DEPORTES › AL VOLVER, LOS HINCHAS DESAFIARON A LA LEPRA
› Por Pablo Fornero
No tuvieron que aguardar el final del partido para arrancar con los festejos. El resultado y el ascenso estaban consumados desde una media hora antes. Por eso, la caravana interminable de hinchas canayas que emprendió el viaje al Monumento, el epicentro de las celebraciones en la ciudad, empezó a gestarse con tiempo. En moto, auto, colectivo o simplemente caminando, la consigna era llegar al Parque a la Bandera. Solo había que calzarse la camiseta auriazul, abrazar a la familia y amigos y gritar de alegría, tras una angustia que se excedió realmente. No importaba si era la indumentaria más moderna, si los tonos de amarillo y azul no combinaban, la multitud se unía en el júbilo y en la necesidad de festejar. Pasaron 1.091 días desde que Central cayó a la B Nacional. Demasiados, impensados cuando All Boys silenció al Gigante de Arroyito. El canaya no merecía tanto sufrimiento y sus hinchas gritaron anoche hasta más no poder para quitarse la angustia que los acompañó durante tres temporadas. Se desahogaron, se quitaron un gran peso de encima.
El arribo al Monumento era incesante. Se ingresaba por calle Córdoba y Santa Fe, pero también por Avenida Belgrano. A los vendedores ambulantes no les daba el tiempo ni el esfuerzo para responder a todos los pedidos. Las banderas les volaban de las manos. Hasta el hombre que vendía la máscara del Hombre Araña con los colores canayas se quedó sin mercadería. "Sale 15 la que ascendió a Central", intentaba entusiasmar el amigo. La imagen era impactante, la llegada de hinchas no se detenía. Se completaban las calles laterales y las escalinatas. El Monumento se vistió con los colores del canaya.
Más allá de la satisfacción por la vuelta a Primera, desde sus cánticos los hinchas dejaron bien en claro que lo que más los reconforta es la certeza de disputar nuevamente un clásico oficial ante Ñúbel. Algunos se adelantaban al calendario preguntando cuándo los enfrentarían. "Cada vez nos falta menos para volvernos ver", era el hit de la noche. Esa canción se repitió en varias oportunidades y en todas se entonó con la misma efusividad. Durante toda su permanencia en la B Nacional, los canayas no se olvidaron de los leprosos.
Al cierre de esta edición, se informaba de manera preliminar que unas 80 mil personas se congregaron para el festejo. Todos se deslumbraron con la batería interminable de pirotecnia que marcó la noche. Los más cautos, aquellos que prefirieron quedarse dentro de sus vehículos, aportaban con bocinazos. El "Toledo, Toledo...", generaba risas y sorpresas por igual. Después de tantos agravios, el hincha canaya erigía al nueve como uno de los artífices clave del ascenso.
En algún momento se especuló con la apertura de las puertas del Gigante, pero la dirigencia prefirió guardar los festejos para el próximo fin de semana. Hacia la medianoche se esperaba el arribo del plantel y una gran cantidad de hinchas se juntó en el Aeropuerto para agradecerles el merecido ascenso.
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