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Miércoles, 16 de diciembre de 2009

SANTA FE › ALEGATOS DE LAS DEFENSAS DE COLOMBINI Y PERIZZOTTI

Un juicio "triste y patético"

Los abogados Caglia y Torres del Sel pidieron la "absolución de culpa y cargo" de sus dos defendidos: Colombini (un ex oficial de inteligencia de la policía santafesina) y Perizzotti (ex jefe de la Oficina de Coordinación del Area 212).

 Por Juan Carlos Tizziani

Se suele decir que la mejor defensa es un buen ataque. Pero, ¿será cierto? El interrogante quedó planteado ayer en el arranque de los alegatos de la defensa cuando el abogado Gastón Caglia agitó dudas sobre la responsabilidad de su pupilo, Héctor "Pollo" Colombini, pero también sospechas sobre los propios jueces del Tribunal Oral. "La historia de este juicio es triste y patética", dijo Caglia. Y deslizó una acusación velada. "Que tristeza me daría al enterarme que algunos o todos los miembros de este Tribunal hayan trocado una sentencia condenatoria ejemplar por algún puesto interesante en la función pública. No creo que la tranquilidad económica que algún puesto les pueda proporcionar alcance para acallar la consciencia de saber que han condenado a una persona sin haber existido mérito para ello", expresó. Una jueza del Tribunal lo fulminó con la mirada. Más tarde, su colega Claudio Torres del Sel, defensor de Juan Calixto Perizzotti, también apeló a la vieja estrategia de tirar hacia afuera: se la agarró con un sacerdote que había convocado como testigo de su cliente, pero que en el juicio lo desmintió.

En los alegatos, Caglia y Torres del Sel pidieron la "absolución de culpa y cargo" de sus dos defendidos: Colombini (un ex oficial del D 2 de la Policía santafesina y enlace con en el Destacamento de Inteligencia Militar 122) y Perizzotti (ex jefe de la Oficina de Coordinación del Area 212 que funcionaba en la Guardia de Infantería Reforzada por la que pasaron cientos de presos políticos). Hoy, seguirán el defensor oficial Fabio Procajlo y su segundo Fernando Sánchez que patrocinan al ex juez Víctor Brusa y a la ex secretaria de Perizzotti, María Eva Aebi. Luego cerrarán las defensoras oficiales Judith Didier y Adriana Gastaldi que asisten al ex jefe de la comisaría 4ª, Mario Facino y a otro ex oficial de Inteligencia de la Policía de la provincia, Eduardo Ramos, que operaba como "infiltrado" en la Universidad del Litoral.

Ya de entrada, Caglia comenzó a agitar sospechas para defender a Colombini, acusado por secuestros y torturas: "El ex presidente Carlos Menem dijo que la forma que se están llevando adelante (los juicios) tiene más sabor a revanchismo y venganza que a la verdadera intención de descubrir la verdad". Y planteó "el alto contenido político que tiene este proceso como todos aquellos que se están llevando a cabo en distintas ciudades de nuestro país. Nos equivocamos, pecaríamos de candidez, al pensar que los denunciantes y ahora devenidos querellantes son ciudadanos comunes: son personas que han formado parte activa de la organización guerrillera subversiva más importante que tuvo el país y que generó en la década del 70 las divisiones y luchas internas más sangrientas entre los argentinos", tiró.

"La historia reciente de este juicio es triste y patética y muestra a las claras la subordinación de lo político a lo jurídico (sic) y la primacía de los intereses personales por sobre la verdad y la ética", volvió a tirar Caglia. Otra traición del inconciente. ¿No habrá querido decir "la subordinación de lo jurídico a lo político" y le salió al revés?

"Las denuncias que dieron origen a esta causa fueron redactadas y patrocinadas por el doctor Jorge Pedraza. Ahora Pedraza es funcionario público. Los imputados fueron procesados por el doctor Leandro Corti en su carácter de conjuez. Ahora, Corti es funcionario público", siguió Caglia. Y puso en su mira a los jueces. "Qué tristeza me daría al enterarme que algunos o todos los miembros de este Tribunal hayan trocado una sentencia condenatoria ejemplar por algún puesto interesante en la función pública. No creo que la tranquilidad económica que algún puesto les pueda proporcionar alcance para acallar la conciencia de saber que han condenado a una persona sin haber existido mérito para ello", insistió.

Otro que despachó bronca fue el abogado de Perizzotti. Y uno de sus blancos, el padre Héctor Rucci, a quien había convocado como testigo de la defensa. En su indagatoria, Perizzotti dijo que Rucci era uno de los curas que visitaban la Guardia de Infantería Reforzada (GIR), pero el sacerdote lo desmintió. Ayer, Torres del Sel intentó desmentir a Rucci. "Cuando un testigo es ofrecido por la defensa, es lógico que tenga algo qué decir a favor de la defensa", dijo Torres del Sel. "Yo no voy a ofrecer un testigo si no estoy prácticamente seguro que va a decir algo que favorezca los intereses de mi defensa. Una cuestión lógica y no ilícita. Y la verdad es que quedé sorprendido. No me puse colorado como dijo un diario (por Rosario/12). Quedé sorprendido, como quedamos sorprendidos todos. Porque pese a haber jurado por Dios, (el padre Rucci) dijo que nunca pisó la GIR. Mentira. Lo juzgará Dios, seguramente. El padre Rucci, es cierto que era seminarista en Entre Ríos y es cierto que tenía detenido un compañero del seminario, (Sergio Daniel) Chemes. Pero es mucho más cierto que durante los años 1980 y 1981 lo visitó constantemente, le llevaba alimentos, tomaba mate con él y conversaba con otros presos. Esa era la finalidad de haberlo traído como testigo (a Rucci), para que diga cómo estaba el resto de los presos. Pero pese a haber jurado por Dios, negó haber visitado en alguna oportunidad la GIR. Esto es lamentable. Es patético. Pero lo va a juzgar Dios", se enojó Torres del Sel.

En realidad, en la audiencia del 25 de noviembre, el cura sólo respondió las preguntas que le hizo Torres del Sel. No otra cosa.

-¿Entre 1977 y 1980 dónde cumplió su misión pastoral?, le preguntó el abogado. Rucci respondió que esa fecha no era sacerdote, que recién se había ordenado en 1979.

¿Y en el 77 y 78, siendo seminarista, concurrió a la GIR?

No.

¿Tuvo relación con Perizzotti?

No, lo conocí después -concluyó el cura. Y no hubo más preguntas.

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Juan Calixto Perizzotti y Héctor "Pollo" Colombini en el banquillo de acusados.
 
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