Domingo, 18 de julio de 2010 | Hoy
El hombre es un verdadero profesional de los medios y entiende la política de FoxNews como ningún otro: apelar al sentido común, mentir cuando es necesario, nunca dejar hablar si el otro punto de vista parece más o menos sólido, gritar para hacer callar, insistir con un mismo tema, real o imaginario, hasta que parezca la verdad. En suma: Bill O’ Reilly es quien mejor sabe cómo hacer propaganda. Educado en colegios católicos, en Boston University y en Harvard, es el más inteligente de todos los conductores de FoxNews y, a los 60 años, el único que tiene una carrera sólida: fue corresponsal de CBS en los ‘80 y los ‘90; cubrió el conflicto armado de El Salvador, estuvo en Buenos Aires durante la guerra de Malvinas, fue el primero en salir al aire cuando se desmanteló el muro de Berlín y transmitió en vivo los disturbios raciales de Los Angeles en 1992. Después de un breve paso por ABC volvió a Harvard para obtener un master en administración pública y luego fue contratado por FoxNews para conducir The O’Reilly Factor, que va de lunes a viernes a las 8 de la noche y es el programa más visto del cable en los Estados Unidos, un verdadero tanque hecho con casi nada: apenas tiene invitados opinólogos de coyuntura y un humorista muy poco simpático, Dennis Miller. O’Reilly es, además, columnista del New York Post y del Chicago Sun-Times (ambos de NewsCorp); por supuesto, es autor de varios best sellers (ocho); el que está escribiendo ahora mismo es sobre (claro) Barack Obama.
O’Reilly es peleador, bravucón. Durante meses apodó a un médico que practicaba abortos legalmente a mujeres cuyos embarazos habían pasado las 21 semanas “Tiller The Baby Killer” (“Tiller el asesino de bebés”). En 2009, el doctor George Tiller fue asesinado en su clínica por un activista pro vida. Hubo quien apuntó al clima de violencia generado por O’Reilly y lo llamó incitador, pero él, desde su programa, sostuvo que no se arrepentía de nada de lo dicho, porque todo era cierto. La exhibición de sus prejuicios no conoce límites: a un invitado negro –un profesor de Columbia, tan conservador como él– le dice: “Supongamos que fueras un dealer de cocaína, ¡y parecés uno, la verdad!”. Después de ver un comercial de McDonald’s para la televisión francesa protagonizado por un chico gay –parte de una campaña de celebración de la diversidad–, O’Reilly pregunta: “Ya que incluyen a las minorías, ¿también tienen un comercial para integrantes de Al Qaeda?”. Ahora mismo, O’Reilly sigue al pie de la letra la agenda que se repite en cada programa: el derrame de petróleo en el golfo cuyo responsable último es el gobierno federal, los supuestos activistas revolucionarios que son parte del gobierno, la defensa cerrada a la ley migratoria de Arizona que condenó todo el resto del mundo, incluido Barack Obama, que acaba de demandar a ese estado. Esto último enloqueció a O’Reilly, al punto que apenas ayer aullaba: “Obama convenció a este país de que es un liberal moderado cuando en realidad es el presidente de más extrema izquierda de toda la historia de los Estados Unidos”. Ya cumplió, y muy bien, en su campaña en contra del nuevo sistema de salud impulsado por Obama: entre otras cosas, le dijo a su público que quien no aceptara la asistencia pública podría ir preso, cosa que repitieron todos los demás programas. Meses después, cuando fue desmentido categóricamente por funcionarios que ocultaban a duras penas su enojo, aseguró que nadie jamás había insinuado tal cosa en FoxNews, mucho menos él. En el documental Outfoxed de Robert Greenwald, el abogado de una persona calumniada por O’Reilly –hijo de una de las víctimas del atentado a las Torres Gemelas que se manifestó en contra de la guerra de Afganistán e Irak– asegura que todos los asesores consultados le sugirieron que no intentara llevar al conductor a los tribunales. “Me dijeron que es un mentiroso patológico. Que alguna vez quizá fue un cínico buen soldado, pero que ahora se cree las mentiras que dice. Me dijeron que O’Reilly ya no sabe que está mintiendo.”
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