MúSICA > ENTREVISTA A FRANCO BATTIATO, QUE TOCA POR PRIMERA VEZ EN LA ARGENTINA
Cuando llegó a Milán desde su Sicilia natal en los años ’60, Franco Battiato deslumbró en el circuito de bares de la ciudad con un estilo entre John Lennon y Frank Zappa. Desde entonces no paró de crecer y de experimentar hasta conseguirlo casi todo en la música: hizo pop romántico, tecno, experimentó con la música de vanguardia y escribió ópera. Es favorito de los críticos y un fenómeno de ventas. Y además incursionó en la literatura, la actuación, el cine, la plástica e incluso la política, todo desde su retiro parcial del mundo en Milo, el pueblo donde vive y se refugia en la meditación y el misticismo. Ahora viene a tocar por primera vez a la Argentina, donde todavía es un artista de culto. Antes del show charló con Radar sobre su nuevo disco, la crisis europea y la hermandad espiritual entre italianos y argentinos.
› Por Claudio Kleiman
Definir a Franco Battiato como cantante y compositor es apropiado, pero claramente insuficiente. Es también escritor, director, actor, cineasta, pintor, compositor de ópera y música de vanguardia, y hasta incursionó en la política, pero básicamente –y con mayor énfasis a partir de los años ’90– es un místico que vive apartado de la vida mundana, en el pequeño pueblo siciliano de Milo, dedicado a su arte y a la meditación (al igual que Leonard Cohen, con quien puede establecerse más de un paralelo). Y es, claramente, uno de los artistas más importantes de la música italiana de los últimos 50 años. En la Argentina, sin embargo, sigue siendo un artista secreto.
A través de más de 40 álbumes –sin contar las compilaciones y numerosas colaboraciones con otros artistas–, Battiato recorrió prácticamente todos los estilos, desde el pop romántico hasta el experimentalismo más hermético, pasando por la ópera y el tecnopop, y logró ese raro consenso de ser al mismo tiempo prestigioso y popular: los círculos académicos lo reconocen sin fisuras, y su éxito comercial, especialmente durante los años ’80 y ’90, no tiene precedentes.
Su carrera se remonta a mediados de los años ‘60, cuando se mudó desde su pueblo natal de Riposto, Sicilia, a Milán, con la intención de probar suerte con la música. A partir de 1965 edita una serie de singles como cantante pop sin mayor éxito, los dos primeros bajo su nombre real, Francesco Battiato. Pero es realmente a partir de los primeros años ’70, luego de que firmara un contrato con el sello experimental Bla Bla, cuando Battiato se afirma como artista, con una serie de álbumes ligados a la música electrónica que –como suele suceder en estos casos– pasaron bastante desapercibidos en su momento, para ser redescubiertos muchos años más tarde. Especialmente los tres primeros, Fetus (1972, cuya tapa fue prohibida inicialmente, por contener la imagen de un feto), Pollution (también de 1972) y Sulle corde di Aries (1973), son considerados altamente influyentes y adelantados a su época. El músico fue evolucionando desde piezas ambientales hasta terrenos más ligados al minimalismo y la música concreta, en trabajos como L’Egitto prima delle sabbie (1977), que ganó el premio Stockhausen de música contemporánea en 1978.
Al mismo tiempo, en Italia existía un fuerte movimiento de rock progresivo (o “rock sinfónico”, como se lo llamaba entonces), con grupos como Premiata Froneria Marconi y Le Orme. Aunque muchas veces los críticos suelen ubicarlo dentro de este género, Battiato –hablando por teléfono en exclusiva para Radar, pocos días antes de su primer desembarco en la Argentina– responde que no se siente identificado con esta definición. “En realidad, yo hacía música electrónica, más cerca de Tangerine Dream y ese tipo de grupos; los PFM hacían un rock más tradicional. Yo trabajaba con un concepto más cercano a la música de vanguardia que a los grupos de rock”, trata de explicarse en un castellano correcto, aunque algo dificultoso.
¿Te sentías influenciado por grupos del krautrock como Kraftwerk y Can?
–No, yo empecé dos años antes que ellos. En el ’68 compré un sintetizador en Londres y me largué a componer música electrónica. En general, mi música es como una onda primigenia; cuando empecé a trabajar mi pensamiento era directo, muy diferente de la música tradicional, nunca utilizaba expresiones como “mi amor”, me gusta mucho experimentar.
