Domingo, 18 de julio de 2010 | Hoy
VALE DECIR
En Gringolandia usan un tablero Ouija; aquí se lo conoce como juego de la copa. La idea es sencilla: todos los participantes ponen un dedo encima de una copa que, a su vez, se halla sobre una mesa. Si un espíritu acude al llamado, la copa empezará a moverse por volición propia y, al señalar las letras del alfabeto que oportunamente se hallen a su disposición en la mesa, se comunicará con los vivos.
Esa es la explicación más divertida. Sin embargo ya en El fin de la infancia, de Arthur Clarke, se explica que en realidad los que mueven la copa son los propios participantes. No se trata –en general– de un espíritu, sino de una gestalt inconsciente de los presentes.
Alguien tendrá que explicarle todo esto a la gente de Paso de la Patria, en Corrientes. Según cuenta el diario local La República, un joven de quince años terminó “endemoniado” después de jugar con la dichosa copa y hubo que exorcizarlo.
“Si bien en la diócesis local no existe un exorcista oficial”, se puede leer en el artículo, “el padre Rubén confirmó que se realizaron oraciones de liberación para sanar al joven”. En diálogo con Radio Sudamericana, el padre Rubén fue aún más lejos y declaró que “el maligno estuvo allí, al chico se le daban vuelta los ojos”.
Imposible saber realmente qué habrá sucedido y si la responsable fue la copa o qué. Ahora bien, si se trató del demonio, la Iglesia tiene que ponerse de acuerdo: ¿estaba en Corrientes, con este pobre muchacho, o en el Congreso de la Nación aprobando el matrimonio gay?
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