Domingo, 15 de julio de 2007 | Hoy
El fragmento sobre el amor a (¿o con?) su gato.
Por Hunter Thompson
Acaba de unírseme el justamente célebre Mister Screwjack, después de devorar su ración de atún y darme una sesión de caricias con su morro por mi cuello e intentar sin éxito arrastrarme afuera con él... Sospecho que hubiera preferido quedarse adentro conmigo, los dos hechos un ovillo en el sofá, mirando a Oprah en la televisión... Pude notar en sus ojos dorados un lánguido anhelo amoroso cuando lo transporté en brazos hasta la puerta principal, así que, antes de arrojarlo de culo a la nieve, lo alcé hasta que su rostro estuvo frente al mío, introduje mi lengua entre sus colmillos y le lamí con unción el acanalado techo del paladar. Luego lo sujeté de sus poderosas patas delanteras y lo estreché contra mi pecho. Su ronroneo era tan intenso que nos hizo temblar a los dos.
El me miró fijamente, sin hacer comentarios, y al instante siguiente se escabulló de mis brazos y se desvaneció como un fantasma de otro mundo. Y yo supe en mi corazón, mientras el sucio manto negro de su lomo se perdía entre la pila de leña y la parrilla delantera del Volvo, que nunca más volvería a verlo. Y la próxima vez que lo viera pesaría noventa kilos, y me pondría de espaldas contra el suelo y me culearía por detrás como una pantera.
Mi bestia, mi delfín, mi perfecto amante de ensueño, mi temido fantasma que debo olvidar... mi hermoso tatuaje microscópico que costará 1500 dólares borrar de mi hombro con tratamiento láser.
Perdóname, Señor, por amar a esa bestia como la amo, y por desear tenerla tan dentro de mí que finalmente irrumpa a través de la fina membrana de mi corazón... y por desear de igual manera yacer a su lado y dormir como bebés con nuestros cuerpos entrelazados, soñando ambos el mismo sueño salvaje.
Sí, soy un pecador, Señor, pero también soy un alma llena de amor -–uno de tus mejores siervos, como bien lo sabes–. Y aunque he caminado por el valle de las sombras y actuado con demencia de tanto en tanto, e incluso me he babeado por alguno de tus Sumos Sacerdotes, no he sido una vergüenza para Ti... Así que déjame solo, maldito seas, y envíame de vuelta a Mister Screwjack, y si el resto del mundo tiene algún malévolo comentario que hacer, diles que coman un poco de su propia mierda.
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