En ese sentido te han comparado con Peter Gabriel. ¿Cómo te sentís con respecto a eso?
–Puede ser porque, si bien somos diferentes, tanto Peter Gabriel como Brian Eno han estado siempre experimentando, y en ese sentido podría existir algún paralelo.
Hablando de experimentación y su diversidad de intereses, Battiato ejemplifica con una ópera que montó en 2011 basada en la figura de un filósofo naturalista italiano del siglo XVI. “Un teatro italiano tradicional de música lírica me comisionó para componer una ópera sobre Bernardino Telesio, el filósofo del Renacimiento; escribí el libreto y la música. Hemos hecho una obra holográfica, que es la primera en el mundo, llamada Telesio. La particularidad es que no hay nadie en escena: la gente venía con la expectativa de ver seres humanos, pero no había ninguno, fue una experiencia interesante. El disco salió el año pasado por la división clásica de Sony, y viene con un DVD, pero no es lo mismo que verlo personalmente”, concluye, comparando los hologramas con la imagen que se produce en un espejo cuando nos vemos reflejados.
Pero en los ’80, Battiato adoptó los sintetizadores para componer canciones pop que resonaban con el espíritu de la época. Especialmente cuando, después de firmar con la multinacional EMI, obtiene un suceso impresionante con La voce del padrone (1981), que fue el único álbum de Franco editado en la Argentina durante la época del vinilo. También fue el primer disco italiano en vender más de un millón de copias, y en Europa ya ha superado los 3 millones. Una de sus canciones, “Centro di gravità permanente”, se convirtió en uno de los mayores éxitos del cantante, y actualmente es un clásico. Cuando se le menciona que en realidad su carrera está más cerca del cambio perpetuo que de la permanencia en un centro de gravedad, Battiato responde: “Es verdad, pero la contradicción es necesaria”, y promete que va a cantarla en su concierto en Buenos Aires, así como otro éxito de esa época (editado en un single en castellano en 1986), titulado “Yo quiero verte danzar”.
El otro gran suceso de su carrera –también editado en la Argentina, ya en la era del CD, con algunas de sus canciones en versiones en español– fue La emboscada (1997), que representa uno de los primeros trabajos de Battiato en colaboración con Manlio Sgalambro, un filósofo que colabora con algunas de las letras, que contienen referencias a Cioran, Nietzsche y otros pensadores ligados al nihilismo. “La emboscada fue un gran éxito en Italia, y contiene una canción que se llama ‘La cura’ (traducida como ‘El cuidado’), que la gente considera en mi país una de las más bellas canciones de amor que se hayan escrito”, dice él, para avergonzarse inmediatamente aclarando: “Bah, es una buena canción en general”.
El filósofo Manlio Sgalambro también colabora en su trabajo más reciente, Abrete Sesamo, el álbum que viene a presentar en Buenos Aires, junto a una retrospectiva que recorre algunos de los principales hitos de su repertorio. Battiato explica que “Sgalambro es un filósofo con el que estamos trabajando juntos desde 1994. A lo largo de mi carrera he compuesto muchas canciones solo, letra y música, pero creo que es importante la colaboración, porque yo soy un místico y Manlio es un filósofo que se cree ateo, y trabajamos muy bien juntos”.
¿No chocan un místico y un ateo?
–¡Sí!
¿Eso es lo que hace la colaboración interesante?
–¡Seguramente es mejor que hablar con un cardenal italiano!
Explicando más sobre Abrete Sesamo, Battiato comenta que “es un disco totalmente en español, con las letras traducidas por el grupo Los Planetas, que han hecho un trabajo realmente maravilloso. El título viene de la historia de ‘Ali Baba y los cuarenta ladrones’. Yo hago meditación desde los años ’70, y de vez en cuando medito en mi terraza, y en esos momentos a veces digo ‘ábrete sésamo’, es como una palabra mágica en cierta manera. Musicalmente hay una diversidad, si bien creo que es un disco importante, sobre todo por las palabras. Pero también en lo musical marca una diferencia, porque en este disco después de mucho tiempo he vuelto a usar los sintetizadores como lo hacía en los años ’70, cuando componía música avant-garde. Hay secuencias electrónicas, y al mismo tiempo cuerdas y teclados; creo que es uno de los mejores discos de mi carrera”.
