Carlos Isach, está prófugo de la justicia federal que lo busca para juzgarlo por crímenes de lesa humanidad. Su domicilio se supone entonces es una incógnita: sin embargo la última semana Eduardo "Tucu" Costanzo -un ex miembro de inteligencia del Ejército- se presentó ante la justicia para pedir se investigue si "Carlitos" tal como se lo conocía en aquella época, está viviendo en una propiedad de la costa atlántica junto a su hermano el ex comisario Rodolfo Isach, también investigado por crímenes de lesa humanidad, aunque sin pedido de captura vigente. El domicilio no es ninguna novedad, ya la fiscalía federal de Rosario lo había apuntado, pero nada se logro hasta el momento. Tal vez la sospecha dejada por escrito y firmada por quien lo conoció en los años de plomo, dispare ahora alguna pesquisa seria sobre el paradero de quien subsistió trabajando en una dependencia municipal, hasta que fue descubierto por el ahora concejal Juan Rivero.

La revelación del domicilio de Rodolfo Isach, que sospecha Costanzo comparte con su hermano de quien no se separaba nunca, fue revelado por la revista Entre Líneas hace ya más de un año en una investigación que lleva la firma de Pablo Bosch. Es una cómoda casa ubicada en calle Irigoyen N° 98 de la localidad Mar de Ostende ﷓enclavada entre Pinamar y Cariló﷓, en el corazón de una de las zonas turísticas más exclusivas de la Argentina.

Mientras los tiempos de la justicia federal y provincial juegan a su favor, los Isach disfrutan del aire marino y de los bienes acumulados durante su carrera.

Se supone que Rodolfo cobra el dinero de su jubilación, ganada luego de 30 años de servicio para el Estado santafesino como comisario, cargo que debio dejar en medio de un escándalo luego de descubrirse un yate de su propiedad, además de aparecer denunciado en graves delitos cometidos en la dictadura y cuya investigación judicial no ha avanzado .

El refugio elegido por los Isach parece el lugar soñado: partiendo de Pinamar hacia el sur, por la ruta interbalnearia, se encuentra Mar de Ostende, una pequeña villa costera de escasas cinco cuadras de largo y tres de ancho, "testimonio de una historia de pioneros belgas muy particular".

Según informa el sitio web del municipio, "los restos de su rambla semi enterrada se mantienen a la vista del visitante para contar la historia de aquellos inmigrantes que descubrieron aquí un lugar similar al que dejaron en Europa, buscando nuevos horizontes", como los que pensaron encontrar los represores santafesinos.

La casa del ex comisario se encuentra a pocos metros del mar, en diagonal a un balneario y frente al Hotel Dubrava. Fue bautizada "La Sudestada" y en el fondo de la propiedad se levanta una estructura en construcción que todavía encubre su forma definitiva. Allí vive Rodolfo -tiene 61 años- con su esposa y tres de sus cinco hijos, y según sospecha Costanzo, también su hermano el prófugo Carlos Isach.

Pero para hablar sobre quien fue, nada mejor que el relato pormenorizado que el ahora concejal Juan Rivero hizo junto a otro militante Ramón Verón, quienes fueron sus víctimas.

La vida de ambos militantes incluye calabozos compartidos y un nombre: Carlos Isach.

Ramón pudo verlo accidentalmente cuando la venda que cubría sus ojos se descorrió mientras ordenaba unos cuantos muebles que Isach había robado junto a "la patota" en la Fábrica Militar Domingo Matheu. Mientras Juan lo vio pasar frente a su casa de barrio Plata a bordo de una camioneta de la Dirección de Control Urbano de la Municipalidad. A partir de ese momento comenzó una búsqueda que culminó cuando en los primeros meses de 2004 le alcanzó al entonces secretario de Gobierno Juan Carlos Zabalza, el dato sobre la "joyita" -según el mismo definió- que tenían como empleado municipal. El junio de 2004 fue cesanteado de su cargo, y nunca más se supo su paradero.

El relato de ambos ayudó a descubrir a un Isach despiadado con los detenidos, y con en especial con Ariel Morandi -un enfermero del sanatorio Plaza- al que desdeñaba como un "judío de mierda al que había que matar". "Isach era un nazi, que se jactaba de ser un rugbier del club Universitario, que tenía muchas influencias, que decía a boca de jarro que había que matar a todos los subversivos porque afectaban su clase social, pero al que el resto de la patota trataba como a un forro", según Ramón Verón.

Isach sigue prófugo, pero ambos militantes esperan que cuando sea detenido "rinda cuentas sobre el destino de varios compañeros desaparecidos como Morandi, Hilda Cardozo y Susana Miranda".

"A Carlos Isach lo conocí como Carlitos, que era como lo llamaban sus compañeros de secuestros y torturas, y era una persona muy agresiva, exaltada, irritable. Lo pudo ver en el centro clandestino de detención que funcionó en Fábrica Militar Domingo Matheu -de Ovidio Lagos al 5000- en una oportunidad en la que me mandó a ordenar unas puertas y otros enseres que había robado junto su grupo de las casas de nuestros propios compañeros. En ese momento levanté la cabeza y al correrse la venda alcancé a verlo, era un petiso, medio colorado, de pelo rubio, grueso de cuerpo, joven tenía poco más de 20 años. Cuando se dio cuenta que lo había visto se irritó mucho, y pensé que ese gesto era sinónimo de muerte. Tal es asi que llamó a sus superiores, gritando que 'el Gato', como me decían le había visto la cara".

Según Verón, Isach era utilizado como "forro, como comodín en todas las acciones del grupo. Por eso sabe que pasó con Ariel Morandi y Susana Miranda al terminar el Mundial 78. Y en mi caso qué pasó con mi compañera Hilda Cardozo, a quien torturó con sus propias manos, por lo que sabe perfectamente que hicieron con ella y donde está".