Cuenta Fernando Varela que apenas terminaron de grabar Inalterable, el disco anterior de Hijos de Babel, sintieron que empezaba a germinar la idea de las sustancias que inspirarían al próximo, Otros mundos, éste que van a presentar oficialmente el sábado que viene en el Centro Cultural Recoleta: cuentos de escritores. Contemporáneos, argentinos, que estén vivos: unos que al leerlos, dice, en algún momento te llegan, te atrapan, te edifican esos otros mundos para por ejemplo asomarse o verse distinto en el espejo o descubrir algún rincón del corazón, del alma, del olvido. “Nos dio la sensación de que en los tres primeros discos veníamos repitiendo las temáticas de las letras, así que se nos ocurrió que una buena manera de salir de eso podía ser meternos en el universo de los narradores que nos gustan, de la literatura”, dice Varela. Y así, entonces, desembocaron en el umbral de un trabajo que no parece tener antecedentes: diez canciones inspiradas en diez cuentos escritos por Mempo Giardinelli, Hernán Casciari, Pablo Ramos, Abelardo Castillo, Fabián Casas, Reynaldo Sietecase, Guillermo Saccomanno, Juan Forn, Alejandro Dolina y Pedro Mairal. Con un arquero, un equipazo. “Lo curioso –señala Varela– es que al final no salimos de las temáticas que traíamos, porque inevitablemente uno termina eligiendo sobre lo que le gusta o le preocupa, la infancia, el barrio, el paso del tiempo, el desamor.”

“Patrón”, de Abelardo Castillo, “El buen dolor”, de Saccomanno, o “Veteranos del pánico”, de Casas (esta última con participación de Litto Nebbia y Willy Crook) fueron algunos de los textos que inspiraron a Varela, letrista y bajista de este grupo de Floresta que viene tocando desde hace siete años. Fernando conforma Hijos de Babel junto a Mauro, su hermano, que compone la música, toca la guitarra y canta, y Hernán Burset, a cargo de batería y percusión. “De arranque pensamos que queríamos tener la voz de los escritores dentro del disco”, rebobina Fernando; en efecto, a los diez primeros surcos de las canciones de Otros mundos les sobrevienen otros diez con los autores leyendo tramos de sus cuentos. Varela evita, con algo de pudor, referir los elogios que recibieron de sus inspiradores, pero en los blogs de Ramos, Mairal o Casciari, por ejemplo, puede leerse la contentura.

“En la gran mayoría de los casos, el punto de partida fue la melodía, y sobre eso se trabajan las letras”, dice Fernando, y cuenta que su hermano le pasó un caudal de composiciones del que fue escogiendo para refinar una poética inspirada libremente en el destilado de sentido de los cuentos. Por redondear el formato/concepto quedaron por el camino las versiones de “Muchacha punk”, de Fogwill, de “Ni el tiro del final”, de José Pablo Feinmann, y de “Oscuramente fuerte es la vida”, de Antonio Dal Masetto. “En algún momento, también, caímos en la cuenta de que todos los cuentos en los que nos basamos fueron escritos por hombres –apunta Varela–. Bueno, nos dijimos, hagámoslo así, todos tipos; si queremos, más adelante, podemos hacer uno en el que sean todas tipas, porque hay muchas escritoras que también nos gustan mucho, como Liliana Heker, Mariana Enriquez o Samanta Schweblin, por ejemplo.”

“Mucha gente que nos sigue se ha acercado a los libros de los escritores a partir del disco –agrega–. En los recitales, cuando decimos que un tema está basado en tal o tal autor, sentís que muchos paran la oreja. También se genera alguna confusión: por ahí te dicen ‘¡Qué buena la letra de Abelardo Castillo!’, y no sabés si eso viene a ser más un elogio para nosotros o un insulto para él (se ríe). Pero bueno, es un condimento que tal vez las canciones comunes y silvestres no tienen, y por ahí despierta interés por el texto por el que se originó. Esa es nuestra ambición, que una cosa lleve a la otra.”

En la página del grupo pueden verse, también, unos spots llamados “Motivos para leer”, en el que los inspiradores cuentan por qué conviene hacerlo: “Es, de algún modo, continuar por otra vía ese proyecto maravilloso que Mempo tiene en el Chaco para difusión de la lectura”, dice Varela y enfila, para ir concluyendo, hacia su propio proceso de escritura. “Me pasó, muchas veces, de sentir la mirada del escritor mientras componía su letra –cuenta–. Algo así como imaginarlos pensando ‘pará, ¿este pibe qué está haciendo, qué tomó de mi cuento?’. Eso fue un peso, pero después me lo saqué de encima: si les gustan, mejor, y si no, bueno, las canciones ya están. La literatura, la música, el cine, cualquier obra de arte, por así decirlo, están para generar cosas. Y creo que los autores deben pensar esto mismo, así que los imagino contentos de que sus textos hayan generado esto. Al menos ése me parece el camino lógico.”

Otros mundos se presenta el 15 de diciembre a las 20 en el Centro Cultural Recoleta, sala El Aleph, Junín 1930. Entrada: $ 20.

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