Domingo, 15 de septiembre de 2013 | Hoy
TEATRO > POR EL DINERO, DE LUCIANA ACUñA Y ALEJO MOGUILLANSKY
Cuatro artistas revelan a su público los recorridos económicos que marcaron sus vidas adultas en Por el dinero, una obra de Luciana Acuña y Alejo Moguillansky enmarcada en el Proyecto Manuales del Centro Cultural Rojas. Y al mostrar los procedimientos económicos, los modos de producción, la obra expone un conflicto político que no puede quedar fuera del trabajo artístico.
Por Mercedes Halfon
Desde tiempos inmemoriales se cree que el arte es una profesión que no se lleva muy bien con el dinero. Y razones no faltan. Son muchísimas las biografías de artistas que confirman el mito, y películas y novelas que hacen explícita esta relación tan conflictiva que algunas veces termina en tragedia (Los amantes de Montparnasse, de Jacques Becker, con la biografía de Modigliani, es un ejemplo terrible y hermoso). Como si el arte también tuviera que dar cuenta de su dificultad de existir. Por el dinero, de Luciana Acuña y Alejo Moguillansky, pieza que se inserta dentro del Proyecto Manuales del Centro Cultural Rojas, ha tomado este mismo tema, pero desde el lenguaje teatral. Y lo hace con una perspectiva eminentemente contemporánea. Ya no se trata del periplo de un artista incomprendido por su tiempo, que muere en la pobreza, para que luego se enriquezca su progenie o su marchand. Se trata de cuatro artistas bien de esta época que revelan al público sus recorridos monetarios desde que iniciaron la vida adulta. Y esto como un punto de partida, porque no estamos frente a un biodrama estrictamente, ni a una victimización del artista, sino a una reflexión multiforme y facetada sobre las finanzas de los que viven en la cuerda floja de la creación en Buenos Aires. Una respuesta a la acuciante pregunta: ¿de qué viven?
Y todo esto en el marco de Proyecto Manuales, que ya va por su tercera edición y que propone hacer una obra teatral, usando como disparador –justamente– un manual. Acuña y Moguillansky eligieron el Manual de danzas nativas de Pedro Berruti. El texto se proyecta en un momento de la pieza y parece reflejar, en alguna medida, el pasado. El pasado del arte. Un tiempo mítico para la danza. Un tiempo en que se podían redactar manuales y reglas para bailar. Hoy la única regla –se desprende de la utilización cariñosamente irónica de ese texto– sería la sobreadaptación.
Hay que saber que Acuña es una coreógrafa y bailarina integrante del grupo Krapp de danza-teatro, que hace casi diez años viene trajinando la escena independiente de Buenos Aires. Alejo Moguillansky, por su parte, es también parte del circuito alternativo, pero del cinematográfico. Acaso el miembro más radical de ese colectivo heterogéneo que es El Pampero. Ambos tienen una obra que desafía e intenta correr los límites de lo que se supone es el género al que se dedican. Pareja en la vida real y padres de una beba, con el film aún no estrenado El loro y el cisne (y desde antes también, en menor medida), han comenzado a cruzar también sus proyectos artísticos. Por el dinero da un paso más en este sentido. Ellos explican: “Una vez que existió la propuesta, pensamos en hacer una obra chica, sólo con nosotros dos en escena. En ese momento estábamos muy mal de dinero, con una deuda enorme (de la que se habla en la obra), y encarando por vez primera un presupuesto mensual ‘familiar’ para el año que se venía. Básicamente pensábamos todo el tiempo en dinero, en sumas, en saldos, en devoluciones de deudas. Ambos nos reconocíamos alienados por ese motivo, y por vez primera se nos apareció como problema la extraña ecuación de un gasto fijo y un ingreso fluctuante, como es el caso de la mayoría de las personas que conocemos”.
Es por esto que la obra comienza con ellos dos y el bailarín y performer francés Matthieu Perpoint, sentados en tres sillas, leyendo sus gastos mensuales. Con boletas en la mano pasan en limpio las cifras de cada uno: servicios públicos, farmacia, comida, la educación privada de los niños, pero también salidas, delivery, yoga. El número final asciende a 11 mil pesos en un caso y a 10 mil en el otro. ¿Será que gastan demasiado? Antes de eso habíamos visto la filmación del economista de Oxford, Paul Segal, explicando el extraño fenómeno de la llamada “clase media” y la complejidad y las diferencias de lo que abarca cultural y socialmente; lo que se supone son los consumos de la clase media y a lo que eso obliga. Más adelante veremos una coreografía en la que participan los cuatro integrantes de la puesta –a los mencionados se suma Gabriel Chwojnik en la música en vivo–, que termina de configurar el raro lenguaje de la obra. Cifras, danzas, teclados que suenan a comedia slapstick, biografías de tres artistas.
Se trata, podríamos decir, de una obra desmontada. Del desmontaje de un montaje. Pero esto no significa, como en muchísimos casos de teatro contemporáneo, de una obra que muestra sus procedimientos artísticos sino de una obra que muestra sus procedimientos económicos. O para decirlo en otros términos: sus modos de producción. En un momento de la pieza se dice que toda la obra fue realizada con un presupuesto de 10 mil pesos. Y que luego el cachet que le quedará a cada uno, por todos los meses de función, rondará entre los mil y mil quinientos pesos. Más allá de lo anecdótico de la cifra, el gesto de nombrarla, de problematizarla, es político: se trata de visibilizar un conflicto, de no dejarlo afuera del trabajo artístico. Por la sencilla razón de que eso es lo que lo constituye. Hablando de las tres carreras que se cuentan en la pieza –la de Moguillansky, la de Acuña y la de Perpoint–, explican: “El eje de esas historias debía ser siempre el mismo: la historia económica de cada uno. Había un sentido que aparecía y que nos resultaba conmovedor, y es la idea de que uno, la biografía de uno entendida en todas sus dimensiones, desde lo que le pasa, lo que piensa, lo que crea, etc., es el correlato de esta historia económica. Y ahí la obra se descubre como una suerte de tragedia marxista sobre el lugar del artista en el tiempo presente. En este proceso de re-escritura y ensayo fueron particularmente importantes los aportes teóricos de Fernanda Alarcón y las conversaciones con Agustina Muñoz. Las historias tenían todas un punto en común y es la idea que finaliza la obra de que el amor y el dinero son mundos irreconciliables”.
¿Esto es así? Viendo Por el dinero, finalmente, dudamos en dar una respuesta. Uno podría decir que sí y que no. Que sí porque tanto Acuña, como Perpoint, como Moguillansky, pese a ser reconocidos y exitosos artistas, viven de otra cosa. Que no, porque si una obra hecha con un presupuesto exiguo, como ésta, logra semejante potencia, el dinero no asegura nada. Aunque de algo tengan que vivir los artistas. Como cierra Moguillansky, hablando de la relación presupuesto-cine, pero que puede aplicarse al teatro, a la danza, o a la vida misma: “No creo que el dinero sea el único condicionamiento. Recuerdo un comentario que recibí sobre mi última película: ‘A pesar de ser libre, se sostiene y tiene estructura’. Ese pensamiento, su mera existencia, es uno de los verdaderos enemigos del cine hoy, diría, y lo que lo está acorralando en todos sus ámbitos”.
Por el dinero puede verse los viernes a las 22.30, en el C.C. Rojas, Corrientes 2038.
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