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Domingo, 24 de abril de 2011

Simon Reynolds: Sobre un tiempo sin espíritu

La publicación del libro-antología Después del rock. Psicodelia, Postpunk, Electrónica y otras revoluciones inconclusas (Caja negra) es una especie de evento. Simon Reynolds es un crítico musical consistente e integral, al que se podía acceder en inglés gracias a su blog blissout.blogspot.com y del que ahora se puede leer por primera vez en castellano una selección de textos exquisita, a cargo de Pablo Schanton, uno de los referentes de la critica musical local. Desde hace ya varios años, Schanton venía presentando a este crítico inglés que tenía una forma muy particular de pensar y gozar la música.

Y Reynolds, en una introducción que es un manifiesto sobre qué hacen esos señores que se llaman críticos de música, traza un recorrido autobiográfico que dejaría a cualquiera motivado para seguir leyendo. Empieza reconociéndose hijo de la prensa musical británica, una institución que en su momento cumbre –ése que consumió y del que participó Reynolds– llegó a vender 600.000 ejemplares por semana (entre New Musical Express, Melody Maker, Sounds y Record Mirror). Eso no es nada: parte del folklore consistía en que los que compraban eran sólo un tercio o un cuarto de los que realmente leían estas producciones, porque cada ejemplar se esperaba con intensidad bíblica. En ese ambiente de fines de los setenta, cuenta Reynolds, cada nota extensa era el terreno propicio para la experimentación formal y el riesgo temático, y cada estilo musical motivo para furiosas peleas entre redacciones. El crítico afirma: “Si uno estaba en esto de la crítica de rock, sentía una furiosa urgencia por leer, casi tan intoxicante como la misma música”.

Entre sus temas recurrentes, la música electrónica, el periodismo de rock y, definitivamente, el postpunk vienen convirtiendo a Reynolds en una voz autorizada y reconocida internacionalmente. Precisamente, el primer ensayo seleccionado en Después del rock, el que viene después de la introducción fervorosa, se dedica al postpunk, la revolución inconclusa. Y para eso, reconstruye también la esencia y la práctica del punk, así como sus territorios fallidos. El postpunk supo buscar por afuera del rock y dejó de lado un purismo punk que es interesante revisar. El “ethos” postpunk, inspirado también por Bowie, sería el cambio constante. La escritura de Reynolds va de lo histórico a lo conceptual, recuperando siempre la dimensión de algún tipo de experiencia. Sobre todo, cuando habla del sonido, que es mucho más que el vehículo de las ideas que transporta la letra, como por ejemplo en la comparación entre las guitarras y los bajos del punk y del postpunk, o en temas de Bowie, cuyos cantos se asemejan “a lamentos sin palabras”. Pero también, en un marco que consolidaba a Thatcher en Inglaterra y a Reagan en Estados Unidos, el postpunk supo comprometerse con las políticas de la música y crear una cultura alternativa e independiente de sellos y circuitos establecidos. Por otro lado, fue un movimiento profundamente metamusical que estrechó vínculos con la crítica. Cuando se le consulta a Reynolds sobre esta interacción y sobre la influencia que puede tener la crítica en el arte, responde que es un tema muy grande y complejo: “Es también cierto que el modo en que los críticos como una entidad colectiva escriben sobre música ayuda a darle forma a los horizontes de posibilidad en los cuales las nuevas bandas se forman. Los críticos contribuyen a un clima de sensibilidad en el cual algunos valores y rasgos musicales se convierten en atractivos”. En este marco, señala cuestiones relativas al trabajo de un crítico que trata de pensar qué elementos son relevantes: “Uno de los roles de la crítica es tratar de pensar qué música es ‘oportuna’ en el sentido de tener una relación vital con la época, de trabajar con y contra las condiciones de posibilidad (musicales, políticas) de cada era. Una de las cosas que estoy explorando en mi nuevo libro Retromanía es cómo la idea de lo oportuno pareciera estar fue del alcance en los 2000: hubo un sentido en el cual estuvimos viviendo en el ‘Zeit’ sin el ‘Geist’, un tiempo sin espíritu. La música devino desconectada de la historia precisamente porque había muchísimo de la música del pasado disponible para nosotros, hasta un grado inundante”.

En su primer libro editado en castellano, hay artículos que discuten dónde está lo político en algunos estilos musicales que quieren ser muy contestatarios, otros sobre el placer en el hip hop, también de la música pop de la primera década del siglo XXI, sobre el presente del underground o sobre la música electrónica y sus múltiples expresiones y aplicaciones. En este artículo (una introducción que escribió para el libro español Loops, una historia de la música electrónica) Reynolds se detiene en su profundidad y superficialidad, en la muerte del autor, en el futurismo y en la cultura de la droga asociada: “En última instancia, lo que ocurrió fue que las sensaciones de la droga se codificaron, abstraídas, en la música. Por sí misma la música te droga, te hace viajar, te acelera”.

Todos los artículos están escritos con precisión y palabras describen los sonidos con metáforas sensoriales y texturas poéticas (un sonido puede ser abrasivo, sucio, lamentado, etcétera). También, con la intromisión pertinente y muy sutil de héroes del pensamiento y el sentimiento como Barthes, Kristeva o Nietzche.

El libro finaliza con una entrevista realizada por Schanton que se titula con este ilustrativo textual: “La esencia de la crítica de rock es hacer de la música algo más que música”. Está muy claro que Simon Reynolds lo logra, con placer e ideas al respecto.

Simon Reynolds participará de una videoentrevista realizada por Schanton el miércoles 4 de mayo a las 19 hs. en el Malba, Av. Figueroa Alcorta 3145. Luego Daniel Melero realizará una lectura sonora de fragmentos de la antología.

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