Domingo, 13 de abril de 2014 | Hoy
DESPEDIDAS No fue solamente el Vadinho de Sonia Braga en Doña Flor y sus dos maridos, aunque se lo recordará por siempre en ese papel. El gran actor brasilero José (“Zé”) Wilker fue director, puestista, productor, locutor de televisión, crítico de cine, presentador y traductor en Brasil de la transmisión de los Oscar. Padre cariñoso, funcionario de la distribuidora Riofilme, murió en Río de Janeiro, el sábado pasado, a los 68 años.
Por Fernando Brenner
Hay quienes no han caído en la cuenta o simplemente no lo conocieron. Pero el reciente fallecimiento del querido y gran actor brasileño José Wilker es una triste herida al cine y la cultura latinoamericana. Para la gran mayoría, Wilker fue y será siempre Vadinho, ese fantasma pícaro y sensual llamado Valdomiro Santos Guimaraes, quien después de muerto seguía persiguiendo a su mujer, Florípides Guimaraes, Doña Flor (la sensual y hermosa Sonia Braga), ahora casada con el Dr. Teodoro Madureira (Mauro Mendonça), un señor mayor en las antípodas de Vadinho. Dirigidos por Bruno Barreto, Doña Flor y sus dos maridos, causó sensación no sólo en Brasil, sino en el resto del mundo. Y especialmente en Argentina. Pero Wilker trabajó en una infinidad de películas, miniseries y telefilms. Se lo vio en O casal (1975) de Daniel Filho, donde compartió protagonismo otra vez con la Braga. Estuvo bajo las órdenes de su amigo Carlos “Cacá” Diegues en Xica da Silva, Bye Bye Brasil y Um trem para as estrelas. Lo dirigió otro grande del Brasil, Joaquim Pedro de Andrade (el de la inolvidable Macunaima) en Os Inconfidentes (1987) donde José asumía el rol del revolucionario odontólogo Tiradentes. Este rol marcaba precisamente una línea de personajes fuertes, revolucionarios, que lo caracterizó en su carrera, además de las comedias. También trabajó en nuestro país. En 1981 rodó dos películas. Una olvidable, Los crápulas, de Jorge Pantano, junto al imposible tano Lando Buzzanca. La otra fue el drama de época Fiebre amarilla de Javier Torre, donde trataba de seducir a la Gra Borges.
José Wilker de Almeida había nacido en Juazeiro do Norte, Ceará, al noroeste de Brasil, el 20 de agosto de 1945. Formó parte del Movimiento Popular de Cultura del Partido Comunista. Fue arrestado varias veces después del golpe de 1964. El quería dirigir espectáculos y producir documentales sobre la cultura popular del sertao.
Si en sus películas tuvo diversos oficios y características –ladrón, revolucionario, religioso, doctor, gay, mujeriego, académico, animador–, en la vida fuera de la pantalla, casi todo anduvo por el mundo audiovisual. No solamente fue actor, director y productor de cine; puestista teatral (Mamet, Dorfman, Albee), locutor y actor en televisión, crítico de cine en TV y radio. Fue la televisión uno de los lugares donde podía conseguir el respaldo financiero para poder disfrutar de lo otro. Estuvo en varias novelas de éxito, como Roque Santeiro (1985) y Señora del destino (2004-2005). En esta tira tenía el papel de Giovanni, que resultó un spin off para debutar en la dirección de cine con la comedia Giovanni Improtta (2013) en donde él mismo hacía el protagónico del personaje que da título al film. Otros casos son los de Gabriela, la novela de Jorge Amado. Hizo un pequeño personaje –Mundinho Falcao– en un episodio, y últimamente fue Jesuíno Mendonça en la miniserie Gabriela en 2012. Como ensayista escribió en 2010 el libro Este Nao é um Livro Sobre Cinema. Y tenía una videoteca de, entre VHS y DVD, más de ¡7000 títulos!
No le alcanzaba el día porque a todo esto le sumó un cargo importantísimo en el cine de su país. Fue desde 2003 hasta 2008 el director-presidente de Riofilme, la distribuidora de películas del Municipio de Rio de Janeiro. Tuve la oportunidad de verlo un par de veces. La primera en el Festival de Cine de Mar del Plata, en donde recuerdo haber cruzado unas palabras nomás. Entre los homenajes recientes que le han hecho, la cineasta, actriz y una de las grandes especialistas de la legislación del cine en Latinoamérica, Eva Piwowarski, escribió en Facebook: “Fue una preciosa experiencia ser su anfitriona en esos días de Festival, porque conocí entonces a un tipo generoso, inteligente, humilde y sencillo. Creo que la prensa del Festival estaba demasiado ocupada en otras choluleces europeas, atacada por el snobismo post 90 aún, por lo que este gran brasileño, al igual que sucede con muchos latinoamericanos, no tuvo repercusión mediática”.
La segunda vez fue en el Festival de Cine Latino de Chicago, en el año 2007. Exactamente hace siete años. Allí yo estaba invitado como Jurado Oficial y José presentando dos películas. Compartimos varios días en el festival, viendo películas, yendo a almorzar juntos y finalmente tuvimos una charla. “No fue fácil estar como funcionario, pero aun así pude lidiar a favor de nuestro cine. Fue una lucha, pero pude intentar reabrir teatros de exhibición de largometrajes en barriadas pobres de Río de Janeiro, con la esperanza de crear una audiencia más amplia para las películas brasileñas”, me comentó esa vez.
Como crítico y docente de cine siempre decía que para nutrirse de este arte hay una lista básica de nombres para entender de qué se trata. Además de los locales Pedro de Andrade y Diegues, en su lista no faltaban Chaplin, Bergman, De Sica, Hitchcock, Kurosawa, Fellini, Buñuel, Godard, Visconti, Resnais, Truffaut, Coppola y Spielberg.
Tuvo tres matrimonios y tres hijas (a las que adoraba) y estaba en pareja con la periodista Claudia Montenegro. En su casa en Rio, su corazón dijo basta el sábado 5 de abril. Esa misma noche, en Panamá, se entregaron por primera vez los Premios Platino del Cine Iberoamericano. El de Honor recayó en Sonia Braga. Le dedicó el premio diciendo: “Pido permiso para dedicarle este premio a ese gran actor latinoamericano, mi amigo, mi compañero de Doña Flor, que esta mañana nos dejó. Esto es para ti, José, mi amor”.
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