La historia la definen los jugadores dentro de la cancha, es verdad. Pero en una buena cantidad de casos los entrenadores tienen una influencia notable sobre el resultado. Eso ocurrió ayer en el Coloso, donde Eduardo Coudet comprendió de antemano cómo anular tácticamente a los dirigidos por Lucas Bernardi. En ese análisis, en el mano a mano de los técnicos debutantes en el evento deportivo máximo de Rosario, el de Central ganó por un campo y ﷓como contó tras el cierre﷓ se recibió de DT canaya con la victoria. En tanto, el flamante líder rojinegro no supo trasladar su experiencia a los jugadores y volvió a parecerse al equipo sin alma que no sabe reponerse de las situaciones de desventaja.

Si bien los momentos de ambos técnicos son absolutamente diferentes, Coudet tuvo la fortuna de trabajar el clásico con mayor tranquilidad. La semana pasada, ante Vélez, se dio el lujo de no arriesgar tres titulares y desde el lunes ya supo que contaba con todo el plantel a su disposición. A esta altura, el once canaya sale de memoria y en la cancha quedó claro que cuando juegan todos los hacen en la misma sintonía. Bernardi no tuvo una previa sencilla. Por expulsión ante Tigre, perdió a su cinco, Villalba, y probó más de una variante para encontrar el equipo. Apenas inició su ciclo de competencia oficial hace tres semanas y necesita más tiempo para encontrarle la vuelta. Nunca imaginó, sin embargo, que debería soportar una caída ante Central, un golpe macizo, duro de asimilar, que puede resultar condicionante para el futuro más cercano del plantel.

Chacho repitió y mejoró la fórmula que utilizó Miguel Angel Russo en los anteriores tres triunfos clásicos. Coudet bloqueó el segundo pase y obligó al inseguro Ustari a tocar la pelota una infinidad veces. Cuando el uno lograba encontrar a un compañero, el pelotazo era la única vía de conexión con la ofensiva. Inofensivo, Newells jugó una y otra vez de esa manera y nunca llegó a lastimar y quebrar el bloque que propuso Central. Pero el canaya no solo fue contrarrestar. Porque el entrenador también hizo hincapié en un ataque elaborado, para nada aislado, en el cual Ruben era constantemente sostenido por Cervi, Delgado, Aguirre, y también por los integrantes del doble cinco. No es para nada casual entonces que la asistencia del goleador haya llegado de los pies de Domínguez. Lo reconoció mas tarde el propio Ruben, la jugada fue ensayada en la semana.

Bernardi nunca encontró un plan B al cerrojo que propuso Coudet desde el minuto uno. La falta de movilidad e intensidad no pudo ser suplida, la carencia fue tanto individual como grupal. El entrenador intentó revertir la mano, pero solo decidió cambios posicionales que cambiaron la impronta por algunos minutos, nada más. Central siempre tuvo las cosas más claras, siempre tuvo en claro cómo plasmar su objetivo y llegar al triunfo. "No hay dudas de que es responsabilidad mía", dijo Lucas en la conferencia de prensa. El DT se enfrentará ahora a un escenario sombrío.

El tono que los DT le imprimieron a sus equipos también fue sostenido durante el partido, al costado de la línea de cal. Se saludaron con frialdad excesiva antes del inicio. Coudet, lejos de otros ejemplos, fue menos histriónico y ampuloso en sus movimientos. Alentó y aplaudió a los jugadores y no paró de recorrer el rectángulo que lo separa del campo. Solo se sacó en dos oportunidades: una de furia, en el penal que no sancionó Pitana, y otra de éxtasis, para celebrar el gol. Bernardi, en tanto, dio pocas indicaciones y se lo notó apagado, casi abatido. Pidió a sus jugadores que presionen y recuperen intensidad, pero sin mucho énfasis, incluso guardándose por momentos dentro del banco de suplentes.