Componer es matemática pura. A mí me interesa la fórmula.
La letra es generalmente un complemento de la música.
Si uno escribe solamente lo que le pasa, es un periodista.
Componer, para mí, es una excusa para grabar. Me gusta más grabar que componer.
Básicamente, componer es como pintar: es usar un espacio. Es como dibujar.
No hay ningún misterio en componer. Como dijo Peter Gabriel: “Si le ponés un revólver a cualquiera que quiere componer, compone”. ¡Si es macho, compone!
Es muy importante saber tocar canciones para hacer canciones. Los grupos que sólo tocan sus canciones no saben tocar otras canciones. Y generalmente sus temas son horribles: están mal hechos. Hay cosas que son 2 + 2 = 4.
Para componer, hay que empezar por la infancia: recordar una gran canción y tratar de hacer una igual. Parte de la melodía de “Desarma y sangra” la hice a los doce años. Todo está atrás, cuando eras chico.
Para hacer un tema como “Promesas sobre el bidet” hace falta una brasilera divina y un bidet. Y son cosas que no están al alcance de todos.
La música solamente existe en este planeta porque hay aire. El universo es todo silencio.
No veo una separación entre lo que me imagino y lo que se percibe que me imagino. Como la música es un artificio, es como estar adentro de las canciones. Cada vez me doy más cuenta de que uno quiere admitir algo que no se puede admitir.
En las letras, antes inventaba cosas que no había vivido, y después las viví.
Puedo componer sin escuchar. Lo tengo en la cabeza, lo escribo y ya está.
Me gusta la abstracción y que eso sea una canción.
Ahora compongo con loops: agarro una parte de un DVD y arranco, porque sé en qué tono están las películas.
Alguien me dijo que en el futuro no iba a haber más artistas de la música. El concepto de artista iba a ser democrático: una máquina en el escenario y gente en los asientos, conectada con una máquina.
Soy muy consciente de la música. Escucho más que todo el mundo. Es como si tuviera visiones de rayos X. No puedo evitar ver todo, y todo es una sinfonía constante.
El peor ruido es un mal disco. La gente no tiene ni idea de eso, pero podés manipularlo. Yo quiero componer, y componer es manipular.
¿Saben cómo componían los Rolling Stones? El manager se dio cuenta de que no podían seguir tocando covers toda la vida, viviendo de los temas que les hacían Los Beatles, y a ellos no se les había ocurrido componer. Entonces les dio un grabador, una guitarra y una raya, los encerró en el baño y les dijo: “La bolsa la tengo acá afuera, hasta que no hagan una canción, no salen de ahí adentro”. O sea: “La necesidad es la madre de la invención”, como diría Frank Zappa.