ‘Ndrangheta, la mafia calabresa. Un corrimiento respecto del clima sombrío y sin retorno de Gomorra. “Scampia, palabra de un dialecto napolitano desaparecido, designaba la tierra abierta, la zona de maleza, donde a mediados de la década de 1960 levantaron el barrio y las famosas Velas –escribió allí–. El símbolo podrido del delirio arquitectónico o quizá simplemente una utopía de cemento, que no ha podido oponer resistencia contra la construcción de la máquina del narcotráfico que ha penetrado en el tejido social de esta parte del mundo. El desempleo crónico y la ausencia total de proyectos de desarrollo social han hecho que se haya convertido en un lugar capaz de almacenar toneladas de droga, así como en un taller para transformar el dinero facturado con su venta en economía viva y legal.”
Parte de eso corrobora Ciro en (R)esistenza: “Después de todo, éste es un pueblo rico, aunque de dinero sucio de la Camorra –dice–. Y hay una contradicción enorme entre lo que se muestra y la vida real. Hay más empresas en Scampia que en cualquier otra parte de Europa, pero a la vez Scampia tiene la mayor tasa de desempleo. Es obvio que se trata de empresas falsas, usadas por la mafia para lavar dinero”.
Cuenta Cavaliere que todavía estaban en plena grabación cuando llegó la noticia de que a Aniello lo trasladaban. Buena parte de lo que venían registrando se nutría de sus iniciativas, pero la Iglesia ordenó “rotación de rutina”. “Y eso quedó al final: fue amargo, duro, difícil –dice–. Como que no cierra demasiado alentadoramente. Más allá de la fuerza de esta gente, mi visión es pesimista, no vislumbro muchas posibilidades de salida. Es muy desparejo el balanceo entre lo bueno y lo malo. Y sin embargo, es muy valioso mostrar lo que se está haciendo, aunque sea muy poquito. Cuando hicimos la primera proyección en Nápoles fue a verla muchísima gente de Scampia; me preocupaba, la verdad, la reacción que pudieran tener. Y para nuestra sorpresa la reacción fue muy positiva, porque en la película no está solamente la degradación, la situación terrible por la que pasan, sino que también podían reconocer estas pequeñas e incipientes situaciones positivas. Muchos no sabían siquiera que estos grupos e iniciativas existían.”
“Yo soy muy crítico de la Iglesia en Italia, y Ciro tampoco es católico –aclara Cavaliere–. Pero el trabajo de este cura era una realidad; al principio pensé que tenía una ideología de izquierda... ¡pero era un tipo de derecha! Terminé relativizando eso porque hacía realmente un trabajo muy solidario: ojalá toda la gente de derecha fuera así. No me pareció raro que fuera transferido, porque sus superiores tienen muy claro cuáles son los poderes del país: la Camorra, los políticos y la Iglesia. Este Aniello los denunciaba a todos y entonces se lo sacaron del medio. Era incómodo. Pero fueron ellos los que lo sacaron; a la Camorra incluso le convenía que estuviese ahí, porque contenía situaciones difíciles y cuidaba a los chicos.” La política, agrega Cavaliere, está absolutamente degradada en Italia, y no genera expectativa alguna: las votaciones en Scampia son manejadas por prácticas clientelares de la mafia.
“El 41 por ciento de los pobladores de Scampia pertenece al sector más carenciado de la sociedad italiana. La tasa de desempleo es del 61,7 por ciento. El 13,4 de los adolescentes abandona el colegio. Un promedio estimado de 5000 kilos de drogas se vende cada mes, por un valor de 350 millones de euros. 3600 homicidios se han cometido por la mafia en los últimos 30 años. El 10 por ciento de la población adulta de Scampia tiene antecedentes penales. El 15 por ciento de los miembros del Parlamento italiano tiene antecedentes penales.”
Son los datos que cierran (R)esistenza.
(R)esistenza se podrá ver, en el marco del DerHumAlc (Festival de Cine y Derechos Humanos) el 28 de mayo a las 18 en la Alianza Francesa (Córdoba 936) y el miércoles 30 a las 19, en el Instituto Italiano de Cultura (Marcelo T. de Alvear 1119). Más información del festival en imd.org.ar/festival
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