› Por Sergio Marchi
Para los melómanos de paladar fino y larga memoria, la presencia en un mismo escenario de Rubén Rada y el inmenso pianista Jorge Navarro traerá a colación el imborrable recuerdo de un grupo fugaz con un nombre casi anónimo: La Banda. Fue un seleccionado de los mejores hombres del jazz argentino de fines de los años ’70, reunidos en torno a la carismática y voluminosa figura de Rada que era el cantante, percusionista y centro de la atención. Hasta que comenzaban a volar los solos y los cruces entre Navarro, Bernardo Baraj, Benny Izaguirre, Ricardo Lew, Ricardo Sanz y Luis Cerávolo.
El grupo debutó ante un público grande en un concierto gratuito en La Rural, a fines de 1979. El número de cierre era León Gieco, pero en ese entonces andaba medio camuflado por las amenazas de la dictadura que se enardeció con el contenido de su tema “La cultura es la sonrisa” (esas intimidaciones lo forzaron al exilio), y tampoco quería cerrar el concierto solo con su guitarra, formato que estaba comenzando a experimentar. Así que después de una abundante y generosa presentación de León que dijo, entre otras cosas, que iba a dejar al público en la compañía de uno de los mejores artistas del Río de la Plata, Rubén Rada salió a tocar acompañado por La Banda. Hubo una canción que prendió en el público, que se retiró del show maravillado y cantando eso de “rompe el rock and roll las calles”. Ese estribillo pegadizo en torno a un rock con toques de jazzfusión (materia popularizada por Seru Giran), sería el hit (“Rock de la calle”) al que el sello Music Hall y el productor Oscar López apostarían para el primer y único álbum de La Banda. En la portada aparecían los músicos caracterizados como gangsters, reproduciendo quizás involuntariamente la portada de Band on The Run de Paul McCartney. Pero además de “Rock de la calle”, el disco también tenía otras canciones fabulosas como “Malísimo”, “Muy lejos te vas” y el ya conocido “Montevideo”, que supiera interpretar Opa.
Pese al viento de cola, el destino de La Banda no fue masivo y su circulación se restringió a los boliches destinados al jazz, que gozaban de un tiempo primaveral por la súbita pasión del público de rock argentino hacia los sonidos de fusión interpretados por Return To Forever y Weather Report, entre otros. La Banda solía tocar en Satchmo y en Music Up, pero especialmente recordados son hoy sus shows en el teatro Margarita Xirgu, donde se generaba una atmósfera especial. Sobre todo cuando al final del concierto entraba por el pasillo del teatro una fila de tamborileros, se subía al escenario y después bajaba seguida por todos los músicos y por todo el público. La verdadera conclusión acontecía en la calle Chacabuco con la gente enloquecida por el ritmo del tambor en tiempos de dictadura, donde aquello constituía una verdadera afrenta al orden público. Rada siempre tenía el buen timing para la llamada final antes que apareciera algún patrullero. Calle, que le dicen.
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