Domingo, 6 de abril de 2014 | Hoy
MUESTRA Asociadas al paraíso perdido de la infancia, el fútbol y también a una forma oblicua de pedagogía, las figuritas siguen existiendo y coexistiendo con los entretenimientos más tecno de la actualidad, aunque pertenecen por derecho propio al reino del barrio y la hora de la leche. Como homenaje y también recordatorio de ese tiempo de la volteada y el espejito, la muestra Difíciles eran las de antes exhibe figuritas, chapitas, estampas y álbumes de 1920 a 1990 en el Palais de Glace.
Por Juan Pablo Bertazza
Hoy, en Mercado Libre, un sobre vacío de figuritas Fulbito de 1981 cuesta 300 pesos; la ajada 381 del Album gran crack del año 1957, correspondiente a Simeone padre, 500 pesos; y un álbum vacío de figuritas de El Zorro de la empresa Starosta, aquella a la que le cantaba Spinetta en Artaud, asciende a 2100 pesos. Todas esas ofertas corresponden a un mismo vendedor, un mismo usuario que, para colmo, tiene el 100 por ciento de opiniones positivas de la comunidad. Lo cierto es que en esos anuncios confluyen dos aspectos que, aunque van de la mano, suelen separarse del ancho y profundo universo de las figuritas: la nostalgia con tintes románticos por aquel paraíso perdido de la infancia y los puntos de contacto que tenía ese elemento autoadhesivo o no con el dinero.
Pero, además, las figuritas atañen, por supuesto, a uno de los elementos más destacados de la cultura popular, la conducta y modalidades de socialización de los niños a lo largo del tiempo y el de-sarrollo, intereses y vicisitudes de todo un país. Por otro lado, quizás en el acto lúdico de coleccionar figuritas radique una primera y poderosa muestra de lo que es la naturaleza siempre elusiva y cambiante del deseo, ya que con la última y tan ansiada figurita que venía a completar un álbum, por ahí terminaba muriendo, al mismo tiempo, el interés por esa colección para pasar a otra temática o incluso otra forma de entretenimiento.
En definitiva, la figurita debería ser la reina de aquello que, en francés, se conoce como petite histoire, y desde el 13 de marzo hasta el 20 de abril puede disfrutarse de una exposición de su reinado en el Palais de Glace, bajo el expresivo nombre de Difíciles eran las de antes.
Figuritas, fichas, estampas, metálicas, chapitas que van desde 1920 hasta 1990 coparon las instalaciones del Palais de Glace: están las que venían en golosinas como los chocolates Godet o los Laponia, o los chocolatines Aguila, están las de los Titanes en el Ring, Caperucita Roja, Anteojito, Hijitus, una serie muy valiosa acerca de marcianos, extraterrestres, invasiones, monstruos y platillos voladores con ilustraciones de Alberto Breccia y textos de Héctor Oesterheld, las de superseries de TV con imágenes, por ejemplo, de La Mujer Maravilla y otra de cabotaje con deslumbrantes fotos de Moria Casán, Susana Giménez y Mónica Gonzaga en su mejor momento, obvio, que hacían confundir aun más los límites difusos entre infancia y pubertad. Recorriendo cada recoveco de la muestra da la sensación de que prácticamente nada quedaba por volverse figurita, incluso estaban las de Operación ja ja y de Piluso, que se vendían en su momento como “las figuritas más lindas del mundo”. También las de La guerra de las galaxias, He-Man, El Zorro, E.T., Superman the Movie con cada una de las escenas de la película de 1978, las coloridas y divertidas “figurituchas raruchas”, que datan del año 1972, y las preferidas de las nenas que eran las figuritas Terciopelo, que ofrecían un atractivo panorama de “la moda a través del tiempo”.
Una de las conclusiones que permite sacar esta muestra temática es la preeminencia del fútbol a lo largo de la historia de las figuritas: álbumes para muchos inolvidables como el Libro de estampas crack del Campeonato Mundial 1978 o el de Munich ’74 que tenía el privilegio de ser el único con “autorización exclusiva de Futbolistas Argentinos Agremiados”, también por supuesto el Album fulbito campeón. Tampoco las figuritas de fútbol quedaban exentas de lo pedagógico en tanto muchos chicos incorporaban sus primeros conocimientos de banderas, idiomas, escudos y hasta algunos rudimentos de geografía gracias a las estampas de los planteles que componían los equipos de cada Mundial de Fútbol.
Todas estas figuritas tienen un dueño: Rafael Bitrán, licenciado y profesor de Historia que al abrir su librería “de viejo” empezó a interesarse por antiguas figuritas que les compraba a sus propios clientes.
