Domingo, 15 de julio de 2012 | Hoy
Resulta auspicioso que Tierra de los padres tenga al fin su estreno en salas. Después de su paso por los festivales de Toronto, La Habana y México, fue tal vez la película nacional de la que más se habló en el último Bafici, aunque no formara parte de la programación. En realidad, se habló tanto justamente debido a su ausencia. A varios especialistas y críticos los sorprendió que el film no fuera seleccionado para ninguna de las secciones del festival de cine independiente. Tampoco había formado parte de la programación del Festival de Mar del Plata (donde la película anterior de Prividera obtuvo el Premio a la Mejor Película Latinoamericana y el galardón entregado por Fipresci), pero este hecho resultó menos notorio, dado el sesgo clásico y ortodoxo impuesto por su actual director, a diferencia de los criterios de innovación y búsqueda que históricamente constituyen las banderas del Bafici.
En aquel momento, Prividera y su productor, Pablo Ratto, dieron a conocer una carta que agitó las aguas de la polémica, en la que se hablaba, fundamentalmente, de la necesidad de dar mayor transparencia y difusión a los criterios que guían la curaduría de los festivales realizados con fondos del Estado. Aquella carta nunca tuvo respuesta pública de ninguno de los dos festivales. Más allá de las distintas hipótesis que se tejieron –desde serios debates en el seno de los equipos de programación a la injerencia (por demás inusual, habría que decirlo) de factores políticos externos, pasando por una supuesta “vendetta” del Bafici contra Prividera por haber exhibido su película anterior en Mar del Plata y no en Buenos Aires–, el caso puso en el candelero discusiones latentes, en muchos casos soterradas. “En ese momento, muchos me dijeron que hubiese sido mejor quedarse callado, porque ese debate suponía complicar mis posibilidades de participar de los festivales a futuro”, reflexiona hoy Prividera, más tranquilo ante el estreno que, no casualmente, tiene lugar en la emblemática sala Leopoldo Lugones, “pero creo que es necesario que comiencen a debatirse las condiciones no sólo de producción del cine argentino, sino también de legitimación, ya que inciden de manera directa en aquello que finalmente el público puede y no puede ver en las pantallas, por no hablar de las posibilidades efectivas de realizar un proyecto o no”.
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