Sicko (Sicko) EE.UU., 2007

Dirección y guión: Michael Moore.

Música: Erin O'Hara.

Montaje: Geoffrey Richman, Chris Seward, Dan Swietlik.

Voz en off: Michael Moore.

Duración: 120 minutos.

Salas: Monumental, Del Siglo, Showcase, Village.

Puntaje: 6 (seis) puntos

No hay dudas de que Michael Moore sabe cómo escandalizar. Porque aún cuando el móvil de relato de Sicko sea el sistema de salud de los Estados Unidos, lo que perdurará, antes que toda estadística o número de dólares corruptos, será la visita médica de voluntarios del atentado del 11 de Septiembre (11-S) al sistema médico de Cuba.

"Pero cómo, ¿no hay que pagar nada?" dice, azorada, una de las afectadas, de serios problemas respiratorios, mismo rasgo que caracteriza a la mayoría de los -mediáticamente denominados- "héroes". "Sólo 5 centavos de dólar" exclama indignada y con lágrimas, mientras adquiere el medicamento que en su país le significa casi la mitad de su ingreso mensual. Desde este lugar explícito o maniqueo -recurso habitual en el cine de Moore- se juega la paradoja, en este caso entre la necesidad política del postulado de heroicidad civil, de la exaltación de la "americanidad" ciudadana, junto con la desatención de la salud pública y los consecuentes negociados económicos del sector político con las corporaciones.

En otras palabras, no vamos a encontrar en Sicko una propuesta de corte analítico, de genealogía temática profundamente reflexiva. De hecho, apenas se esbozan las raíces de la salud privada desde un repaso histórico somero, suficiente como para emparentar a George Bush con Richard Nixon, analogía maléfica que el espectador norteamericano sabrá comprender. Porque a Moore hay que entenderlo desde la práctica televisiva, aquella que le ha permitido conjugar denuncia e investigación periodística desde los ratings de audiencia, tarea que ha desarrollado ampliamente en su programa The Awful Truth (La verdad incómoda). Es ése público -disperso- al que apunta Michael Moore, de un modo inmediato y coyuntural, porque las elecciones nuevamente están cercanas y, tal como sutilmente el film propone, Hillary Clinton es la mejor alternativa.

Pero porque comprendemos el escenario discursivo desde el cual Moore provoca es que podemos también valorar, apreciativamente, su obra. Sí, es cierto que es didáctico y, por momentos, obvio. Pero Moore también es capaz de señalar aquello que los mismos norteamericanos callan, y que el periodista ha expuesto en temáticas tales como la tenencia civil de armas (Una nación bajo las armas/Bownling for Columbine, ganadora del Oscar y de silbatinas en 2002), el dominio económico corporativo (Roger y yo, 1989), o la hipótesis del autoatentado terrorista, consecuencia de los negociados entre las familias Bush y Bin Laden (Fahrenheit 9/11, galardonada con la Palma de Oro de Cannes en 2004).

En este temario se inscribe Sicko. Título que es, a su vez, referencia cinéfila al de Psycho, célebre film de Hitchcock. Allí protagonizaba los crímenes el demencial e inolvidable Norman Bates. Aquí, el primero en acaparar la imagen es George Bush. Otra vez la analogía simplista. Pero también efectiva. Y acorde con los tiempos -lamentables tiempos- de urgencia catódica y mediática que nos circundan.

"En realidad, durante un programa de televisión que tuve en los noventa pensé que sería interesante realizar una competencia. Así que enviamos camarógrafos a una sala de primeros auxilios en Fort Lauderdale, otro equipo a una en Toronto, y otro a una en La Habana. Y cada equipo debía esperar hasta que alguien llegara con un brazo o una pierna quebrada. Y entonces iban a seguir a esa persona a través del sistema y ver la calidad del cuidado, con qué rapidez se realizaba y lo económico que era. Lo llamamos la Olimpíada de la Salud. Y así, fue una carrera entre EE.UU., Canadá y Cuba. Y para decirlo con pocas palabras, Cuba ganó. Tuvieron la atención más rápida, el mejor cuidado, y no costó nada", contó Moore al explicar la génesis de este documental.