“Mi colección comenzó con figuritas de Boca, de ahí pasé a coleccionar todas las de fútbol, y luego todas las figuritas argentinas de 1900 a 1985”, cuenta este coleccionista de casi medio siglo de vida que puso a disposición del Palais de Glace un 30 por ciento de su colección total, que llega hasta entrados los años ’80.
Además de las figuritas originales propiamente dichas, la muestra incluye gigantografías con aquellas más difíciles de conseguir, publicidades de las revistas de la época, y hasta sobres de la década del ’80 y ’90, es decir, aquellos ansiados paquetitos con colores pastel algo difusos que se deshacían de un tirón para dar lugar a tres o cinco figuritas de, por ejemplo, Robotech, Mazinger Z, los Thundercats, Heidi, Los Súper Amigos, La Pantera Rosa o Basuritas, inolvidables por sus personajes pre-Capusotto como Penélope Luda, Aldo Lorido o Elvio Lento.
¿Actualmente siguen existiendo las figuritas?
–Sigue habiendo álbumes de figuritas y los chicos siguen coleccionándolas. Sin embargo, salvo lo que sucede con los mundiales, Violetta y algunas otras pocas excepciones, no despiertan tanto fanatismo como antes. Por otra parte, si antes salían de 5 a 15 colecciones por año, en los últimos años salen entre 30 y 45 colecciones por cada 365 días, lo cual tiene que ver con cómo se vive hoy en día: de todo un poco, poco compromiso, se pasa de una colección a otra, se dejan muchos álbumes incompletos. Lo que sí es cierto es que, pese a tanta tecnología, los chicos se siguen entreteniendo mucho todavía con las figus, aunque ahora sólo sea un elemento más entre tantos.
Para afianzar el viaje al pasado, la muestra incluye también una serie de plasmas con un audio que no para de estimular la nostalgia con alegría: épicos cantos de la “Z” del Zorro, atronadores gritos de alguna hinchada argentina de fútbol, el “acá llegó Balá”, “siga el baile, siga el baile” de Alberto Castillo y hasta el “pío pío pa” de Ringo Bonavena. Tiene razón Rafael Bitrán cuando dice que a diferencia de muchas muestras en que el público espera encontrarse con algo que no conoce, en ésta la idea es toparse con lo más entrañable de su infancia o juventud.
“Para seleccionar el corpus de la muestra tuvimos en cuenta privilegiar lo que la mayoría coleccionó, principalmente de 1950 a 1985; después material al que por alguna razón le tengo un afecto especial, cubrir distintas generaciones, cubrir los recuerdos tanto de hombres como mujeres, y poner en gigantografía algunas de las famosas difíciles.”
El azar o la astucia eran las dos vías para dar con esas figuritas que se hacían desear más de la cuenta. La improbable y milagrosa suerte o la destreza en juegos como el espejito, que consistía en acertarle a una figurita dispuesta sobre el zócalo, o el mucho más célebre chupi, cuyo objetivo era dar vuelta las figuritas con la palma algo arqueada y una pequeña ayuda de saliva. También se podían conseguir a través del menos emocionante canje, pero era muy complicado que alguien tuviera justo la que te faltaba porque, de hecho, aquello de la difícil solía ser un dato objetivo, es decir: la difícil era difícil para todos. En cierta forma, el álbum se completaba antes de llenarse, precisamente cuando lográbamos dar con una de esas figuritas tan complicadas que muchos llegaron incluso a dudar de su existencia, algo que desestima categóricamente el propio Rafael Bitrán. Entre esas siempre molestas pero gloriosas figuritas difíciles, la que más se destaca en la muestra es la de Mukombo, apellido de un jugador de Zaire que jugó el Mundial de 1974. Otra es la del jefe Manobo, que data del álbum Tótem de 1966. Después hay muchas otras de fútbol local como la 260 del álbum Fulbito de 1964 correspondiente a Juan Puntorero, volante ofensivo de Atlanta que también jugó en Chacarita Juniors.
¿Por qué las difíciles eran las difíciles?
–No sé qué proporción habría entre las difíciles y las normales, pero sí puedo asegurar que había una tirada enorme de las otras por lo que una, dos o hasta tres figuritas por álbum resultaban mucho más difíciles de obtener. Sí estoy en condiciones de comprobar, sobre todo porque yo mismo he conseguido muchas de ellas, que el mito de que las difíciles no se hacían es nada más que eso, un mito, por lo menos en el 90 por ciento de los casos. Había, sí, difíciles para que no todos los pibes y pibas pudieran reclamar premios, que iban desde pelotas número 5, muñecas y bicicletas hasta pistolas, sulkies y petisos... Sí, caballos enanos, ¡de verdad!
La muestra Difíciles eran las de antes, Figuritas argentinas 1920-1990 puede verse en el Palais de Glace (Posadas 1725) martes y viernes de 12 a 20, y sábados, domingos y feriados de 10 a 20, con entrada libre y gratuita.
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