OTRAS 10 PELíCULAS DE AMOR GAY
› Por Mariana Enriquez
Historias de amor entre hombres en pantalla hubo –hay– muy pocas. Sí, desde los comienzos de Hollywood existe el estereotipo afeminado motivo de burla y las relaciones inequívocamente homoeróticas. Pero vía Código Hays y Legión de la Decencia, era imposible representar el amor homosexual masculino en el cine. Aunque los autores se las arreglaban. Gore Vidal en el documental The Celluloid Closet explica: “Los guionistas nos volvimos muy buenos con el subtexto”. Y cuenta cómo pergeñó Ben-Hur. Entre él y el director William Wyler decidieron que Massala y Ben-Hur habían sido amantes en la juventud. Pero jamás lo dijeron en el guión. En cambio, crearon esa sugerente escena donde Ben-Hur tira una jabalina, se abraza con Massala (“Después de tantos años todavía tan cerca, en todo sentido”, se dicen) y luego beben de copones con los brazos entrelazados.
Ah, y jamás le hablaron de semejante subtexto al ultraconservador Charlton Heston.
Hay más ejemplos. El enamoramiento de Plato (Sal Mineo) con Jimmy (James Dean) en Rebelde sin causa. La depresión de Bick (Paul Newman) después de la muerte de su amigo en La gata sobre el tejado de zinc caliente, tan profunda que no puede tocarle un pelo a la despampanante Liz Taylor. El juego con las pistolas de Montgomery Clift y Walter Brennan en Río Rojo (los actores sabían lo que estaban haciendo). El final de Una Eva y dos Adanes, cuando Jack Lemmon confiesa que es un hombre y el conductor de la lancha le dice: “Bueno, nadie es perfecto”. Pero lo que se dice amor, poco. Los estereotipos fueron los del homosexual trágico condenado al suicidio o la muerte, desde Cruising hasta Filadelfia. Sin embargo, hay excepciones, dentro y fuera de Hollywood. Aquí, una selección arbitraria, donde quedan afuera clásicos como La ley del deseo (1987, de Pedro Almodóvar), El beso de la mujer araña (1985, Héctor Babenco), El juego de las lágrimas (1992, Neil Jordan), o biografías de grandes hombres gays como Susurros en tus oídos (de Stephen Frears, sobre Joe Orton) o Wilde, (Brian Gilbert). ¿Por qué? Puro capricho.
1 Happy Together (1997)
El director Wong Kar-Wai dijo alguna vez que la relación de Lai-Yiu Fai (Tony Leung, de Con ánimo de amar y Héroe) con Ho Po-Wing (Leslie Cheung, de Adiós mi concubina) se parece a la de los adictos que saben lo dañino del hábito, pero no pueden abandonarlo. Los amantes llegan desde Hong Kong a la Argentina para comenzar de nuevo su quebrantada relación, pero todo se derrumba cuando Ho empieza a trabajar como taxi boy y Lai como portero de una tanguería. Apenas se ven. Sin embargo, siguen buscándose, como en la memorable escena en que Ho se recupera en la habitación de Lai después de haber sido golpeado por un amante. Buenos Aires nunca se vio tan hermosa y tan extraña; Kar-Wai la filmó inspirado en su fascinación por Manuel Puig, y de hecho quiso titular la película The Buenos Aires Affair. Como suele suceder con Kar-Wai, Happy Together es un ejercicio de estilo, pero también una crónica desgarradora de esas largas y dolorosas rupturas, llenas de ansiedad y descontento.
2 Mi mundo privado (1992)
Jack (Keanu Reeves) y Mike (River Phoenix) son dos taxi boys que hacen la calle en Portland. Pero son muy distintos. Jack es hijo del alcalde, y sus días clandestinos están contados; Mike no tiene a nadie, sufre de narcolepsia y viaja por el país en busca de su madre. Cuando la película de Gus van Sant se convierte en road movie, y los protagonistas en compañeros de ruta, llega la gran escena romántica del amor no consumado: al lado de una fogata, Mike susurra que quiere besar a Jack, y agrega: “Yo podría amar a alguien aunque no me pague. Te amo, y no me pagás”. Y, mucho más tarde, la traición. Una impresionante actuación de River Phoenix, que murió poco después.
3 La jaula de las locas (1975)
Albin (Michel Serrault) y Renato (Ugo Tognazzi) viven en St. Tropez y regentean un boliche, la Jaula de las Locas. La vida transcurre feliz, entre los arrebatos de Albin y la falsa dureza de Renato: son un verdadero matrimonio añoso. Pero cuando el hijo de Renato decide casarse con la hija del representante de un partido de ultraderecha, empiezan los problemas. Que se resuelven con una cena en la que Albin hará su mejor actuación como madre. La escena más romántica: cuando el exagerado Albin decide suicidarse (de mentiritas), Renato lo sigue y en una estación de tren le dice: “Ya no sos atractivo y sos sinceramente irritable, pero me hacés reír. Y si te morís, yo me compro una parcela al lado tuyo”. La remake norteamericana, con Robin Williams y Nathan Lane, es igual de buena.
