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Lunes, 29 de octubre de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS › "EDMOND", NOTABLE FILM DE STUART GORDON, DIRECTAMENTE EDITADO EN DVD

Descenso a los propios infiernos

Figura destacada en el cine de horror contemporáneo, el director Stuart Gordon plantea en "Edmond" el quiebre abrupto en la vida de un hombre demasiado común, emprendiendo un camino al bajofondo ciudadano, hasta encontrar su identidad desconocida.

 Por Emilio A. Bellon

Y ahora, frente a los reclamos de su mujer sobre una lámpara rota, Edmond Burke le afirma, sin levantar la voz, que se piensa ir sin intención de volver. Minutos antes lo hemos visto pasar por un local en que se anunciaba la predicción del futuro. Y en ese lugar allí hemos escuchado de boca de una amable señora, frente a cartas del tarot, primero la luna, luego la muerte y al final espadas, espadas que indican que él se encontraba en un equivocado lugar, que estaba donde no pertenecía.

Con guión de David Mamet, autor teatral y libretista de numerosos films, entre ellos, Las cosas cambian y Una cuestión de honor, el realizador Stuart Gordon, figura clave del cine de horror de hoy, nos propone descender junto a Edmond Burke a un mundo abismal, similar en algunos aspectos al que nos proponía Martin Scorsese en Después de hora. Típico representante del hombre medio estadounidense, marcado por una vida reglada conforme a las convenciones, lo han vuelto una figura "correcta y aceptada". El personaje que interprete William H. Macy, de faz rugosa y de una palidez cercana a la cera, decide luego de consultar a la tarotista expresar, por primera vez, su desazón, su abatimiento, su hastío. Ha decidido irse para no volver, frente a los gritos exasperantes de su mujer que no alcanza a comprender su reclamo.

Si la vida del hombre medio, marcado por las exigencias de agenda se define desde su periplo diurno, aquí es la noche, la que abre sus puertas para el inicio de su descenso. Son los bares los que muestran almas solitarias, acompañantes ocasionales. Y a su lado, los peep﷓show que muestran mujeres en vitrinas, que repiten las leyes del mercado. Su deambular por la ciudad nos va llevando a sus habitantes nocturnos, a una galería de personajes que huyen, que venden su sexo.

Y lo que empieza por una búsqueda satisfactoria, poco a poco nos conduce al desocultamiento de un individuo que deja libre sus pensamientos más violentos, marcadamente racistas y homófobos. Su rasgo mas evidente pasa a ser ahora la confusión, su única y auténtica compañía, la que lo llevará a descubrir sus reacciones más dormidas. Admirable, por cierto, para quien escribe esta nota es la composición de este actor que nos va ofreciendo diferentes matices compositivos.

Son las calles el gran escenario por el que transita Edmond Apostadores al paso, con cartas que nos recuerdan aquel otro encuentro inicial, van señalando los nuevos giros de este relato que pausadamente va tendiendo una soga tensa entre el espectador y el personaje, quien será sorprendido y golpeado, sin por ello renunciar a esta pesadilla.

Porque a pesar de que la luz de la noche se vuelve familiar y orientadora, la posibilidad esta ahí manifestándose a cada paso, con el mismo peso de su violencia reprimida. Edmond descubre, igualmente, desde que le empieza a suceder el otro rostro de una sociedad que se empeña, hipócritamente, en protegerse bajo complacientes mascaras.

Nuevamente la imagen de aquella carta de espadas. Y un arma blanca seduce y enceguece la mirada de este hombre golpeado. Ofrecimientos al paso, rostros que desacomodan su mirada y una atractiva y seductora ligazón que lo va relacionando con los desconocidos pasajeros de la noche.

Poco a poco descubre ciertas reglas del juego que no estan lejos de las que el manejaba en otro orden.

Emond actúa, sin inmutarse, ahora en esa ciudad indiferente, su propia violencia. Los Angeles, Nueva York... pensamos en tantos films de la "serie negra" que liberan el pestilente olor de corrupción y muertes, que llevan la firma de Curtis Hanson, Brian de Palma, David Lynch. Independientemente de que la historia este ambientada hoy o en los años `40 y `50.

Es en Los Angeles donde transcurre Edmond. En esos espacios, pasadizos del deseo, del robo, donde Edmond ira descendiendo hasta encontrarse con el rostro de su propia identidad. Basada en una pieza teatral del mismo David Mamet, Edmond comienza a aceptar, naturalmente, que ya no hay ley, no hay historia.

El descenso mas vertiginoso se anuncia.

Tras ese enfrentamiento, que redimensiona el horror, desde una perspectiva de asombro, entre él y una camarera (Julia Styles) que lo invita a su habitación, comienzan a borrar los límites. Entre gestos de ternura y reacciones desatadas, su personaje se va desdibujando hasta definirse en sentimientos de pérdida, alucinatorios.

Edmond conocerá otros espacios, recordará una cifra numérica al ver otra, estará alejado de los otros tras pesadas puertas. La realidad se le presenta como una sucesión de pasillos vacíos y tendrá frente a sus ojos a quien patea su sentimiento racista.

Pero algo esta por acontecer, en ese instante en el que no se puede distinguir "entre la ansiedad y el miedo". Y tal vez el encuentro sea con él mismo, con su identidad reprimida. Otros nuevos interrogantes se comienzan a abrir.

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William H. Macy interpreta a Edmond Burke, que transita de la palidez a la oscuridad.
 
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