Inteligente, contundente y práctico. Con esos tributos, Unión se dio el primer gusto grande tras su vuelta a Primera y le ganó el clásico a Colón en condición de visitante por 2 a 0 con goles de Rosales y Montero. Durante todo el encuentro fue superior a un tibio conjunto sabalero y consiguió su primera victoria en el torneo. El clásico de la capital se disputó tras ocho años.

Desde el esquema que Kudelka paró en la cancha, Unión se mostró cauteloso. Dos líneas de cuatro, un enganche y un punta para visitar a quién llegaba al clásico como uno de los punteros del torneo le entregaban, a priori, la iniciativa del partido a Colón.

Sin embargo, y con mucha astucia, el tatengue apostó a una rápida salida en el contragolpe y una fuerte presión en la defensa del rival. Colón es un equipo con una defensa muy endeble, que retrocede de manera muy desordenada y suele pagar muy caro los groseros errores que comete en su estadio. El habilidoso Rosales fue el primero en aprovecharse de las gentilezas del fondo sabalero y clavó un golazo a los 8 minutos con un zapatazo desde fuera del área.

Unión defendía muy cerca de su arquero y se valía del anárquico retroceso del mediocampo rojinegro para preocupar a Pozo. De esa manera llegó el segundo. Los cinco hombres que el local mantenía en defensa miraron atónitos como convertía el volante. A pesar de una modificación ofensiva de su entrenador, en el segundo tiempo Colón no logró sobreponerse al mazazo del primer tiempo. Fue demasiado duro para como había imaginado el partido. Unión se fortaleció en su practicismo y esfuerzo y se llevó toda la gloria de un Cementerio que ya no asusta a nadie.