Dom 04.05.2003
radar

'60

Fragmento del prólogo
de Generación 60.

La revista Primera Plana comenzó a hablar de la frustración de la generación del 60 en 1966 y cada texto sobre historia del cine argentino que trató ese período después describió la etapa como “fallida”, “frustrada” o directamente “fracasada”. Ese concepto creció con los años y, fortalecido, llegó hasta hoy.
Uno de los principales enemigos que tuvo el cine independiente de los ‘60 fueron los representantes de la industria del cine argentino, que se encontraba en franca decadencia. Sus representantes no se renovaban ni su cine se actualizaba, pero les molestó profundamente que de pronto aparecieran unos imberbes desconocidos y forzaran esa renovación. Curiosamente, en el film La patota (1960), Daniel Tinayre filmó una escena en la que un grupo de jóvenes iracundos, interpretados por Luis Medina Castro, Walter Vidarte, Alberto Argibay e Ignacio Quirós (todos actores del nuevo cine) violan a Mirtha Legrand. La industria debió sentir algo así.
En la mayoría de sus entrevistas, el realizador Rodolfo Kuhn insistió en el uso del término “desmitificar”. Dijo que la sociedad argentina estaba enferma de mitos castradores y que el cine estaba para gritar la verdad. A fines de los ‘80 se podía ver claramente que el cine argentino estaba paralizado por los mitos, el mayor de los cuales era la industria y lo industrial, fantasma inhibidor que arrojaba a las tinieblas exteriores cualquier cosa que se apartara de sus parámetros y que permitía, por ejemplo, que el sindicato exigiera un equipo mínimo de treinta personas para cada rodaje o negara su autorización al proyecto. Asimismo, un film no era malo porque careciera de una sola idea original, sino porque tenía una toma fuera de foco o en un corte se saltaba el eje. Y si a alguien se le ocurría hacer un corto en video, se lo trataba como a un leproso en el medioevo. “El esquema industrial argentino sigue siendo el de una industria próspera”, escribió Kuhn en 1967, pero podría haberlo hecho veinte años después. “Filmaciones a lo Hollywood de provincia con mucha gente, en estudios, con decorados de cartón, con ideas de producción que no tienen nada que ver con el cine como fenómeno cultural. Se hace un cine criminalmente deformador y alienante.”
Todas mistificaciones, todas mentiras. En ese contexto, el fracaso de la generación fue, evidentemente, una mentira más. Contra la censura sistemática, la dependencia del Estado, los golpes militares, los distribuidores, las cifras medias de espectadores y todos los mitos, los cineastas de los ‘60 lograron hacer películas propias y de manera independiente. Es decir, triunfaron.

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