“Comprendo la humanidad de Perón, sus vicisitudes, sus cobardías. No me parece una figurita del Billiken, ni de El Descamisado: veo a un tipo al que si lo tuviera ahí, le haría esos gastes. Y si me retara o me prohibiera, diría: ‘Pero sos un pelotudo, ¿cómo te va a joder eso?’. No quiero escandalizar, tengo por él una comprensión que no tendría con Isaac Rojas, Aramburu o Martínez de Hoz, por supuesto. Mi comprensión no alcanza a todos, pero sí a muchos a los que creía que no iba a alcanzar. En este laburo del humor uno trata de conocer a la gente, pero primero a sí mismo: tengo que reírme de mí. Si veo las mierdas que tengo dentro, las dificultades, las dualidades, ¿cómo no van a tenerlas estos tipos, que tienen que definir grandes cosas? Por supuesto, la condición extraordinaria de estos grandes líderes tiene que ver con que son un poquito más psicópatas que nosotros, si no, no se llevan el mundo por delante. Pero luego hay hechos en los que digo: ‘Acá la cagó, por esto la pagaron muchos’. Yo, en ese sentido, desprocerizo.”