La tristeza es tan grande, por Tom Lupo
“A los que alguna vez dijeron ‘No me gusta Bukowski’ y habían leído un cuento y nada más, quisiera recordarles que el hombre escribió más de cien y además fue muy pero muy bueno en novela y poesía. Y eso se puede decir de pocos. Y encima cuando uno creía conocerlo apareció Hollywood que era una novela distinta y cuando de nuevo uno... apareció Pulp en donde irrumpe hasta la ciencia ficción. Para saber de su enorme poesía hay que leerlo. Y si es posible alguna vez, oírlo, sobre todo cuando lo recito yo. Igual y distinto que Henry Miller, en medio de dos folladas aparecía su costado metafísico, su poética más plena, como por ejemplo (y elijo casi al azar): “Nací para robar rosas de las avenidas de la muerte”. Y su ácido-humor-ironía: “Los mejores a menudo mueren por su propia mano sólo para huir y aquellos que quedan atrás nunca pueden entender por qué alguien querría huir de ellos”. Y las confesiones de sus caídas: “...y la tristeza se hace tan grande que la oigo en mi reloj”. Y su rechazo a todos los clubes y corporaciones: “Siempre pensé que escribir es una tarea solitaria”. Y su visión de EE.UU. que Neustadt no compartiría: “Veo el alma de mi nación y es fea, fea, fea. Los vivos han estrangulado su corazón”. Adiós, hermano. Se me acaba el espacio y quiero que te despidás vos, con ese tono de testamento, aunque sé que no te traerá muchos votos para ningún Martín Fierro: “MANTENTE ALEJADO DE DIOS / PERMANECE ANGUSTIADO / DESLIZATE”.
Nota madre
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