Hay una historia que durante años fue una modesta leyenda urbana que circulaba en el Parque Rivadavia. Decía a grandes rasgos que Luis Alberto Spinetta había pertenecido a Montoneros, pero que fue expulsado por fumarse un porro. Del Guercio, que estuvo ahí, dice que no fue así. “Con Luis empezamos a ir a una serie de encuentros de la JAEN (Juventud Argentina para la Emancipación Nacional) que convocaba Rodolfo Galimberti. Galimberti tendría 23 y nosotros 18, y estábamos realmente interesados en la propuesta. Lo del porro de Luis es un invento. Incluso figura en una biografía sobre Galimberti, pero nada que ver. ¡La marihuana en esa época ni la conocíamos!”
Eran años en que el rock y la política estaban totalmente disociados...
–Sí. Al principio los que estaban muy politizados, los que militaban, decían que los que estábamos en el rock éramos extranjerizantes. Luis y yo nos enojábamos. No nos considerábamos extranjerizantes; al contrario, estábamos generando un lenguaje en sintonía con el resto de los jóvenes del mundo, pero con una realidad propia. Creíamos que el lenguaje tiene una música interna, que los fonemas tienen una rítmica, y ya cuando empezás a componer en castellano la música es otra.
¿Cuánto tiempo te quedaste en JAEN?
–Luis se fue primero. Yo me habré quedado dos años.
¿Qué pasó?
–Es que nos estábamos metiendo muy profesionalmente con Almendra... Yo iba a los ensayos y me miraban con cara de culo porque por las reuniones llegaba tarde. Eso por un lado. Por otro, me molestaba esa mirada tan dogmática, tan esquemática. Pero no me fui enojado. Y me sirvió muchísimo. Yo no sé cómo es la militancia ahora, pero en ese momento nos juntábamos varias veces por semana: eran reuniones específicas para hablar sobre temas amplios, como la historia argentina, la educación. No era para decir dónde había que pegar afiches. Era algo formativo.
Vos seguiste en la política...
–Sí, yo sí. Me interesa mucho como herramienta de transformación. Si bien siempre me moví dentro del peronismo, no compro nada envasado. Y mucho menos ahora, que voy a cumplir 62 pirulos en abril. No creo que el pensamiento deba ser homogeneizado para lograr el objetivo final. Hay grupos políticos que se cierran sobre sí mismos, con escudos. Lo vemos a diario: el argumento es que así se impide una debilitación interna del grupo y de sus bases. Para mí, lo más importante de un grupo político es la libre discusión de las ideas.
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