Es un gran chiste, el hombre más parodiado de la televisión norteamericana, el que nadie se avergüenza de llamar idiota, loco, tarado. Glenn Beck es el peor tipo de fanático: es un converso. Atrás quedó su alcoholismo, su depresión –su madre y su hermano se suicidaron; tiene una hija con parálisis cerebral– y su abuso de drogas. Ahora Glenn Beck es un cruzado y su misión está tan clara como su fe (es mormón). En su programa, que se llama sencillamente Glenn Beck y va todos los días a las cinco de la tarde, usa dos o tres pizarrones donde explica las conexiones del gobierno con el grupo armado de los ‘60 Weather Underground, anuncia que el gobierno de los Estados Unidos va hacia una oligarquía a la rusa (aunque deletrea “oligarhy” cuando debe ser “oligarchy”, y no se da cuenta del error porque Glenn Beck es estrafalariamente ignorante) o llora porque lo preocupa el abandono de los valores tradicionales que destroza a su país. Beck cree que Obama está a punto de limitar la libertad de expresión (y esto a pesar de que su propia presencia en los medios demuestra todo lo contrario) y que hay una revolución en cierne. Una revolución en serio eh, como la de octubre de 1917. Glenn Beck se siente en peligro y transmite su terror cada tarde, gesticulando como un poseso, corriendo de un pizarrón a otro, revelando fotos y videos que (él cree) confirman cada una de sus afirmaciones extravagantes, entre risas sardónicas y carcajadas espeluznantes. Algunas frases sueltas: “Sabemos que a este presidente no le gusta el petróleo”; “Temo que los radicales revolucionarios tengan al país demasiado agarrado del cuello y que estamos perdidos. Me preocupa la violencia: están pasando cosas extrañas en el Golfo, atacan a ejecutivos petroleros, les pido que me manden las denuncias a mi email personal”; “Están usando a los pastores de este país para predicar la justicia social. La justicia social es una perversión del Evangelio; es un concepto maligno, comunista”; “Este es un verano histórico: nuestros hijos nos preguntarán qué estuvimos haciendo”. (Beck está muy preocupado por un video de las Nuevas Panteras Negras, grupo francamente minoritario, en el que uno de sus líderes dice que “odia a los blancos” y que para vencer “hay que matar a los hijos de los blancos”.) “El progresismo es la enfermedad de América, es un cáncer que se está comiendo al país y su Constitución. Todo empezó con Roosevelt y Wilson, presidentes que decidieron poner al estado por sobre el individuo, como hace Obama” (Beck es historiador aficionado, carece de cualquier educación formal, pero se la pasa explicando la historia de EE.UU. a sus televidentes con cuanta deformación se le ocurre). “El primer radical de la Historia, el primero en rebelarse contra lo establecido para obtener su propio reino, fue Lucifer”; “Creo que el presidente es racista, tiene un problema grave con la cultura blanca”; “Lo peor del plan de salud es que en el fondo se trata de una forma de redistribución de la riqueza, un concepto socialista. ¿Cómo dejamos que nos gobiernen los comunistas?”. Además siempre que puede le recuerda a su público que no debe creer en la mentira del calentamiento global (un invento de Al Gore) ni dejarse seducir por el fútbol (soccer) porque “es como las políticas de Obama: a todo el mundo les gustan menos a nosotros. ¡Quédense con el fútbol y con Obama!”. Por otra parte el fútbol es un deporte socialista (¡claro está!) y es por eso que el gobierno federal está tratando de introducirlo en las escuelas.
En este momento, el nuevo libro de no ficción de Glenn Beck –basado, no obstante, en varias de las conspiraciones que él cree reales– está primero en la lista de best sellers del New York Times. Entre su programa de televisión, sus libros, su programa de radio –con unos 10 millones de oyentes, y donde se lo escucha todavía más trastornado– y su productora de contenidos, Glenn Beck gana unos 30 millones de dólares por año. Su website recibe cinco millones de visitas al día y su sueldo en FoxNews es de unos dos millones de dólares, esto a pesar de que le ha traído más de un problema al canal porque muchos anunciantes se niegan a publicitar en su programa. Es que incluso para los estándares extremos de FoxNews, Glenn Beck está un poco demasiado chalado.
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