Ella misma habla de los poetas, la música y el Tiempo.
Innumerables poetas franceses desde Verlaine a Rimbaud han inspirado el mundo de la canción. ¿Por qué decidió adaptar poemas en inglés para su segundo álbum?
–Porque los poemas franceses que amo ya han sido cantados magníficamente por Léo Ferré, Jean Ferrat o Serge Gainsbourg. Prefiero adaptar el verso romántico de Auden, Walter de la Mare, Emily Dickinson, Dorothy Parker e incluso Yeats. Y es un gran placer cantar en inglés, un lenguaje tonal, musical y rítmico, que es realmente muy distinto al francés. El italiano también es muy musical. Uno empieza a hablar en italiano y enseguida cambian las tonalidades. Me sumergí en el inglés siendo adolescente, a través de artistas como los Stones y Bob Dylan.
¿La poesía y la música son inseparables desde su punto de vista?
–Van muy bien juntas. Por ejemplo, cuando Ferré canta a Verlaine o a Rimbaud. No creo que la poesía, que tiene su propia musicalidad, realmente necesite a la canción. Por otro lado, la música tiene una mayor necesidad de poesía para que pueda entrar en un terreno más denso, más rico y quizá más oscuro. Por eso me enamoré de estos grandes poetas ingleses y norteamericanos que hablan con tanta nostalgia de aceptar su soledad. Me pareció interesante en nuestra época, que rechaza la soledad.
Está cerca de los cuarenta, el momento en que la gente sopesa su vida y le dice adiós a la juventud. ¿Por eso produjo un álbum melancólico?
–A diferencia de la imagen que proyecto, soy una persona bastante sombría. Pero gracias al canto y la poesía, descubrí cierto placer en estar triste. Mi hermano murió mientras hacía el disco, y eso probablemente hizo que aflorara más esta tristeza. Estas canciones liberaron mi subconsciente. Pero no me gusta diseccionar ni analizar todo eso. Digamos que prefiero expresar emociones a dar explicaciones.
Sin embargo muchas la llaman una intelectual.
–¡Pero si soy lo opuesto a una intelectual! Soy autodidacta, sigo mis instintos, no soy demasiado culta y toco de oído, espontáneamente. Tuve la suerte de criarme en la inmensa pasión de mis padres por la música. Eso me dio una base, una consistencia artística.
Junto a Louis Bertignac, que hizo la adaptación instrumental, su voz fue entrenada por Marianne Faithfull.
–Sí, su sensibilidad y su amor por la literatura norteamericana e inglesa me ayudó inconmesurablemente. Su conocimiento de la poesía inglesa es increíble. Podría ser profesora universitaria. A los 60 todavía es impactantemente bella y tiene una voz extraordinaria.
¿Por qué llamó al álbum No promises?
–Está tomado de un poema donde la mujer le dice al hombre: “No me prometas promesas, así no tendré que prometerte”. Más que una canción sobre la falta de compromiso, es una canción sobre el miedo a ser decepcionada. Yo soy lo opuesto. Hago muy pocas promesas y siempre las cumplo.
Una sensualidad poderosa y animal emana de la imagen que proyecta como artista. ¿Es su verdadera naturaleza?
–Soy feminista. Y reclamo responsabilidad por esta sensualidad. La reclamo en voz fuerte y clara porque es parte de mi identidad como mujer libre. No olvide que vengo de una familia de clase media alta piamontesa, donde la mujer no es realmente libre. Empecé a trabajar por mi emancipación social a los 17, cuando me hice modelo, porque no quería depender de mis padres. Muchos de mis amigos me reprocharon esta actitud, que probablemente era un poco neurótica. Pero seré igual toda mi vida.
En su disco quelqu’un m’a dit se refiere al tiempo que pasa como “un bastardo”. ¿El éxito, la maternidad y una familia armoniosa la han reconciliado con el tiempo?
–El tiempo no es mi enemigo. Es demasiado vasto, y no tengo el tamaño suficiente para combatirlo. Pero siempre sentí resentimiento por el paso del tiempo; pasar es todo lo que hace, y de una manera escandalosa, ¡porque termina en la muerte! Los poemas de Yeats lo expresan tan bien. Me viene a la mente, también, un texto del filósofo Raymond Aron, en el que proclama su rebelión contra el tiempo que se le está yendo de una manera tan cruel. Vuela demasiado rápido, todo pasa muy velozmente, pasa una vida y una tiene la impresión de que se trató de un cuarto de hora. Cuando pasa el cuarto de hora, una ya es vieja.
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