Colmegna y Liernur diseñaron lo que podría ser el vip de la feria. Un espacio cerrado, blanco, al que se accedía por una puerta pequeña que guiaba a un living preparado, básicamente, para que uno se sentara. Un plasma proyectaba en loop portfolios de artistas con producciones disímiles, como manijas de puertas o sets de música. Durante las tardes, las artistas organizaron performances, lecturas de poesía y conferencias y convirtieron la salita en un espacio de encuentro dentro de la feria.

Desde el título, se prometía una sátira de los mecanismos de diferenciación de público que organizan las ferias de arte. Sin embargo, más que parodiar, Papo’s vip parasitaba el mecanismo de arteBA. Y es que, si bien todavía no existe, Colmegna y Liernur van a abrir de verdad una galería que se llama Papo, y aprovecharon la feria como contexto ideal para presentarla en sociedad.

Sin embargo, a Papo’s vip le jugó en contra la falta de información que hubo dentro del premio. Sin conocer que el proyecto va a llevarse a cabo realmente, la obra/stand de galería se entendía solo como una ficción satírica de “lo vip”, un espacio que estaba casi siempre vacío, sin obras, una arquitectura diseñada para que sólo pueda soportarse con una copa de champagne. Y era mucho más interesante que eso.

Al presentarla dentro del premio y no, por ejemplo, en el barrio joven, sin duda enfatizaban la ambigüedad e indiferenciación entre roles como galerista, gestor y artista. Como Belleza y felicidad, la galería que según Liernur les sirve de modelo, les interesaba también dar cuenta de una estética que está al límite entre lo cool y lo grasa, entre lo hipermoderno y lo demodé y que decantará de un lado o del otro según el discurso que lo ampare, o el “papo”, como explicaban en los textos pegados por fuera de la sala.