¿De qué hablan las canciones?
–Es sobre todo un disco espiritual. Hay una canción que se llama “Un irresistible reclamo”, que habla de las campanas. Yo vivo en un pequeño pueblo en el campo, y cuando estoy en meditación en mi cuarto, a veces escucho el sonido de las campanas de una iglesia que queda a tres kilómetros, transportado por el viento; es maravilloso, como dice el texto, es “un reclamo lejano, irresistible, que invita a la plegaria de la tarde”. “Testamento” es otra canción que dice “dejo a mis amigos los años felices”, y también dice que Cristo en el Evangelio hablaba de la reencarnación.
Sin embargo, la prensa europea ha preferido destacar otros versos que los que elige el propio Battiato. El experto Josemi Valle, de la revista española efe eme, dice sobre los textos: “Son especialmente incisivos, llenos de discurso y oratoria, con imágenes mundanas que guardan realidades metafísicas, fogonazos poéticos entre la ironía y el nihilismo, del que ya está de vuelta de todo y busca blindaje en la meditación interior”. Y agrega que tanto la visión de Franco como la de Sgalambro (que ya tiene noventa años) “se transparenta en muchos párrafos del disco que parecen escritos con un pie y medio puesto en otro mundo: “Me gustaba todo de mi vida mortal, hasta el olor que le daban los espárragos a la orina” (de “Testamento”). “No fuisteis hechos para vivir como bestias sino para perseguir virtud y conocimiento” (fragmento de La Divina Comedia de Dante insertado en la canción “Un irresistible reclamo”).
Battiato también ha intentado encarar preocupaciones más mundanas, con resultados descorazonantes. Cuando se le pregunta acerca de su experiencia como ministro de Cultura de Sicilia (una de las tantas informaciones erróneas que circulan por Internet), el cantante se apresura a aclarar que “fui asesor, no ministro. Duré cinco meses y renuncié, porque con los políticos no se puede hablar”.
Era previsible que un hombre espiritual tuviera conflictos con los políticos...
–¡Fue una guerra total!
¿Qué pensás del momento que vive Europa actualmente?
–No es fácil. Yo estoy contento por la Argentina, porque ha encontrado una salida muy buena; en Europa, el momento es muy malo. Yo creo que en Italia, mientras sigamos teniendo a los políticos de derecha, será imposible dar un paso hacia adelante, porque son terribles. Hay un hombre que tiene cuatro canales de televisión e influencia a la pobre gente que no entiende nada, no se dan cuenta de que es un momento peligroso.
La referencia a Berlusconi, y la comparación con la situación de la Argentina, sirve para regresar al tema de su primera visita al país, como parte de la gira internacional Apriti Sesamo Live, en el marco de las actividades culturales del “Verano Italiano” en Buenos Aires, organizado por la Embajada de Italia, el Consulado General de Italia, el Instituto Italiano de Cultura y el Ministerio de Cultura de la Ciudad. Entusiasmado, Franco relata que tanto en el álbum Abrete Sesamo –que ya ha sido editado en España, y espera un próximo lanzamiento en nuestro país– como en la gira europea, participaron Gavin Harrison (baterista de Porcupine Tree y King Crimson) y Simon Tong (guitarrista de The Verve y Gorillaz), y que en sus actuaciones en la Argentina lo acompañará una banda atípica, sin bajo y batería: guitarra, piano, teclados y cuarteto de cuerdas, a los que se suma eventualmente una batería electrónica. Ante la pregunta sobre los motivos que pudieron haber incidido para que su llegada demorara tantas décadas, Battiato responde filosóficamente: “En verdad es extraño que sea la primera vez que voy a visitar Buenos Aires, porque incluso antes de hacer música ya me gustaba la ciudad. Yo creo que los argentinos y los italianos son hermanos, tenemos la misma condición espiritual. Pero mejor tarde que jamás”.
Franco Battiato se presenta en Buenos Aires en una única función, el sábado 8 de junio a las 19 en la Usina del Arte, Caffarena 1 (esquina Av. Pedro de Mendoza), La Boca. Puntos de venta de entradas: Centro Cultural General San Martín (Sarmiento 1551) y Teatro 25 de Mayo, (Av. Triunvirato 4444).
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