Pappo disfrutó mucho aquel verano de delirio en Mar del Plata y deleitó a los hippies de la casa con su faceta de comediante, que venía con un buen surtido de personajes. “Uno era El Chacho –se ríe Susana Pose–, que era como un gaucho muy guapo que siempre andaba con el cuchillo. Pero era tan guapo que no usaba vaina, y se lo clavaba directamente en el cuerpo para guardarlo.” Otra de sus creaciones era El Lito, que tenía personalidad concluyente: sus frases eran breves, imperativas, y todas eran cerradas con un ademán de la mano, que consistía en bajarla frente a su rostro, vertical y autoritaria. “Aquí estoy yo”, era el lema del Lito. Pero no había nada más divertido que La Bestia. Se trataba de un extraterrestre que había caído a la Tierra y actuaba con la personalidad de un simio en tierra desconocida. “La Bestia no conocía el mar”, explica Susana. “Entonces lo miraba extasiado y lo exploraba metiendo un cachito el dedo gordo del pie. Y Norberto emitía gruñidos y se echaba para atrás.” “¿Y esto qué es?”, vociferaba La Bestia, que entraba despacito en el agua, para rematar la secuencia con una ola que lo revolcaba y la posterior defensa bestial, a trompazo limpio contra las olas que lo atacaban. Pappo era un espectáculo no sólo para sus amigos, sino para toda la playa, desconcertada ante su representación.”
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