Henri Julien Félix Rousseau, conocido como “El aduanero Rousseau”, nació el 21 de mayo de 1844 en Laval, Francia. De formación autodidacta, fue uno de los más destacados representantes del arte naïf. Su padre era un modesto fabricante de lámparas de aceite y su madre, nieta de un oficial de infantería de Napoleón. Vivía con su familia en una torre medieval que formaba parte de las antiguas murallas de Laval. Tras la quiebra del negocio del padre, la familia se vio forzada a abandonar la casa, quedando en la calle. Henri intentó entonces ganarse la vida como pasante en un bufete de abogados, del que fue despedido por robar estampillas. Luego, buscando refugio, se enroló en la infantería durante cuatro años. En 1868 contrajo matrimonio con Clémence Boitard, con la que tuvo siete hijos, de los que sólo una niña llegaría a la edad adulta. Ese año murió su padre, por lo cual Henri decidió volver a París para ayudar a su madre, consiguiendo un puesto de agente de aduanas en la oficina de Recaudación de Arbitrios de París. Su vocación de pintor se puso en práctica de manera tardía: a los cuarenta años comenzó a pintar con cierta regularidad y a los cuarenta y nueve se retiró de su puesto para dedicarse de lleno a la pintura. En 1888 falleció su esposa y el artista, en apuros económicos, fue acogido por el escritor Alfred Jarry. Si bien el exotismo de las junglas y su frondoso colorido es un tema recurrente en sus pinturas, Henri jamás estuvo en una. Su inspiración provenía de libros con ilustraciones, de los jardines botánicos y del zoológico de París. También los animales salvajes disecados fueron sus modelos. Sus obras, relativamente pocas, pues cada una le insumía mucho tiempo, impregnadas de fantasía y onirismo, tienen el efecto encantador de la mirada ingenua, rozando involuntariamente la caricatura. Sus retratos, a menudo combinados con paisajes, presentan personajes inmóviles, que miran frontalmente al espectador, con sus particularidades fisonómicas exacerbadas, conjugando en sus expresiones la ternura y cierta malicia pícara. Rousseau murió el 2 de septiembre de 1910, en París.