La revolución empezó con Internet, pero se hizo verdaderamente perceptible con las redes sociales, como si el siglo XXI hubiera arrancado casi una década más tarde. Gaga llegó justo con este cambio de época (Facebook y Twitter explotan entre 2007 y 2010, igual que ella), y lo entendió tan bien que se podría pensar en ella como la primera gran artista de la era digital. Llevado a terreno propiamente musical, semejante impacto se tradujo en la pregunta recurrente de los titulares del espectáculo desde 2009: ¿Gaga es la nueva Madonna?

Google, YouTube, Facebook, Twitter son a Gaga lo que MTV a Madonna en su momento. En el primer VMA de la historia, en el año ’84, Madonna cantó “Like a Virgin” y marcó el comienzo de la época dorada de MTV, el medio que ratificó el matrimonio entre música e imagen (lo que es decir: música y mercado, y moda, y espectáculo, y entretenimiento). Madonna entendió perfectamente de qué venía la cosa y dio muchos de los videos más emblemáticos de los ’80 y los ’90 (además de su impresión en el imaginario y la moda). Sin ir más lejos, Madonna inauguró los ’90, la década de las supermodelos, con “Vogue”, la celebración de la belleza y el glamour.

Britney, que lanzó su primer disco en el ’99, llegó en una época más complicada, la de las estrellas fabricadas en productoras y después en realities (Britney llegó en el momento en que MTV empezaba a transformarse en un canal de realities, si hasta se elegían VJs así). Así de producida fue ella también: primero lolita, después sex symbol, finalmente la heredera de Madonna.

¿Alguien recuerda los VMA 2003? Fue la noche en que Madonna y Britney compartieron escenario (ah, también estaban Christina Aguilera morocha y Missy Elliot) y se dieron un beso en la boca. Con ese gesto, Madonna no hizo el pase de mando, ni nada que se le parezca: simplemente dejó en claro que seguía igual de vigente, a la altura de las jovencitas a nivel fitness, muy por encima en todo lo demás. Y que así habrían de seguir las cosas hasta la eventual sucesión. Pero el mundo cambió en el medio.

Gaga era un producto necesario, que a la vez tomó por sorpresa, como todos los grandes sucesos: ¿Gaga es la nueva Madonna? Sí, Gaga destronó a Madonna. Y eso porque, al igual que ella hace 25 años, supo entender su tiempo y construir algo en función.

Las redes sociales son, en un punto, el colmo del paradigma del reality (esa especie de democratización de la fama, de que cualquiera puede, como se dice, llegar). Y así se construye Gaga: alguien como cualquiera que, simplemente, trabajó mucho para llegar adonde está. “Yo soy ustedes”, les dice a los fans en los shows: “No quiero ser su reina, así que, no me lo pidan y no me llamen así”.

Gaga usa Twitter a diario, en forma personal y mostrando que su vínculo es con los fans y no con las compañías: “Qué duro es tener álbumes y álbumes de música nueva que no les puedo tocar. Estúpidas reglas del pop”, tuiteó hace un tiempo. Usa YouTube para subir videos personales –los Gagavision, pequeños capítulos de su vida cotidiana– que edita ella misma. Finalmente, este año lanzó su propia red social: littlemonsters.com. Los que quieran ser parte de la familia, postear y conectarse al chat, tienen que hacerse un perfil que, claro, dice cómo es el fan de Gaga.

El objetivo y el desafío: generar ansiedad y expectativa –que se traduzca en venta– en tiempos de inmediatez y de debacle de las discográficas; ofrecer un producto visualmente hipnótico en tiempos de hipersaturación de imágenes. Y éstos son los tiempos de Lady Gaga.