4 Velvet Goldmine (1998)
Fábula sobre el glam rock de Todd Haynes con romance apasionado entre dos estrellas de rock, inspirada en la relación entre David Bowie e Iggy Pop: Brian Slade (Jonathan Rhys Meyers, de Match Point, la de Woody Allen que se estrena en febrero) y Curt Wild (Ewan McGregor), los amantes, comienzan su relación como una mascarada, casi un golpe publicitario; pero cuando se enamoran de verdad la fachada de Brian se derrumba, y no puede continuar con algo tan apasionado y tan real. El beso en silencio y primerísimo plano de los actores es antológico. Y hay mucho más: el joven Brian llevándose a la cama a un niño de escuela, Curt teniendo sexo con su fan (Christian Bale, el nuevo Batman) en la terraza... Pero cuando Curt canta para su amante perdido “Gimme Danger” de Iggy & The Stooges, la intensidad es mucho más erótica que cualquier escena de sexo explícito.
5 Ropa limpia, negocios sucios (1985)
Stephen Frears vuelve a investigar las relaciones entre paquistaníes en Londres y nativos, con guión de Hanif Kureishi, pero desde una perspectiva distinta: esta vez, un skinhead llamado Johnny (jovencísimo Daniel Day-Lewis) se enamora, casi contra su voluntad, de Omar (Gordon Warnecke), heredero de una cadena de lavanderías. Costumbrismo, conflictos raciales y sexo muy cachondo en un clásico de los ’80.
6 Midnight Cowboy (1969)
Nunca hay sexo entre los desgraciados protagonistas, pero la película de John Schlesinger que ganó el Oscar es una de las más impresionantes historias de amor entre hombres de la historia del cine. El cándido Joe Buck (Jon Voight) llega a Nueva York desde la América profunda con pretensiones de gigoló, pero enseguida descubre que todo lo que le queda es ser taxi boy. Conoce y de alguna manera protege a Ritzo Ratso (Dustin Hoffman), casi un homeless, muy enfermo, con problemas motrices, y estafador de poca monta. Y se quedan juntos porque poco más tienen en el mundo.
7 Priscilla, la reina del desierto (1994)
Dos drag queens y una transexual cruzan el desierto australiano a bordo de un ómnibus alquilado para hacer un show en Alice Springs. Bernardette (Terrence Stamp) acaba de enviudar; Mitzi (Hugo Weaving, el Sr. Smith de The Matrix y Elrond de El señor de los anillos) es gay, pero en sus años mozos tuvo un hijo, a cuyo encuentro va, en secreto. Adam/Felicia (Guy Pearce, de Memento) es frívolo, gritón, arriesgado y fan de Abba. Los tres se adoran y se protegen, pero la historia de amor romántico aparece con la figura de Bob, un típico duro sesentón del Territorio Norte australiano que cede a los encantos de Bernardette; en una sugerente escena, se bañan juntos y la camisa blanca que usa Stamp insinúa sus senos. Clásico gays “positivo” –casi militante– y clásico del cine australiano con dirección de Stephan Elliot.
8 Tarde de perros (1975)
La película de Sidney Lumet es sobre un robo a un banco, pero lo curioso son los motivos del robo: Sonny (Al Pacino) lo hace para poder pagarle una operación de cambio de sexo a su amante, Leon. Lo acompaña en el golpe su amigo Sal (John Cazale). La película es divertidísima y energética (Pacino compone a un maníaco encantador). La mejor y más reveladora línea es la que pronuncia Sal: “Sonny, en la tele están diciendo que hay dos homosexuales acá en el banco... Y yo no soy homosexual”.
9 Making Love (1982)
Como obra cinematográfica, la película de Arthur Hiller es muy menor, casi un docudrama para televisión. Pero en el año de su estreno fue un escándalo (en Miami, por ejemplo, casi toda la sala se levantó y se fue en el momento del beso). Un hombre, casado desde hace diez años, conoce a otro, descubre que es gay y abandona a su mujer. Los personajes masculinos fueron pensados para Michael Douglas y Harrison Ford, pero ninguno de los dos se atrevió, y tuvieron que conformarse con los desconocidos Michael Ontkean (el casado) y Harry Hamlin (el gay). Uno de los besos gays más famosos, una escena de sexo bastante explícita, y una representación realista de la homosexualidad.
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