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Martes, 16 de octubre de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS › MUESTRA. COMPILACIÓN DE GUILLERMO FANTONI RECORRE EL ARTE DE SANTA FE

Imágenes de modernidad periférica

Instantáneas sobre el arte de la ciudad de Santa Fe, es el título de la muestra antológica colectiva que organizó el historiador Guillermo Fantoni. Todo el armado de esta exposición llevó un año de búsqueda de las obras en muchas colecciones particulares y en ocho museos.

 Por Beatriz Vignoli

El historiador, docente e investigador Guillermo Fantoni ha plasmado en una muestra antológica colectiva, Instantáneas sobre el arte de la ciudad de Santa Fe, un recorrido ineludible por las producciones artísticas de la capital provincial. La muestra abarca los tres pisos del espacio Imago en la sede de OSDE (Bv. Oroño 973).

El recorrido se inicia con dos obras fundacionales: dos naturalezas muertas pintadas a comienzos del siglo veinte por Sor Josefa Díaz y Clucellas. Según Fantoni, estas pinturas, prestadas por el Museo Provincial "Rosa Galisteo de Rodríguez", siguen la tradición flamenca de los subgéneros de frutas en el jardín y frutas en un interior, dispuestas en la mesa para una comida frugal. Las acompañan en la misma sala paisajes urbanos de los impresionistas Ludovico Paganini y Juan Sol, que aprovechan la belleza de los tejados coloniales de la Santa Fe vieja o de Rincón, y los interiores apacibles de José Domenichini y Mario Gargatagli.

La antología se extiende hasta la actualidad, con especial énfasis en el traumático año 2003, sutilmente ilustrado por una fotografía de ese año de Marcos López, donde la palabra "Bienestar" (el nombre de una cadena de supermercados) aparece despintada y carcomida por la humedad. Las fotos de López comparten piso con las de Raúl Cottone y Carlos del Rey. También se aprecian allí las experiencias gráficas de Ponchi (Alfonso Insaurralde) y de Leo Scheffer (hermano del escultor Damián Scheffer) y las pinturas de Nico Sara, Diana Marchetti e Inés Francia. En el medio transcurren los avatares de un siglo de historia de arte santafesino que se revela bajo la lupa atenta de Fantoni como una modernidad específicamente local, atravesada por tensiones singulares, por lo arduo de la vida ribereña y por un sentido de continuidad que es comparable al fluir del río Paraná.

Armar la exposición le llevó a Fantoni un año de búsqueda de obras a través de colecciones particulares y de las de ocho museos. El título de la muestra alude a una forma no lineal y no periodizada de presentar los relatos históricos como retablos de pequeñas escenas, que ya fuera practicada por otros intelectuales como Walter Benjamin y Beatriz Sarlo. Lamentablemente no es muy accesible al público rosarino el excelente catálogo de la muestra, donde al panorama general basado en dos textos fundantes (el de 1945 de Horacio Caillet Bois y el de 1925 de Erminio Blotta) le siguen las "Instantáneas" epocales, impecables reproducciones de obras.

Le interesa especialmente a Fantoni investigar la actividad de los grupos de artistas. En este sentido es de vital importancia en la ciudad de Santa Fe la existencia de un patriciado que cumplió un rol de mecenazgo. También le es posible detectar los ecos de ciertos hechos históricos fuertes y hasta accidentes climáticos que se refractarían en la producción plástica. Ejemplos de esto son la ya aludida inundación de 2003, o la Segunda Guerra Mundial de 1939 a 1945. La manera en que cierta forma de representar una figura humana que resiste en medio de un paisaje tortuoso aludiría a dicha guerra, le permite a Fantoni leer un mensaje humanista en pinturas que de otro modo se quedarían en el mero apunte figurativo regionalista. Tal es el caso de "Mujer en la tormenta", óleo de César Fernández Navarro, o de ciertas pinturas de Matías Molinas o el período figurativo de César López Claro.

Ya desde los relatos iniciales de Caillet Bois sobre Santa Fe y de Blotta sobre Rosario, Fantoni contrasta dos tradiciones locales muy distintas: la "serena modernidad" santafesina se diferencia del vanguardismo rupturista de los artistas rosarinos, quienes desde los tiempos pioneros de Blotta (actor y narrador a la vez de estos procesos) tuvieron que crear de la nada un campo artístico, ganando terreno en la ciudad fenicia. Hubo puentes conectores entre una y otra, destacándose en este rol los artistas Gustavo Cochet y Leónidas Gambartes. Todo el Grupo Litoral en mayor o menor medida participó de esta conexión: una muestra de 1953 en la galería Bonino de Buenos Aires reunió a 6 de sus integrantes junto a los santafesinos Enrique Estrada Bello y Ricardo Supisiche. Esto le hace suponer a Fantoni "una revalorización de ambas ciudades como los polos de un movimiento artístico o de una suerte de escuela del Litoral". Horizonte común a toda esta "escuela del Litoral" es la obra teórica y plástica del uruguayo Joaquín Torres García, cuyo Universalismo Constructivo es el fundamento de una tendencia que tanto en Rosario como en Santa Fe supo combinar los lenguajes plásticos formalistas del alto modernismo con un contenido regional que no se conformaba con una expresión naturalista. Cabe agregar que la escuela de Nueva York y los concretistas porteños cultivaron por entonces unos lenguajes abstractos que excluían categóricamente toda referencia extrapictórica. Se exacerba la diferencia entre esta periferia y aquellos centros cuando se repara en las investigaciones de las artes precolombinas, sobre todo de la cerámica regional, emprendidas por artistas santafesinos como Artemio Alisio. Paradigmático de esta tendencia a un modernismo regional que incorpora lo nativo es el matrimonio de Beatriz Martín y Fernando Espino. Fantoni rescató una espléndida témpera de este último perteneciente a la colección de Artemio Alisio, como también unas exquisitas composiciones en pequeño formato de la primera, donde una geometría libre se estructura según patrones vagamente biomórficos, es decir, que evocan animales o plantas. Acerca del carácter orgánico y nada ortogonal de la geometría santafesina, Fantoni señala la preponderancia del surrealismo, evidente en los bodegones casi metafísicos de Armando César Godoy, y repara en la ausencia de influencias neoplasticistas (como la de Mondrian u otros) en lo que a esta altura puede llamarse con toda propiedad la escuela de Santa Fe. En cambio, Matisse y el simbolismo dejaron su huella en las figuras femeninas en paisaje, voluptuosas o estremecedoras, de Raúl Schurjin. Completan esta tendencia Ernesto Fertonani, Domingo Sahda, Carlos La Cava y Oscar Elías Gigena.

Capítulo aparte merece el grabado santafesino, orientado por las figuras señeras de los maestros Sergio Sergi y José Planas Casas. Dibujantes de fuste como Miguel Taverna Irigoyen (hermano del crítico), Richard Pautasso o Federico Aymá se nutren de esta influencia gráfica, mientras que Nydia Andino y Eduardo Elgotas reproducen algunas preocupaciones del neoexpresionismo de los 80 sin que medie ruptura con lo pictórico. Otro fenómeno local característico es el de los mundos personales zoomórficos o sencillamente inclasificables, como se puede ver en los dibujos en gran escala de insectos, realizados por Andrés Dorigo.

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Fernando Espino, "Pintura 7" (1964), témpera, 50 x 100.
 
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