Dom 10.06.2012
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Alex Acuña

› Por S. M.

Alex Acuña es el verdadero Orozco al que aludía la canción de León Gieco: tocó con todos. Cada vez que en un estudio de grabación se requiere una percusión de primer nivel, Alex Acuña es el primer nombre en la lista. El hombre de los tambores, el rey de los chirimbolos, el auténtico sultán del ritmo latino, un conguero impardable. Esa fama mundial que lo precede oculta, en verdad, a un gran baterista. Por alguna cuestión poco razonable, se suele pensar en bateristas y percusionistas como entes separados; como primos cercanos que viven en pueblos lejanos, pero ambos protagonizan roles rítmicos de primer orden y deben circular minuciosamente unidos: juntos a la par.

Alex Acuña (Alejandro Neciosup Acuña, tal el nombre con el que fue anotado en el Registro Civil de Pativilca, Perú), fue el baterista de Heavy Weather, el disco que proyectó a Weather Report hacia la corona mundial de la música de fusión en 1977. El propio Joe Zawinul había discado su número telefónico dos años antes, cuando por recomendación de Don Alias (otra leyenda del género percusivo) y el bajista Miroslav Vitous, lo invitó a integrarse a Weather Report. El baterista era Chester Thompson, por lo que Acuña fue convocado en su carácter de percusionista. Dada la movilidad del género de jazz-fusión en cuanto a la estabilidad laboral, Chester Thompson recibió una oferta que no podía rechazar: ser el baterista de Genesis, porque Phil Collins se había convertido en cantante. Eso liberó la banqueta de baterista en Weather Report. Zawinul tuvo dudas: tenía otro nombre en mente, pero cuando Jaco Pastorius, la flamante adquisición de Weather Report, manifestó su deseo de que el baterista fuera Alex Acuña, no hubo más que hablar. A su vez, Manolo Badrena reemplazó a Acuña en la percusión.

Acuña respiró música desde el primer átomo: toda su familia se dedicaba a tocar, y pese a la oposición de su madre, a los diez años se sentó en la batería familiar y su Perú natal tembló. Su primera experiencia internacional llegó de la mano del mítico Dámaso Pérez Prado, el rey del mambo, que lo sumó a su caravana de shows interminables por Estados Unidos, instilándole en el camino un irrefrenable amor por la música afrocubana, que lo llevó a radicarse primero en Puerto Rico (no pudo conseguir visa para residir en Cuba), y después a convertirse en la leyenda percusiva que hoy retumba en todo el mundo. Su lista de colaboraciones en conciertos y discos de otros artistas es interminable: Chick Corea, Joni Mitchell, Peter Gabriel, U2, Celia Cruz y Luis Miguel, sólo por mencionar algunos. En otros casos, se menciona su participación, pero tal hecho no es fácilmente comprobable, como su trabajo con Paul McCartney (aparentemente en el álbum Press to Play), o el modo en que Elvis Presley solía llamarlo cuando le correspondía tocar en alguna de sus grabaciones: The Inca.

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