radar

Domingo, 10 de abril de 2005

Entre la soledad y la solidaridad

“Quien quiso ser Proust y Spinoza al mismo tiempo, probablemente no alcanzó ¿siquiera? a ser Camus ni Merleau-Ponty, esos a quienes en vida opacó y aun aplastó con su brillo, su omnipotencia y el prestigio de una vida puesta al servicio de causas que entonces tenían de su lado el viento de la historia.”
Oscar Terán

Por Oscar Terán

Podría hablarse de destino o de condiciones de producción y circulación de una obra, allí donde Sartre hubiera preferido analizar el proyecto originario y existencial que guía una vida a través de esa nada temblorosa que llamaba “libertad”. Destino o elección, de todos modos hoy puede sorprender –entre la melancolía y la dudosa justicia del tiempo– la desatención que convocan su filosofía y también su literatura. Sobre todo considerando que, entre la Segunda Guerra y la década de 1960, la galaxia Sartre dominó buena parte del universo intelectual en la entonces vasta zona de influencia de la cultura francesa.

En rigor, no hubo que esperar a su muerte para verificar ese eclipse (¿o fue un ocaso?), ya que desde 1962 hasta 1969, exactamente en los capítulos finales de El pensamiento salvaje de Lévi-Strauss y La arqueología del saber de Foucault, las propias corrientes francesas, no sin salvajería, habían colocado al sartrismo en el desván de la historia intelectual en el que permanece. Se cumplió pues el aserto de quien, en su cortejo fúnebre rumbo al cementerio de Montparnasse, habría dicho con justeza: “Estamos asistiendo a la última manifestación del 68”.

Para colmo, quien quiso ser Proust y Spinoza al mismo tiempo, probablemente no alcanzó ¿siquiera? a ser Camus ni Merleau-Ponty, esos a quienes en vida opacó y aun aplastó con su brillo, su omnipotencia y el prestigio de una vida puesta al servicio de causas que entonces tenían de su lado el viento de la historia. También su “petit camarade” Raymond Aron celebró una victoria póstuma, hoy que resulta patético si no impúdico seguir proclamando que es mejor equivocarse con Sartre que acertar con Aron.

Y sin embargo, en aquel originario proyecto individualista confesado borgeanamente en Las palabras (“Platónico por naturaleza, fui del saber a su objeto. Fue en los libros donde encontré el universo”), hubo un desvío activado por la Segunda Guerra que lo sigue tornando una figura emblemática. Me refiero al pasaje de una relación metafísica con la sociedad (El ser y la nada) a una relación social que plasmó teóricamente en la Crítica de la razón dialéctica, y que ejemplificó el compromiso vital del intelectual con los avatares políticos de su tiempo. Esos posicionamientos solieron ser tan intensos como complejos y a veces oscilantes, pero en el balance primó la defensa de los oprimidos no sólo del Oeste sino también de quienes padecían el despotismo del poder comunista. Posicionamientos que incluían como convicción central la de estar habitando un mundo crasamente burgués de rasgos insoportables que tenía su base en la “escasez” de los más frente a la enorme saciedad de los menos, y ante el cual el intelectual debía como la conciencia fenomenológica “estallar hacia el mundo”, para encontrarse “en el camino, en medio de la muchedumbre, cosa entre las cosas, hombre entre los hombres”.

Los tiempos que corren no han sido empero respetuosos de las actitudes libertarias de “el espíritu que siempre niega”. En el repaso de su vida realizado a los setenta años de edad, para ejemplificar que jamás había abusado del poder, se defendía diciendo: “Jamás impedí fumar en clase”. Hoy la muestra de su centenario en la Biblioteca Nacional de París ha debido por disposición legal trucar la fotografía de tapa del catálogo para borrar (como en las prácticas estalinistas) el cigarrillo que el héroe existencialista sempiternamente sostenía entre sus dedos. En fin, ya lo presentía su alter ego de La náusea, allí donde Roquentin se decía: “No hay aventuras, tampoco hay momentos perfectos. Hemos seguido los mismos caminos, hemos perdido las mismas ilusiones...”

Compartir: 

Twitter

SUBNOTAS
 
RADAR
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.